Montag entumecido Montag entumecido es el destino

Montag entumecido Montag entumecido es el destino
Por:
  • larazon

Ernesto Lozano

Como parte de las exposiciones de Fotoseptiembre, Patricia Conde Galería presenta la muestra fotográfica multimedia Montag entumecido, del mexicano José Antonio Martínez. El fotógrafo dirime su propia concepción del tiempo en dos obras que, a partir de varios procesos, representan una exploración introspectiva del propio artista.

En Amoxtli Julián, Señor del Silencio, Martínez nos lleva por un viaje fotográfico adoptando las formas estructurales de los códices precolombinos a un momento particular y personal de su vida.

Por otro lado, en Montag entumecido, pieza que da nombre a la muestra, es mediante video, audio y diversas técnicas fotográficas que el artista reflexiona retomando las visiones post apocalípticas de Ray Bradbury. La obra, en su totalidad, se gesta por la coincidencia numérica del odómetro de un coche. La cámara de un teléfono celular, cercano y esclavo, es la herramienta elegida para registrar las reflexiones sobre el ambiente cerrado y abrumador de un trayecto donde el tiempo se queda inmóvil y sólo es perceptible al transfigurarse en números progresivos. Es la narración del paso del tiempo en sus trayectos por la ciudad de México, la acumulación de kilómetros de reflexiones y el no llegar a ningún lado.

Esta exposición demuestra que el estudio y el conocimiento de la técnica acumulados, ha llevado a José Antonio a la fotografía secuencial y al video, convirtiéndolo en un muy competitivo artista multimedia.

El fotógrafo José Antonio Martínez conversó en exclusiva con La Razón, sobre su trabajo y la forma tan personal de documentar su vida, de cómo involucra la belleza a su obra y de su convencimiento de que las cosas no tienen que ser feas para ser arte.

¿Cuándo se inicia en la fotografía? Desde los ocho años he fotografiado toda mi vida. Estando en la universidad es que me involucro más en el medio, descubriendo las técnicas del revelado y todo lo relacionado con ese mundo.

Hace 28 años, al cambiarme de casa, en el nuevo lugar, decidí poner un cuarto oscuro, comenzando una asociación con la fotografía con mayor disciplina, en los últimos 14 años me he dedicado a la fotografía pero ya enfocada a lo documental.

¿Cómo se siente ese tránsito de la fotografía análoga a la digital? Cada herramienta me permite una expresión distinta, mi relación con lo digital empezó hace unos años, con experimentaciones de escanografías, no de fotografía documental sino más bien en el conocimiento de la técnica digital, de cómo desarrollarla y utilizarla. Mi técnica de hoy, es un trabajo híbrido, hay cosas que hago y disfruto en un origen análogo, tengo un romance con mis cámaras, a últimas fechas lo que he venido haciendo es una toma original análoga para algunos proyectos; antes decíamos que no importaba cuántos rollos tomaras, es lo más barato, que no fuera ese el obstáculo para hacer algo más, pero ahora resulta que la digital es más barata aún, por la posibilidad de captar una cantidad enorme de imágenes en una tarjeta por ejemplo, de 32 GB. Con la fotografía análoga, a pesar de lo “barato” del rollo, tienes que ser más cauto, racional y medido.

¿Es el tiempo una constante en esta muestra, cómo encuentra este juego entre el tiempo y el lodómetro? La idea de utilizar el lodómetro, como una señal del paso del tiempo, surgió estando mi hermano en el hospital, un día, después de visitarlo, regresando a casa, me encuentro con que el velocímetro tiene el número 66 660, esto es el principio de una agonía muy dolorosa en el Hospital, decido tomar una evidencia, una imagen fotográfica de esto; pasando el tiempo se suceden una serie de situaciones con la enfermedad de mi hermano y es entonces que empiezo a poner atención en el lodómetro haciendo un registro de las distintas medidas, de cómo va pasando el tiempo interpretado, evidenciado por el aumento en el kilometraje.

¿Cómo llega José Antonio al libro, a esa especie de códice que muestra en su exposición? Después de tener documentado lo que me estaba sucediendo, es que decido crear un libro con la estructura de un códice prehispánico, basado en el códice Fejérváy-Mayer que es un manuscrito que pertenece al grupo denominado códices Borgia y que se encuentra actualmente en el Free Public Museum de Liverpool, Inglaterra, con la forma de un volumen con dos pastas o coberturas que encierran 23 hojas dobles, plegadas en forma de biombo o acordeón. La primera página es un calendario, como un almanaque, que se utilizaba para ceremoniarse, para nombrar a las personas según el día, hacer augurios, después aparecen una serie de descripciones de los nueve señores, sus ceremonias y ofrendas. Decidí hacer mi propia versión de este códice. En una primera página hago un calendario de la situación de mi hermano, el libro se convierte en Amoxtli Julián, Señor del Silencio.

¿Cómo surge la pieza Montag entumecido? Con la idea de mostrar el tiempo, de deducir el tiempo en la fórmula de la velocidad que es distancia entre tiempo, cuando tengo la medida de la distancia de mi cotidiano, en el lodómetro, eso me va indicando el paso del tiempo; entonces empiezo con más disciplina a observar las cifras del lodómetro, registrando con la cámara de mi celular coincidencias numéricas, o simples cosas que me llaman la atención que sin ninguna razón las tomó.Ésta cámara también me permite tomar videos de alta resolución a 20 cuadros por segundo, aunque el formato es pequeño, de 640 x 480, me permite por la frecuencia de los cuadros, dejar plasmadas imágenes que me llaman la atención en unos de estos trayectos escucho en la radio la versión radiofónica de la novela Farenheit 451, coincidiendo con la narración que comienza con la frase “…Montag entumecido viajaba en el metro…”, el tramo este se convierte en un video de cuatro minutos, con contenidos que se asocian al tiempo y la situación que narro.

¿Esta muestra es de tomas totalmente digitales? Todo lo tomé con mi teléfono celular, por el avance tecnológico, me da la posibilidad de que tenga la calidad que deseo. La cámara va conmigo las 24 horas. Leía recientemente un texto de Julio Cortázar, el Preámbulo de las instrucciones para dar cuerda a un reloj, que al final la conclusión es que cuando te regalan un reloj, en verdad lo que tú te regalas es un reloj, porque se convierte en un ente, si Cortázar viviera, creo hubiera escrito entonces: Preámbulo de las instrucciones para vivir con un celular; un celular se convierte en una prótesis, que en mi caso, me permite otra forma de fotografía más espontánea.

¿Cómo es el proceso creativo? Originalmente todo parte de un estudio sobre las técnicas. En la fotografía análoga, las dimensiones finales parten de parámetros muy definidos, estandarizados desde hace 60 años. Las nuevas tecnologías, las salidas, los soportes que permiten hoy el desarrollo digital, hacen que piense uno en opciones diferentes. En Montag entumecido, frente a las opciones de elementos que tenía para formar una obra, las posibilidades de su presentación se convirtió en una situación totalmente nueva para mí, con una impresión múltiple, una serie de fotografías todas puestas juntas, es algo novedoso en mi trabajo. El proceso que utilizo en la fotografía digital me da la posibilidad de tener un “pensamiento lateral” de cómo expresarme y utilizar la fotografía como un genérico.

¿Es la fotografía para José Antonio Martínez un destino en su viaje? Sí, es un destino al que estoy llegando con frecuencia. Es recurrente que tenga sueños donde tengo la necesidad de un destino y no lo alcanzo, nunca es el mismo, pero la estructura es la misma. Cuando reflexiono y me pregunto sobre esta dificultad para llegar a mi destino, respondo que la fotografía me ayuda, aunque no me lleva al destino, es el destino.

¿Por qué visitar la muestra fotográfica multimedia Montag entumecido? Para que la gente que lo vea y alcance a interpretar lo que estoy mostrando, tenga sus propios pensamientos sobre el tiempo. Citando de nuevo a Cortázar, él decía que “allá al final, está la muerte, no tengas miedo, hay que llegar antes”, Invitó al público a ver lo que muestro a través de esta experiencia personal de la agonía, que puedan reflexionar acerca de qué sucede cuando el tiempo te alcanza, qué está pasando, qué puede pasar en un formato numántico. Como dijo Omar Khayyam, “No es el tiempo el que pasa, pasamos todos nosotros”.

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