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Tras las batallas de Celaya las tropas de Francisco Villa entraron en decadencia, la decepción de los soldados fue creciendo hasta la caída del movimiento villista. Su fascinación por la revolución dirigida por Villa llevó al dramaturgo Luis Ayhllón a relatar, contrario a la historia enaltecedora de los héroes revolucionarios, los rasgos característicos que hacen cómplice a los seres humanos cuando se van hermanando con la desgracia.
El autor recuerda que la primera obra que escribió, a los 15 años, fue sobre Pancho Villa. “Siempre me encantaron los entornos revolucionarios y ahondando más en la historia y en la literatura sobre la revolución, uno puede ver lo terrible que fue esta guerra en el norte del país”, comenta Ayhllón.
“Se llama Revolución III porque la historia se desarrolla en la tercera fase de la revolución villista; la primera fue el derrocamiento de Porfirio Díaz; después ocurrieron las campañas militares para derrotar a Huerta y, finalmente, la derrota de Carranza. Desafortunadamente para el país, pienso, ganaron los malos, ganó Carranza y el villismo se desintegró al final de las batallas de Celaya”, explica el dramaturgo.
Para Luis Ayhllón, lo fundamental era proyectar la gran decepción que sufrieron las facciones revolucionarias, después de que, en un gran esfuerzo de conciliación de las fuerzas armadas con la Convención de Aguascalientes, en 1915, Venustiano Carranza pasara por alto los acuerdos al quererse hacer del poder.
“Es por eso que la revolución entró a su fase más violenta y es justo lo que refleja la obra, el declive emocional en todos los que estaban siguiendo a Villa. Miles de hombres que terminaron como desertores o muertos”, indica el autor..
La historia, contada en el libro Revolución III o la última afrenta, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) —presentado el 24 de septiembre en la sala Adamo Boari, en Bellas Artes— se estrenó ayer en el Teatro Orientación.
