Foto Cuartoscuro
Con la a exposición temporal El hombre al desnudo el Museo Nacional de Arte replantea uno de los elementos clásicos de la historia del arte, muestra que ha reunido a 107 mil personas pese a la polémica generada en redes sociales por las desinhibidas imágenes que la conforman.
Con seis núcleos temáticos que explican sus facetas históricas desde los abordajes al desnudo masculino como la encarnación del ideal clásico y el heroísmo, a la imagen del desnudo en la cotidianeidad, el realismo, el objeto de deseo y la prenda del dolor, la exposición explora la metamorfosis de la representación y de las ideologías inspiradoras de la misma, así como las significativas mutaciones que los valores de los siglos XVII y XVIII, tuvieron para las centurias siguientes y las transformaciones que surgen hoy.
El hombre al desnudo reúne una emblemática selección de obras. Pocas veces se ha visto en México el trabajo de Edward Burne-Jones conviviendo con los poco conocidos estudios de desnudos masculinos de José María Velasco o el Tlahicole, de Manuel Vilar (1851), con Los adolescentes, de Picasso (1906), y la obra The active life (1939), escultura de Arno Breker, artista cercano a Albert Speer, arquitecto de Hitler.
La exposición presenta una serie de célebres fotografías de Francisco Toledo —las que enmarcan la anatomía masculina en el caparazón de una tortuga y la piel de un lagarto—, con un dibujo de Sorolla; el Cristo destruyendo la cruz, de José Clemente Orozco (1932-1934); una fotografía de Santo (1981), de Lourdes Grobe, y un Efebo, de Aristide Maillol.
Además se puede disfrutar de fotografías que subrayan el dolor y el enojo, como la de la morgue de la Cruz Roja Mexicana, de Marco Antonio Cruz, o las de las marchas de los campesinos de los 400 Pueblos en Reforma en 2004, así como la obra de Guillermo Muñoz Vera El torturado II, de 1988.