Si Adelita se fuera con otro

Si Adelita se fuera con otro
Por:
  • larazon

Bibiana Belsasso

El mes pasado falleció Leandra Becerra Lumbreras, la mujer más longeva de México. Era una contadora de historias fantástica. Platicaba cómo había sido la Revolución Mexicana, que a ella le tocó vivir de cerca, de cuando trabajaba en la hacienda

Real de Catorce y cómo conoció a Porfirio Díaz.

Pero quizá su historia favorita de contar era la de cuando le hacía tortillas a Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa.

La Revolución fue muy dura para ella. Recordaba cómo al escuchar que llegaban los soldados a su tierra: Tula, Tamaulipas, ella se escondía en las cuevas con sus hijos para que no se los reclutaran como soldados.

Doña Leandra se fue de este mundo a los 127 años, siendo la última Adelita que quedaba con vida.

Hoy, en su honor, debemos recordar la importancia de la mujer en la Revolución, pues si podemos encontrar una época en la historia de México en la que las mujeres empezaron a buscar equidad de género, aunque sin mucho éxito, fue precisamente en aquélla.

Las funciones y las contribuciones de las soldaderas eran limitadas. Se dedicaban a transportar comida, cocinar, montar campamentos y llevar el equipo a los combatientes.

Tenían capacidad para sortear los terrores de la guerra y habilidad para lograr el triunfo ante el enemigo. Realizaban funciones de enfermeras, espías, recaudadoras de fondos, periodistas, encargadas de llevar correspondencia secreta... Algunas, muy pocas, tenían rangos en el ejército.

Las tareas de las Adelitas o soldaderas eran muy similares a las de amas de casa. Después de una batalla buscaban entre los cadáveres algún botín valioso que pudiera servir a los soldados. Algunas sirvieron también como contrabandistas que traían medicinas, municiones y otros bienes de Estados Unidos a México.

Es a otra Adelita, Adela Velarde Pérez, a quien se le atribuye ser musa del corrido que dice: “Si Adelita quisiera ser mi novia, si Adelita fuera mi mujer, le compraría un vestido de seda, para llevarla a bailar al cuartel…” Es uno de los personajes con mayor proyección de la Revolución.

La vida de la Adelita traspasa fronteras de la historia y la leyenda, pues al haber sido relatada con voz popular ha dado lugar a opiniones basadas en fantasías, romanticismo y la realidad.

Se dice que esta mujer desafió a su padre, un adinerado comerciante de Ciudad Juárez, para incorporarse a la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca como enfermera. Atendía a los villistas heridos.

Al concluir la lucha armada recibió un homenaje como veterana de guerra. Pero muy pocas tuvieron la suerte y la trascendencia de Adela, quien falleció en 1971 en Estados Unidos.

A pesar de su lealtad y arduo trabajo, muchas mujeres se quedaban atrás de las tropas y fueron sometidas por los ejércitos contrarios a violaciones y a matanzas.

En el lado romántico de la historia se relata que las mujeres acompañaban por amor a sus hombres. Pero pocas veces fue así, ellas se iban con “la bola” —como se le decía a quienes se unían a la Revolución— porque no tenían a qué quedarse, prácticamente se estaban muriendo de hambre.

Si tuviéramos que descifrar una época en la historia de México en la cual las mujeres empezaron a buscar una mayor participación en la sociedad fue precisamente en la Revolución, en la que muchas pelearon también por igualdad de derechos y libertades.

Hoy el fallecimiento de Doña Leandra nos debe concientizar que después de la Revolución en México han pasado apenas tres o cuatro generaciones, en las que las mujeres empezaron a tener relevancia en otros ámbitos.

Estamos ante una batalla que se tiene que librar todos los días para seguir buscándonos un lugar en esta sociedad y, además, como lo hacían las soldaderas, apoyando muchas veces a los hombres que tenemos cerca.

bibibelsasso@hotmail.com

Twitter: @bibianabelsasso