Los 30 años que hoy se cumplen de la muerte de Jorge Luis Borges, además de ser el marco de conmemoraciones y charlas sobre su figura como personaje del siglo XX, son la prueba de lo inconmensurable de su obra y lo fundamental de sus letras no sólo para la literatura latinoamericana, sino mundial.
“La relevancia de Borges va mucho más allá de América Latina, es uno de los escritores más notables del siglo XX, no hay literatura en el mundo que no haya disfrutado su influencia, a los 30 años de su muerte ya podemos decir que es el autor latinoamericano más importante del siglo XX”, señala en entrevista con La Razón, el escritor Christopher Domínguez Michael.
El autor de Para entender a Borges, expresa: “Modificó la gramática en español; hay palabras, usos de los verbos y declinaciones que no existían antes de él; por ejemplo José Emilio Pacheco decía: la expresión ‘fatigué los libros’ —es decir, me costó trabajo leer la obra de algún autor— la inventó él. Aunque estaba ahí, nadie la había utilizado de esa forma, y así hay decenas de ejemplos”.
Nacido en Buenos Aires, en el último soplo del siglo XIX —24 de agosto de 1899— el autor de El Aleph, ha dejado rastros en la mayoría de los escritores modernos y se equipara en importancia a los grandes de las letras en todas las lenguas.
“La influencia de Borges es colosal, es como hablar de la de Shakespeare, de Balzac o de Dostoievski, está en todos lados y a la vez no se ve, porque ya penetró hasta la raíz. Sin embargo un investigador del futuro podría detectar si un cuento en español fue escrito antes o después de Borges por la intermitencia de ciertas palabras, la forma en que se usan”, agrega Domínguez Michael.
Para el también crítico literario, el argentino representó la renovación de las letras en español. Borges junto con Octavio Paz y Juan Rulfo son los padres “del famoso Boom latinoamericano, cuyo estallido es 1967 cuando aparece Cien años de soledad de García Márquez, quizá también Alejo Carpentier forma parte de ello”.
Domínguez Michael explica: “De alguna manera a estos tres autores los arrastró la generación siguiente (Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa…) probando que la literatura latinoamericana no
nació en 1967, sino un siglo atrás con Rubén Darío, lo que pasa es que fue difícil que nos dejaran pasar al comedor, como decía Alfonso Reyes, donde estaban sentadas las grandes literaturas”.
La confirmación de esto quedó plasmada por la mano de García Márquez. “El final de Cien años de soledad es totalmente borgesiano. La idea que plantea de ser un libro que se va escribiendo mientras se va leyendo es una idea de Borges”, detalla el escritor de William Pescador.
Lector de Borges desde niño Domínguez Michael reconoce la influencia del autor de Historia universal de la infamia en los escritores actuales.
“Los cuentos de Borges fue una de las cosas que leí primero que nada y desde luego me dejaron como me siguen dejando: asombrado. Cuando aparece un escritor tan importante es inevitable que surjamos muchos imitadores, cuando yo era jovencito escribía muchos cuentos que eran imitaciones de Rulfo o Borges, es natural y eso pasó en todo el mundo, el mundo se llenó de borgesitos, pero la mayoría tuvimos la suficiente autocrítica como para tirar esos textos a la basura”.
Domínguez Michael participará hoy, junto con Verónica Murguía y Antonio del Toro, en la Mesa-homenaje Borges Bibliófilo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes a las 19:00 horas.
Finalmente el también ensayista asegura: “Si hay una prueba que la latinoamericana es una gran literatura, esa prueba se llama Jorge Luis Borges”.

