Amalinalli, Huitzi, Joana y Sariah son jóvenes prodigiosas del arpa: a sus 25 años se han adiestrado en distintos países y participado en festivales internacionales, e inclusive, Joana fue una de las ganadoras del Zagreb Harp Festival, en Croacia, el año pasado. Actualmente forman parte de la Orquesta Escuela Carlos Chávez, pero también poseen su proyecto alterno e independiente: Musas, el primer cuarteto de arpas de toda Latinoamérica.
Bautizaron su agrupación como Musas no porque éste se tratase de un concepto asociado a la feminidad y las artes, sino porque literalmente ellas buscan ser las musas de los compositores que las escuchen; quieren que, a través de su trabajo con las cuerdas, los creadores se animen a escribir piezas para arpa, pues el suyo es un instrumento muchas veces ignorado y hasta desconocido fuera de sus apariciones en la cultura popular, así como el son jarocho.
“Probamos varios nombres: primero fuimos el Cuarteto de Arpas de México y después revisamos otras opciones que sonaban igual de largas, institucionales y aburridas. Decidimos Musas porque buscamos que al escucharnos, compositores se avienten a escribir para cuatro arpas, nosotras tenemos toda la disposición de tocarles las obras, revisarlas y estar en ese proceso de creación para que se vayan especializando”, explican.
Su deseo de inspirar a la creación no fue un acto de soberbia, sino casi de supervivencia: en su búsqueda de piezas encontraron que mientras para instrumentos como el piano o violín existen cientos de conciertos, para arpa a lo mucho contaron 10, “y mucho menos hay cosas escritas para un cuarteto”.
“Muchos compositores a veces no se aventuran a escribir para arpa porque no siempre tienen una a su disposición, por lo que luego adivinan cómo funciona o suena, y también porque hacerlo es algo difícil debido a que tiene siete pedales y con cada uno se pueden hacer tres movimientos; éstos funcionan como las teclas negras del piano, son las variaciones tonales, y para poder agregar éstas a una pieza literalmente tienes que tomar en cuenta el tiempo que te va a tomar hacer los movimientos de pies”, lamentan.
Pero si encontrar la música les ha sido una tarea complicada, conseguir los instrumentos en sí fue una odisea: “nosotras tocamos el arpa de pedales, mide entre 1.75 y 1.90, y es cara: las más simples pero cumplidoras rondan en los 20 mil dólares, y una profesional arriba de los 30. Además, no son fabricadas en el país, son importadas de Chicago, y a su precio todavía hay que sumarles el envío, la aduana, cuerdas de repuesto y accesorios”, detallan.
Ninguna posee un arpa propia, pero eso no ha sido un impedimento para ensayar y preparar el recital: “hemos tenido que ingeniárnoslas para poder ensayar: nos escurrimos a escuelas que tienen clases en las noches y hasta nos ha pasado que nos quedamos encerradas hasta el otro día, y para la fecha tuvimos que rentarlas y hacer toda un logística para trasladarlas, literal parecía que nos estábamos mudando”.
Pese a estos obstáculos, tienen todo listo para su primer recital este 23 de marzo. El tema es la primavera e interpretarán piezas de reconocidos compositores como “La canción de la noche”, de Carlos Salcedo; “Matinal” y “Viento”, del trágico Mario Ruiz Armengol, “Vasalles”, de la israelí Tali Glaser y hasta un arreglo del clásico danzón “Nereidas”. Además, incluirán piezas contemporáneas escritas por jóvenes compositores a quienes ya han seducido con su música.
“El arpa se asocia con cosas de hace dos siglos como la realeza e hijas de nobles como María Antonieta, y en México con el son jarocho. Queremos mostrar que es mágica y contemporánea; por ello pusimos nuestra alma en este proyecto y esperamos lograr que quienes nos escuchen se enamoren y que así se logren abrir mayores posibilidades para el instrumento”, concluyen.
El Dato: El proyecto surgió de casualidad, cuando las jóvenes conversaban a cerca del arpa y coincidieron en formar un cuarteto.