Misión cumplida

Misión cumplida
Por:
  • jaume

El presidente Vladimir Putin ha anunciado el retiro del grueso del contingente ruso en Siria, poniendo fin a casi siete meses de operación bélica en aquel país. Si bien permanecerán la base naval de Tartus y la aérea de Hmeymim, los militares rusos serán reducidos a la mitad y retirados de las acciones combativas diarias.

Las causas de esta decisión son aún motivo de especulación. Se alude a cierta racionalidad económica derivada de la compleja situación financiera rusa; pero lo cierto es que el coste de la operación era todavía asumible dentro del gasto bélico presupuestado por Moscú para el

año corriente.

De cualquier modo, la decisión deja el síndrome de Afganistán —una guerra monetaria, humana y moralmente insostenible— fuera de los escenarios inmediatos del Estado eslavo.

También se especula de un hábil enroque para complacer diplomáticamente a Occidente, mientras se preservan las posiciones conquistadas para asegurar un eventual (y rápido) regreso en caso de necesidad. Y es que ante cualquier empeoramiento de la situación geopolítica en Siria, por momento estabilizada, las fuerzas aerotransportadas y navales rusas garantizan un refuerzo eficaz y oportuno.

Incluso —y he aquí lo interesante— se insinúan diferencias de Putin con su tutelado Bashar Al Asad, aferrado a la continuidad sin concesiones de su poder personal.

El Kremlin estaría presionando para que el dictador árabe aceptase alguna forma de transición política, en diálogo con la oposición moderada. De este modo los extremistas islámicos —enemigos comunes de Moscú, Occidente y el propio Asad— quedarían disponibles y aislados a merced de las bombas de la OTAN.

Lo cierto es que, sea cual sea la razón oculta y profunda de su movida, el liderazgo político y diplomático ruso puede presumir, con mucho más realismo que G. W. Bush en 2003, una “Misión Cumplida”.

Moscú ha logrado mostrar músculo y ser reconocido como un jugador de peso (y veto) en la resolución de la crisis siria. Los costos —humanos y materiales— que sustentan tamaño éxito han sido más que redituables. Y se reedita, a menos escala regional, el esquema bipolar de gestión de crisis existente y funcional en los tiempos de Guerra Fría.

Estados Unidos y Rusia han demostrado, en la figura de sus cancilleres Kerry y Lavrov, que son quienes dibujan, auspician o bloquean cualquier escenario futuro en el asolado país. Y Damasco, Bruselas, Estambul, Riad o Teherán tendrán que asimilar esta realidad, pese a sus justas o desbordadas ambiciones.