Ilustración Rafael Miranda Bello
RMS
Ma una storia non dura che nella cenere
E persistencia é solo l” estinzione
Eugenio Montale
Venías desde lejos, quizás cansado
Como suelen cansarse los viajeros
Cuando llegan a un lugar sin bienvenida,
Los ojos son suaves y lentos los suspiros.
Atrás quedó la memoria con su carga
De amores ajados y sueños insurrectos,
Atrás quedaron las lecciones exquisitas
De música, de libros, de besos, de flores,
Venías desde lejos, con saludos atentos
Y amables palabras grabadas en la frente.
Hoy me enteré que has vuelto a partir:
Subiste las escaleras, miraste al cielo
Y saludaste a la muerte siempre amistosa
Y te fuiste con ella a un paseo, o una fuga
Sin fin, pues todas las madres están locas
Y al nacer ya nos despiden en la estación
De la vida, amigo mío, venías desde lejos
Y allá en los cielos oscuros te encuentras.
Ya no estés cansado, las estrellas son tuyas
Porque los muertos son dueños del Universo.
El mundo literario del país está de luto, uno de sus editores dejó de respirar el pasado martes ocho de octubre. Se trata de Rafael Muñoz Saldaña (1964-2013), quien fuera encargado de publicaciones en Editorial Océano, Enciclopedia Británica y Fundación Televisa.
Fue en Televisa en la que también publicó uno de los libros más vendidos de esa casa editorial, El libro de los valores, una selección de cuentos que describen los valores morales que deben tener los seres humanos. Esa publicación vendió medio millón de ejemplares.
En una entrevista que ofreció con motivo de su cuento “El hombre más fuerte del mundo”, incluido en el Calendario de los valores 2013, definió la fortaleza como “la capacidad de resistir sin daño o deterioro las dificultades de cualquier circunstancia de la vida”, quien también había escrito “díganme cualquier cosa y yo les daré una frase de Nietzche”. Su última frase escrita fue “el tiempo huye, pero se queda”.
“Él tenía un espíritu muy irónico, se burlaba mucho de las cosas y a veces estaba hablando de algún filósofo y enseguida de la lucha libre, por ejemplo; eso lo hacía con una enorme gracia y eso era lo que llamaba la atención. Lo hacía literalmente en sus textos”, comparte su amigo Luis Bernardo Pérez.
Por Anabel Clemente