Novedades Editoriales

5ed611fb3223d.png
Foto: larazondemexico

carlos.olivares.baro@hotmail.com

La gaviota

Sándor Márai (Kassa, Hungría, 1900 – San Diego, California, 1989) es un escritor imprescindible. Quienes se sumerjan en El último encuentro (Salamandra, 1999) —una de las mejores novelas que este comentarista ha leído en su vida—se darán cuenta —si lo dudaban o no lo sabían— de las cuantías cardinales de la ficción. Aparece en castellano La gaviota (Salamandra, 2011), otra fábula de Márai que nos punza los adentros y nos reitera que las frondas de la literatura son interminables y voraces. El ímpetu delinea el destino de los seres humanos. La añoranza, presencia latente en los párpados. La rectitud se agazapa cuando la belleza irrumpe y desequilibra los gestos: una muchacha de “nombre poético”, Aino Laine (“la única ola”), se asienta en la vida de un prominente funcionario: su sutileza —recuerdo y efigie de la única mujer amada por el oficial ministerial— fragmenta el ecuánime tono burgués de éste. La perfección femenina, misterio que puede flaquear los cordeles de la escrupulosidad; la soledad, bruma dibujada en la mascarilla del tiempo.

Publicada por primera vez en 1943, La gaviota —Sirály, en húngaro— es un retrato de los dilemas de Hungría durante la segunda guerra mundial: “apacibles” espacios aristocráticos, sigiloso esplendor, tensiones políticas, violencia contenida… Vacilación moral de un régimen que pacta con la Alemania nazi. El autor de La amante de Bolzano nos entrega otra alegoría mordiente de los avatares del hombre frente a improntas y perturbaciones de la existencia. Como en sus otros libros, no hay anuencias posibles: la aspereza de algunos mohines humanos se confabula con índices que subrayan voluntades y desconciertos. Texto que traza un diálogo íntimo entre delicadeza y zozobra: Aino Laine tensa las trencillas de la incitación erótica. Márai corrobora sus cualidades de gran prosista siempre en los bordes de un lirismo imperioso. Novela insoslayable.

Aquí abajo

Raro para la mayoría de los lectores hispanoamericanos —ensalzado por Octavio Paz y José Luis Martínez—, Francisco Tario (México, 1911 – España, 1977) fue un marginal. Publicó su obra en provisorias gacetillas de etérea distribución. Gracias a Mario González Suárez, Editorial Lectorum imprimió sus Cuentos completos (2003). Una cofradía de fervorosos incondicionales—este redactor se incluye— lee al autor de La noche —manual fundamental de la narrativa mexicana del siglo pasado—.

La literatura puede alterar la existencia: quienes exploren Fuera de programa, Ragú de ternera o La noche del féretro pueden asentirlo.

Aquí abajo (Singulares, Conaculta, 2011), novela dada a conocer por Francisco Tario en 1943 —circuló de mano en mano, en copias durante años—, que aborda entresijos alucinados de la memoria. Historia sonámbula de atónita configuración. Asfixiantes y oníricos pliegues de una escritura pespunteada con categóricas tildes fantásticas. Francisco Tario: nuestro Felisberto Hernández —sin piano y sin hortensias— con guitarrón desnudo en las pestañas, paseándose por sombras interminables y grotescas. Acertada tirada de la Dirección General de Publicaciones de Conaculta.

Temas: