Una lata más o una lata menos

Una lata más o una lata menos
Por:
  • larazon

Carmen Amescua

Siempre me sentí atraída por el tema, pero en los últimos diez años mi interés aumentó. Después de cumplir cuarenta me volví fan de los hábitos saludables (físicos y emocionales). Si voy a llegar a los noventa, que sea de manera honrosa (en la medida de lo posible). Desde luego, mientras más naturales sean los medios para lograrlo, mejor.

Soy de mercados, no tanto de súpers, más de cocinar que de comprarlo hecho. En general prefiero opciones un poquitín más sanas. Engullir uno de esos cupcakes que parecen de la marca Fisher Price no me emociona. Si de comer grasas se trata prefiero un tamal de dulce.

La semana pasada estuve en el seminario “El papel de los alimentos enlatados en la salud”, que organizó el Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas Salvador Zubirán (INNCMSZ) junto con la Cámara Nacional de Fabricantes de Envases Metálicos (CANAFEM). El parte informativo completo se lo los debo porque desgraciadamente no llegué a las primeras ponencias. Lástima. Pero estuve lo suficiente para enterarme de varios puntos interesantes. Por ejemplo que las latas no son veneno para el estómago, como muchos pensamos; la soldadura de plomo dejó de utilizarse desde 1950. Por tanto la posibilidad de mutar o brillar en la oscuridad como Homero Simpson por tragarse un trozo de plomo radiactivo es nula. Ahora, si te dijeron de niño (como a mí) que cualquier lata golpeada provoca botulismo hay una manera de resolverlo: si el envase pesa menos de medio kilo la abolladura no debe medir más de 1.5 cm y si es de un kilo en adelante puede abarcar hasta 2.5 cm. Si es mayor que esto, tírala. Con respecto al recubrimiento interior (ese que ahora parece de plástico y es blanco) fue probado durante siete años antes de salir al mercado. Así que tus chiles en vinagre favoritos están a salvo (y tú también).

Lo ideal sería comer orgánico, tener una vaca, un estanque donde pescar hermosos atunes, unas cuantas gallinas y una hortaliza en casa. O por lo menos el tiempo suficiente para ir “al mandado” frecuentemente y cocinarlo como es debido. Como esto no es la realidad, saber que los alimentos enlatados conservan sus propiedades nutritivas los convierte en una buena opción. Sobre todo para la gente que trabaja, que no le gusta cocinar, o para los adultos mayores. Es una manera de alimentarse de algo mucho más nutritivo que la comida rápida o las deliciosas chatarras. Lo mismo para el que está a dieta. Pesar el muslito de pollo, medir por tazas las zanahorias hervidas, o tener que estarle atinando a ojo de buen cubero la porción correspondiente es una pesadilla. En este caso los envasados también ayudan.

El mes próximo ya estoy más que apuntada para la de alimentos orgánicos, ya les contaré.

camescua7@hotmail.com

Twitter: @Carmen_Amescua