CERDOS BÍPEDOS

CERDOS BÍPEDOS
Por:
  • raul_sales

Revisó la lista de solicitudes de transplante y cotejó la misma con la existencia de los órganos en “la granja”, dos corazones, siete hígados, 3 riñones y un pulmón. Hizo una mueca de frustración, los pulmones, por alguna razón que no se explicaba, no se formaban de manera adecuada dentro de los cerdos modificados genéticamente. Supo de las murmuraciones cuando pidió que colgaran a un cerdo de manera vertical, pensaban que estaba loco pero él sabía que a la genialidad de la locura solo lo separan los resultados.  Contrario a lo que se creía, los cerdos eran la especie más compatible con la humanidad y fue cuestión de poner un gen aquí y quitar otro allá para que los órganos interespecies fueran compatibles pero, los malditos pulmones no servían para nada y la única variable era que los donantes se la pasaban en cuatro patas toda su existencia. Una lobotomía al lechón, una corriente constante para evitar atrofia muscular y en unos meses sabría si era un genio o un loco.

Tampoco importaba tanto, con los demás órganos tenían cubierto los costos, la investigación, los sueldos y una enorme proporción de utilidades que se ingresaban en sus cuentas secretas. De ese ingenuo y utópico médico genetista que había enfrentado cielo y mar y tierra para salvar a su fallecida esposa ya no quedaba nada, si bien seguía despreciando el sistema de asignación a los más ricos por encima de los casos urgentes, su consciencia quedaba apaciguada sabiendo que ahora le pagaban a él y se daba el lujo de cobrarles cantidades astronómicas. De vez en vez, el gusano de la ética tenía espasmos cuando veía el mismo nombre anotado por un órgano igual, generalmente para el millonetas alcohólico que se bebía botellas de miles de dólares para vomitarlas y seguir bebiéndolas hasta destrozar sus nuevos hígados y comprar otro para seguir haciéndolo o el magnate viejo que creía que las jovencísimas damas que lo acompañaban lo hacían por sus pronunciadas arrugas que le daban un aire “interesante” y su novísimo corazón de diseño. Excesos y vida prolongada, eso querían y con el dinero que tenían podían hacerlo siempre y cuando estuviera él para seguir proveyéndolos y era una deliciosa ironía que los “cerdos”, tuvieran partes de verdaderos cerdos.

Los problemas de rechazo habían sido resueltos hacía mucho, la mayoría de los órganos eran compatibles, los demás eran manufacturados con células madre o plástico biodegradable. El dinero fluía, las necesidades y hasta los lujos de sus tataranietos estarían cubiertas sin ningún problema y, no obstante, se sentía vacío, había iniciado esto por su mujer y no pudo salvarla, su caso era urgente y el único órgano disponible se lo dieron a quien hubiera podido pasar años con apenas algunos cuidados solo porque era el hijo de un empresario metido a la política, dinero y poder vs urgencia, en un mundo ideal, en uno en el que él había decidido estudiar medicina y querer curar las enfermedades congénitas, ese versus hubiera estado claro pero, en esta asquerosa realidad, no fue así.

Tiró las cosas sobre el escritorio, en ocasiones se daba asco, caminó hacia los laboratorios, ver a los animales enjaulados, colgados, abiertos en canal, el olor a sangre mezclado con antiséptico terminaba de convencerlo de que era igual de animal que los que estaban en los cubículos. El laboratorio siete tenía un cerdo joven, aún no completamente desarrollado suspendido de un arnés metálico, con electrodos pegados y un tubo gastrointestinal, prendió el visor y la imagen tridimensional que se formó frente a él era de unos pulmones viables, no en su totalidad por la falta de desarrollo completo pero sí, viables. Tecleó unas notas en el computador y mandó la instrucción de hacer lo mismo con 50 lechones recién destetados, los pulmones eran una mina de oro, el tabaco era un vicio socialmente aceptado y los vaps incrementaron la demanda.

Había muchos experimentos pendientes y mientras tuviera una manguera de dinero conectada proveniente de “los cerdos bípedos” podría seguir haciéndolo, no había justificación ética, ni siquiera era necesario el alargar la vida, era nada más el hecho de reventar el sistema, el asqueroso sistema... Sí, era un asco de sujeto... asquerosamente rico.

En su cumpleaños 182 su sexto corazón falló y ni siquiera la bomba de sustento de emergencia pudo mantenerlo con vida en el traslado al hospital de la granja. El fallecido era el Dr. Leonardo T. Lorcas, el primer humano en haberse trasplantado la totalidad de sus órganos, el primero en incorporar mejoras biosintéticas, el primero en cumplir más de siglo y medio, el primero en comprar su propio país y establecer su propio reinado. El primero en acabar con los sistemas establecidos y crear uno que a través de la deshumanización de la especie logró humanizar la consciencia.