La Bauhaus, cimiento de vanguardias artísticas, cumple su primer siglo

Foto: larazondemexico

Al hablar del legado que dejó la Bauhaus, la escuela que reunificó disciplinas como la escultura, la pintura, las artes aplicadas y manuales, logrando cambiar la historia del arte y el diseño, se suele destacar a grandes figuras como Wassily Kandinsky, Paul Klee, László Moholy-Nagy y Ludwig Mies van der Rohe. Sin embargo, pocas veces se menciona a esa generación de mujeres que también representaron un hito: Marianne Brandt, Lucia Moholy, Anni Albers y Alma Buscher, por mencionar a algunas.

Y es que en 1919, fecha en que se fundó la escuela, se prometía que ésta sería un lugar donde no habría distinción por género, hecho que inmediatamente interesó a mujeres que en ese tiempo todavía se abrían espacios para lograr matricularse en alguna institución. Fue tanto que las mujeres que se inscribieron casi igualaron al número de hombres. Ellos eran 61 y ellas 51.

Lo anterior, no fue visto con buenos ojos por Walter Gropius, fundador de la Bauhaus, por lo que las mujeres fueron relegadas a talleres que se consideraban “aptos para ellas”: tejeduría, encuadernación o cerámica. Ejemplo de ello fue Anni Albers, quien al no ser aceptada en el de pintura optó por de tejeduría.

“Es necesaria una estricta selección, sobre todo en cuanto al número demasiado elevado del sexo femenino”, llegó a expresar Gropius.

Sin embargo, pese a los prejuicios tanto de maestros y alumnos de la Bauhaus, algunas mujeres lograron inscribirse en talleres que se atribuían al género masculino. Alma Busher estuvo en el de madera. Junto con Erich Brendel diseñó la habitación de la casa modelo Haus am Horn.

Por su parte,  Marianne Brandt, fue la primera mujer admitida en el taller de metal. Pero al inicio no fue bien recibida, de acuerdo con una carta que recupera Mercedes Valdivieso en Retrato del grupo con una dama: el papel de la mujer en la Bauhaus: “se pensaba que el taller de metal no es el lugar para una mujer. Esto me lo confesaron más tarde y esta opinión la mostraron encargándome principalmente trabajos aburridos y laboriosos… Más tarde nos hemos llevado estupendamente y nos hemos compenetrado muy bien”, señalaba.

Brandt hizo diseños que ahora forman parte de la historia de esta profesión, como el juego de té o la lámpara de sobremesa que creó junto con Hin Bredendieck. Al principio varias de sus creaciones no eran firmadas con su nombre sino con el de la Bauhaus.

En el ámbito de la fotografía destacó Lucia Moholy, esposa de László Moholy-Nagy. Entre 1923 y 1928 capturó alrededor de 500 imágenes tanto de los edificios de la escuela como de lo que se elaboraba en los talleres. Sin embargo su trabajo no fue reconocido, nunca se firmaron con su nombre estas fotografías.

Inspira diseño y arte

Aunque en 1932 cerró tras el ascenso del régimen nazi, su legado fue llevado a otras partes del mundo y llegó a distintas disciplinas, desde la danza, hasta el teatro, la pintura, el diseño y la arquitectura. Significó un salto a la modernidad por la conjugación de la tecnología con el arte.

Ejemplo de ello es la casa Schminke, en cuya arquitectura está presente la influencia de las enseñanzas impartidas en la Bauhaus; el Hufeisensiedlung, un complejo de dos mil viviendas que fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008 y cuyo creador fue Bruno Taut; y la Torre Einstein, de Erich Mendelsohn, en el caso de la arquitectura.

También fueron importantes los diseños funcionales como las lámparas Anglepoise, las pantallas de aluminio orientables, sillas y juegos de ajedrez.

En la danza y las artes escénicas, por ejemplo, el trabajo de Oskar Schlemmer con su Ballet Triádico, fue crucial para romper las barreras con otras disciplinas. En la obra, tres bailarines  ejecutan doce coreografías de forma alternativa, utilizando 18 vestuarios elaborados con materiales pesados y rígidos como el metal. Este trabajo, que se presentó en 1922, fueinspiración para artistas como David Bowie, decádas después.

En México, quienes trajeron estas ideas vanguardistas fueron Herbert Hormann y Hannes Meyer, así como Josef y Anni Albers, quienes pasaron largas temporadas en el país estudiando artesanías.

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