La caída de la extrema derecha griega

La caída de la extrema derecha griega
Por:
  • larazon

Beatriz Martínez de Murguía

Tal como suele suceder en circunstancias similares, ha tenido que morir alguien asesinado para que se reconozca oficialmente lo que ya se sabía hace meses: la vocación violenta del partido griego de extrema derecha Aurora Dorada y la impunidad de la que ha gozado gracias a la protección implícita y explícita por parte de la policía.

La pasividad culpable demostrada, además, por un gobierno que ha preferido mirar sin ver, imaginando incluso posibles alianzas postelectorales con quien menosprecia el único sistema que garantiza una mínima convivencia, es otra de las aristas de esta nueva crisis política en Grecia.

El asesinato del cantante de hip-hop, Pavlos Fissas, con cuyas canciones solía denunciar los postulados racistas y xenófobos que propugna la extrema derecha, ha obligado a reaccionar a un poder político y judicial que, en lo que a él se refiere al menos, ha llegado demasiado tarde para salvarle la vida.

Las investigaciones y los registros efectuados en los últimos días, así como el celo con que se han llevado a cabo y que tanto contrastan con el desinterés previo, están permitiendo constatar lo que habían venido denunciando medios independientes y ONG sobre el carácter criminal de Aurora Dorada. La intimidación y extorsión a inmigrantes, contra los que efectuaban pogromos con toda impunidad, alentando además con su discurso xenófobo el maltrato de los extranjeros, o sus inconfesables vínculos con la policía o incluso miembros del ejército denotan que la extrema derecha griega ha logrado (había, dice algunos, pero habrá que verlo) enquistarse en la sociedad y, mucho más importante aún, el sistema político. Lo demuestra también el hecho de que ni siquiera la manifiesta violencia de su discurso, tratando por ejemplo de “subhumanos” a quienes según sus militantes no pertenecen a su raza, haya logrado disuadir a una parte nada desdeñable de ciudadanos griegos que en las últimas encuestas venían manifestando su intención de otorgarle el voto a dicha formación política en unas hipotéticas próximas elecciones, duplicando con ello el siete por ciento que obtuvo en las elecciones generales de 2012.

Un tercio de sus diputados están ahora detenidos por, al menos, incitación a la violencia. Se va descubriendo que el asesinato de Fissas había recibido la aprobación de líderes locales de una formación política que ha venido funcionando con una estructura jerarquizada, paramilitar y que se sustentaba sobre una ideología neonazi.

Ahora es oficial lo que hasta hace unos días era sólo oficioso. Una vez más se ha demostrado lo que sucede con demasiada frecuencia, y es que la ridiculez de los ornamentos y la parafernalia con que se disfrazan este tipo de organizaciones neonazis, conducen a minimizar los estragos que pueden llegar a causar. Pero, tal como se ha visto en el caso griego, van en serio y el sistema democrático, por defectuoso que sea, también debe ir en serio para desactivarlos y, desde luego, enviarlos al limbo de la ilegalidad.