El son cubano, género vocal e instrumental bailable, que surgió a finales del siglo XIX en el Oriente de Cuba (Baracoa, Guantánamo, Santiago, Manzanillo...) en la fusión de ritmos españoles y africanos, y se popularizó en La Habana en los años 20 con proyección internacional en la faena de grupos y figuras como el Sexteto Habanero, Miguel Matamoros, María Teresa Vera, Ignacio Piñeiro, Arsenio Rodríguez, Benny Moré, Bienvenido Julián Gutiérrez, Septeto Nacional, Miguelito Cuní, Ibrahim Ferrer o Compay Segundo, ha quedado inscrito este miércoles en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por el Comité Intergubernamental de Salvaguardia Cultural de la Unesco, reunido en Nueva Delhi, India.
El son, una práctica tradicional de música y danza que apela al canto y a lo instrumental, se interpreta en dúo o en grupo en manifestaciones de improvisación en diálogo con estructuras de pautas melódicas y rítmicas fijadas. Género que integra textos inspirados en lo cotidiano y conjuga influjos musicales africanos y europeos. El baile está vinculado a la pendular sonoridad: el bajo y las percusiones rigen los pasos de los bailarines.

Cantores, bailarines, compositores y músicos juegan un papel determinante en los trazos y conformaciones de una consonancia de cadencias donde un vocalista lidera la interpretación, improvisando versos y guiando la danza, mientras que la guitarra tres (instrumento de tres cuerdas dobles) desempeña un papel esencial en la proporción melódica en contrapunto con las percusiones (clave, bongó, tumbadora...) y la trompeta (incorporada en el formato de agrupaciones urbanas).

¿Cuáles son los mejores eventos en la CDMX del 12 al 14 de diciembre?

“El son es la columna vertebral de la música cubana”, asegura el musicólogo José Cuenca en el expediente presentado para la candidatura ante la Unesco. “El son no sólo nos identifica en el amor de un género musical, sino que nos identifica como personas, como cubanos”, afirma el pianista y compositor Pachy Naranjo, director de La Original de Manzanillo, orquesta que renovó el “son” tradicional en la década de los años 60.
Uno de los géneros musicales más influyentes en Latinoamérica durante el siglo XX. Se extendió por Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Dominicana, Panamá y México: raíz del conjunto de modalidades musicales bailables (la salsa originada en los 60 en Nueva York) resultantes de la síntesis de variantes soneras.
A finales de la década de 1990, el álbum del Buena Vista Social Club, grupo integrado por destacados soneros de los años 30 y 40 (Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Eliades Ochoa...), propició una admiración de proyección mundial por el son cubano. El tema “Chan Chan”, de Compay Segundo, se convirtió en un himno representativo de la riqueza de una modalidad melódica-rítmica nacida hace más de un siglo en las zonas rurales del oriente cubano.

Cuba ya cuenta con varias tradiciones inscritas en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: Tumba Francesa (conjunto de cantos y bailes acompañados de percusión que llegaron a la isla con los colonos franceses y sus esclavos haitianos a finales del siglo XVIII), La Rumba, el Punto Cubano, el Bolero.
“El son es lo más sublime para el alma divertir / se debiera de morir / quien por bueno no lo estime”, dice el estribillo de una de las composiciones soneras más populares de Cuba, autoría del compositor Ignacio Piñero: alaba el caudal del son cubano para alegrar el cuerpo y el espíritu a través de una experiencia gozosa enraizada en lo humano: reflejo de cubanía. Sí, el son ha trascendido las fronteras de la Isla: hoy es un bien cultural de toda la humanidad.


