Todo muy raro

Todo muy raro
Por:
  • larazon

Gil Gamés

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil vio en su periódico Reforma las fotografías de un panista vestido de mujer. Ocurrió en Campeche y el personaje, José Inurreta, fue exhibido en las redes con su estrambótico atuendo de mujer, bueno, es un decir, este amigo llevaba una especie de brasier y una especie de peluca y todo él parecía una especie de algo indefinible. El corazón de Gamés se coruscó (gran verbo).

El hecho de que sea un panista y no un miembro de otro partido, en nada influye ante el hecho descomunal que le ha quitado el sueño a Gilga. Esta frase no se entiende bien, pero si vieran la fotografía, se desvanecen en el acto.

Nadie podría afirmar que a los panistas hombres les gusta vestirse de señoras panistas, nomás faltaba, pero caracoles qué fotografías. Gamés caminó sobre la duela de cedro blanco con las manos entrelazadas en la espalda mientras meditaba: ah, los deseos; ah, la vida inclemente; ah, las pesadillas. Resulta que al señor Inurreta le robaron su celular en una reunión del Partido Acción Nacional de Campeche. Caracho, en qué cabeza cabe, José, tomarse esas fotografías y traerlas consigo mismo en el móvil, diantres. Y ahí va por la vida el líder municipal del PAN en Campeche con sus fotos travestidas. Un poco de cacumen, como decía el extinto padre de Gil.

Las fotografías de los celulares suelen ocasionar terremotos, pero no comamos ansias, el señor Inurreta puede vestirse como le dé su regalada gana y hacer con sus partes un papalote, ¿estamos? Ahora mal: que publiquen en las redes esas fotografías es como para tirarse de un octavo piso. Se sabe: hay vidas públicas, privadas, secretas e inenarrables, la de este líder campechano pertenece a la última categoría.

Dejemos en santa paz al pobre de Inurreta que debe cargar con una cruda moral que ni Raskólnikov. Oigan esto, por piedad: en Monterrey, el municipio realizó obras de remodelación en el centro de San Nicolás. A un hombre con iniciativa le dio por retocar una estatua de Juárez y la pintó de verde. No toda la estatua, nada más la cara. Así quedó un Juárez verde, verde, como si cargara con la República a cuestas y una diarrea de pronóstico reservado. El escultor se ha quejado amargamente y afirma que han vandalizado su obra. Hay que decir que el Juárez tampoco era la gran cosa, ese Benemérito se parece un poco a Bejarano, en serio.

Así las cosas (muletilla de poca monta), Gil propone que las estatuas de nuestra ciudad de México sean pintadas de diversos colores: rojo de rabia, azul de ahogos, amarillo de ictericia, negro como la conciencia de Manuel Camacho, en fon. Para empezar, El Caballito, al cual por cierto ya le dieron una retocada, le caería bien un amarillo perredé; el corcel, negro, azabache. Pancho Villa, todo completo de rojo rabioso, muy punketo; Zapata, aburrido como fue, un gris nube; Morelos, ah, Morelos, blanco autodefensa. Madero, azul pálido, como si se acercara a los muros de la penitenciaría la noche fatídica. Este proyecto va directo a la oficina de Inti Muñoz. ¿Cómo la ve, Inti? (No empiecen).

La máxima de Benjamin Franklin espetó dentro del ático: “Tres podrían guardar un secreto si dos de ellos hubieran muerto”.

Gil s’en va

gil.games@3.80.3.65

Twitter: @GilGamesX