“El silencio es la manera más cabal de circundar la belleza”

“El silencio es la manera más cabal de circundar la belleza”
Por:
  • carlos_olivares_baro

La meditación es un recogimiento y también una peregrinación. El silencio es la vía que nos conduce a

los cotos adyacentes de la médula de vivir: entrar a la espiral de un tiempo suscrito en la armonía. ¿Quién soy en el enigma elíptico de frondas mudas que me dibujan en el espejo superpuesto en los azares de una aventura de transparencia acotada por olas atajadas? ¿Somos otros cuando nos entregamos al abraso de la pausa? ¿Silencio y vacío se complementan? Alejarse del ruido externo: entrar a la soledad sonora y convivir con la música callada que quería San Juan de la Cruz.

Biografía del silencio (Siruela, 2015), del sacerdote católico y escritor Pablo d’Ors (Madrid, 1963), explora los arcanos de las quietudes, y se detiene en los abrigos de los rumores internos para despojarnos de los egoísmos y conjeturar el mundo junto con los diferentes a nosotros. “La meditación busca desempolvar el ego. Mirar la realidad y apreciar los mundos que contiene y compartirlos. Escucharse a sí mismo y advertir los adentros y eso es quizás, sólo posible en las hojarascas del silencio”, comentó en entrevista con La Razón Pablo d’Ors, consejero del Vaticano, por designación expresa del papa Francisco.

Es usted fundador de la asociación Amigos del Desierto. ¿Cuáles son los propósitos de esa organización? Más que un propósito tenemos la misión de profundizar y promover la práctica de la meditación. Después que conocí al sacerdote jesuita de origen húngaro Franz Jalics y leer sus libros conformé, siguiendo sus doctrinas, esta agrupación de meditación cristiana. No nos interesan los dogmas, nos interesa el acto contemplativo para acercarse a la consonancia profunda. Hay un abismo que nos aleja de esa hondura humana.

¿Meditación desde el silencio? Sí. Meditar no es sentarse a diario con los ojos cerrados en determinada posición corporal; no, meditar es convertirme en un sujeto consciente del silencio, de la existencia de la pausa y de la quietud. Silencio que consiste en contemplarse desde la consciencia. Con el silencio podemos responder de manera consciente a muchas preguntas esenciales de lo humano.

Biografía del silencio se lee como una hermosa crónica poética en que la experiencia contemplativa juega un papel clave… ¿La poesía como un acto de persuasión? No. La literatura y, más que todo, la poesía no tienen fines doctrinarios. Me halaga su lectura de advertir en mi prosa ecos líricos, pero sólo he querido trasmitir mi experiencia haciendo usos de una retórica quizás nacida de mi contacto con el silencio. La poesía es música más que otra cosa. Pero, mire usted, en este libro trazo una desmitificación del acto de meditar.

Le doy otra definición: ‘Meditar es también vislumbrar en lo real esas fugacidades que nos regala Dios: instantes en los cuales sabemos quiénes somos en realidad’. Nada mejor que el lenguaje, es decir, la poesía para saberlo.

¿Meditación como terapia? Nada que ver una cosa con la otra: puedo afirmar que la meditación escarba en zonas que la terapia no sospecha. Todas las terapias son analíticas, se sustentan en el diálogo, en el intercambio discursivo, con eso curan. Sin embargo, la meditación se sostiene en la elipsis, en la síntesis y logra sanarnos, repito, en las sinuosidades del silencio. Creo que hay heridas del alma que sólo suturan por recapitulaciones.

¿Meditando reconocemos lo humano que podemos ser? Así es. La meditación es un gesto de amor hacia uno mismo. ¿Quiere usted algo más caritativo que ese trance? Vivimos demasiado lo exterior: nunca nos detenemos en lo interior, pienso que esa franja debe ser más cuidada.

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