En la zona arqueológica de Zultépec-Tecoaque, donde indígenas acolhuas sacrificaron a 550 personas aliadas a Hérnán Cortés, y luego se las comieron en ceremonías rituales durante seis meses, investigadores hallaron dentro de un depósito de agua, ubicado en la zona habitacional, los restos óseos de un posible sacerdote o gobernante que representa Ometochtli “dos conejo” (ome que significa dos y tochtli que es conejo, en náhuatl), dios del pulque.
Este entierro rompe totalmente con lo que se conocía hasta ahora, pues es el primero que se localiza dentro de un aljibe —lugar de recolección de agua— y sobre todo, lejos del centro ceremonial y la pirámide donde se realizaban los sacrificios humanos.
Junto a la osamenta también se hallaron una piedra de color verdusco con tonos azules en forma de cilindro en cuya superficie está grabado el numeral o glifo “dos conejo” de Ometochtli, tallado en una sola pieza y con restos de pintura azul, lo que indica que es un personaje de alta jerarquía, señaló el Enrique Martínez Vargas, director del proyecto arqueológico Zultépec-Tecoaque.
“La presencia de este personaje en el interior del aljibe, que representa el inframundo, es muy importante porque está acompañado del numeral que simboliza a la deidad del pulque y de la fertilidad. Todos los elementos que conforman su ofrenda son prehispánicos y confirma que en Tecoaque se producía, almacenaba y salía el pulque hacia Tenochtitlan, detalló el investigador.
Dicho aljibe nunca funcionó como depósito de agua, la gente sabía lo que había ahí dentro y era un lugar de veneración. Como parte de la ofrenda que acompañaba al personaje se encuentran jarras y cajetes, además de vértebras de tres niños de entre seis y ocho años, los cuales podrían estar asociados a la fertilidad que también es representada por Ometochtli. En uno de los casos, los restos presentan signos de cocción.
Además, “se encontraron los pies de una mujer”, explicó la antropóloga física Bertha Alicia Flores Hernández.
Dijo que es difícil determinar el sexo y la filiación étnica de los infantes y que el entierro principal corresponde a un individuo de entre 25 a 28 años, con leve desgasta dental y con indicios de haber tenido una buena alimentación.
“Aún no se sabe si el personaje falleció o fue sacrificado, pero sin duda tenía un alto rango y el tratamiento mortuorio que se le dio fue muy importante, al colocar en el fondo la ofrenda y en la parte superior la osamenta con su trono y su numeral que lo vinculan con Ometochtli. Podríamos decir que éste es su apellido, pero habría que definir que nombre tenía”, indicó por su parte el investigador.
Para establecer la estatura del gobernante o sacerdote, así como la morfología del cráneo y si fue dado en sacrificio o existe otra causa de muerte, expertos harán un análisis al material óseo.
“Algunos huesos largos tienen huellas rectas, como si hubieran sido seccionados con un objeto contundente, posiblemente para introducirlo al aljibe. Las huellas de poca actividad revelan que era una persona de jerarquía, destinada para un propósito, posiblemente un sacerdote o gobernante al que se le asignó el glifo de Ometochtli”, explicó Flores.
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