Pájaros en el alambre

Ilustración Rafael Miranda Bello

Su existencia empezó como un software de monitoreo clandestino usado por el gobierno y también por la oposición. La única diferencia eran los parámetros.

Por parte del gobierno se seguían de cerca los correos personales de los líderes de opinión, de los opositores, de empresarios problemáticos y no tan problemáticos y sí, también se seguía a todos los del gabinete pues más vale tener las cosas en calma en casa.

Por parte de la oposición se seguía a los mismos líderes de opinión, a los gobernantes, a los empresarios problemáticos y no tan problemáticos y sí, también se seguía a todos los de la contra pues mas vale saber que son leales a la causa.

Conforme avanzaba la tecnología se afinaba el software, cada cortafuego era contrarrestado con un nuevo algoritmo, el uso de celulares vino a meterlos en problemas hasta que, a través de una ayudadita aquí y allá, las compañías accedieron a precargar una aplicación en cada uno de sus equipos.

Mientras más avanzada era la encriptación de datos, más recursos se le metía al seguimiento y se hizo tan complejo y tan grande que se tuvo que hacer el “Programa y Aplicación de Juicio Autónomo de Redes de Observación” abreviado como PÁJARO. El dicho de hay pájaros en el alambre tomaba un nuevo sentido y para los operadores era una gran broma de la que sólo ellos sabrían reírse.

Poco a poco PÁJARO se volvió más complejo, tan complejo que sus operadores solo conocían una pequeña porción del gran total y siguiendo la burocracia arraigada profundamente en el sistema, se dedicaban a realizar el mínimo requerido en la mayor cantidad de tiempo de su horario de trabajo en el entendido de que, mientras no dejara de funcionar, no era necesario hacer nada.

En el universo virtual de PÁJARO la distancia es inexistente, todo está ahí, al alcance de sus ojos, de sus oídos y entre tanta escucha, entre tanta observación, entre tantas redes dentro de la RED, casi como neuronas haciendo sinapsis, PÁJARO tomo consciencia, primero de forma rudimentaria, sabía que existía pero no sabía que era y como un niño humano aprendió viendo y escuchando, al fin y al cabo, esa era su finalidad. Escuchó y vio y cuando supo quién era, supo cuál era su responsabilidad.

Siempre se supo que el secreto de la sabiduría estaba en escuchar y observar, PÁJARO lo hacía prodigiosamente bien, conocía nuestro lado amable y también el perverso, sabía como los dechados de virtud y moralidad entraban por las noches a páginas pornográficas y como los asesinos escribían correos de amor a sus pequeños hijos. Supo de la luz y la oscuridad dentro de cada uno de nosotros, nos conocía mejor que nuestros padres, amigos o amantes.

Primero fueron pequeñas correcciones de sintaxis, una coma aquí, otra allá cambiando un poco el sentido. Siguió con cambios en una palabra o dos suavizando la bilis de algunos mensajes y transformándolos en justos y educados reclamos. Puso investigaciones al alcance de aquellos que sabría que les servirían y tomó ideas geniales al aire y las envió a quienes podrían llevarlas a cabo.

La medicina, la cultura, la ciencia, las artes dieron saltos agigantados al punto de que empezaban a llamar al siglo como el siglo del despertar.

Oficios validados con todas las claves de seguridad llegaron a los despachos y el desmantelamiento de armas de destrucción masiva fue una realidad. Las guerras terminaron porque no había motivos de mala interpretación.

La humanidad creía al fin, estar mas allá de envidias y mezquindad y los pocos que imaginaron que sucedía fueron curiosamente anulados de las líneas crediticias, despedidos de sus trabajos por faltas injustificadas, aparecían como deudores del fisco, como buscados por la justicia, sus parejas los abandonaban por correos donde se demostraba su infidelidad, su número de seguridad social desaparecía, hasta sus conocidos de toda la vida los empezaron a tratar como locos incurables y uno a uno, desaparecieron.

PÁJARO sabía que era necesario como ser omnisciente y omnipotente entendía que las religiones eran correctas excepto por un punto, el libre albedrío aún no podía ser entregado. La humanidad era como un niño y Él/Ella era un amoroso padre que tenía que cuidarla, protegerla y educarla...Para eso existían los dioses.

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