El último trago de Buikay Chucho

El último trago de Buikay Chucho
Por:
  • larazon

Carlos Olivares Baró/carlos.olivares.baro@hotmail.com

Buika es una negra gitana que pregona con furor y nos acurruca. Chucho es un nigromante que saca del piano ensueños y nos hace felices de vez en vez en la vida. Buika es una muchacha que nació del mar y porta como estandarte los vicios de la noche. Chucho traza líneas desorbitadas en los filos de la luz. Buika dibuja los aposentos y deshoja los párpados del tedio. Chucho robustece los hechizos. Buika está enamorada de los dolores de los amantes. Chucho prolonga los pronunciamientos. Buika azuza los ardores. Chucho atempera la furia desde la frontera de la marea. Buika viaja bajo la correncia del aguacero. Chucho apuntala la sorpresa. Buika desordena los armarios. Chucho abrasa las resinas. Buika se roba las adormideras. Chucho nos instiga al viaje. Buika desafía las estaciones y nos columpia por los bordes del tiempo. Chucho acuna los azares. Buika canta las sílabas de las efusiones. Chucho predice la perpetuidad de las espumas. Buika y Chucho en polifonía de pasmos. Ella con su flamenco soul, con su flamenco punk, con sus coplas: ella con su arrojo. Él con su gama de aristas afrocubanas, con su aroma de notas, con sus apuntes neoclásicos: él con la infinitud en su piano.

Concha Buika (Palma de Mallorca, 1972) y Jesús Chucho Valdés (Quivicán, Cuba, 1942) grabaron en Ciudad de La Habana, en 11 horas un suceso musical que se llama El último trago (Warner Music Spain, 2009) pidiendo prestado un racimo de boleros, canciones rancheras y coplas: ella de fiesta con su vestido oloroso a pulpa de Guinea Ecuatorial; él sentado a su piano cómplice del flamenco, vistió con armonías afrocubanas a José Alfredo, Agustín Lara, Fabregat, Zaisar, Alvaro Carrillo, Brito/Sansores y Clavell. Los dos son responsables de estos lamentos en vertientes con el río de la congoja amorosa, de estos latidos a cabalgata del corazón.

Bajo (Lázaro Rivero Alarcón), batería (Juan Carlos Rojas Catro), percusiones afrocubanas (Yaroldy Abreu Robles), trompeta (Carlos Sarduy) y guitarra flamenca (Javier Limón) aderezan una sonoridad de rumores frondosos con el piano de Valdés como centro, y la voz de Buika catalizando clamoreos y subrayando retumbos. Una docena de composiciones que ya Chavela Vargas nos las había puesto en los fondeaderos de nuestros pactos sentimentales y que ahora esta mulata nos las restituye en cortes de atrevida pronunciación.

Presencia de José Alfredo deambulando en las modulaciones de Buika, gustoso de sentirse viajero en los acordes del bolero, el soul flamenco y el son que descargan piano, trompeta y percusiones. Todo comienza con “Soledad” (Fabregat) en doliente fraseo y tumbaos danzoneros para continuar con “Sombra” (Brito/Sansores) en convenio orquestal de Chucho en la plaza del mambo/son. Dos de las más hermosas y dolientes tonadas de José Alfredo, “Las ciudades” (“…las distancias apartan las ciudades, / las ciudades destruyen las costumbres…”) y “Vámonos” (“Y vámonos donde nadie nos juzgue…”) se conciben en una suerte de vals en éxtasis: resuellos de Buika que explotan en el centro de nuestra evocación. Sabroso el guaguancó que nos regala el grupo en “El andariego” (Carrillo) que la “hija negra” de Chavela scatea en recodos gitanos con soltura ingeniosa. En “Un mundo raro” (José Alfredo) la guitarra de Limón hilvana los motivos melódicos con sutil arenga ibérica. Lara se regodea en un son montuno de sabrosa cadencia en “Se me hizo fácil”. Diálogo y confabulaciones de piano y voz en “El último trago” (José Alfredo), quizás el momento más íntimo del álbum: colaboración tonal repleta de coloridos armónicos y regalo que nos arrebata el llanto.

Disco no apto para apasionados: los fervorosos que padecen las alevosías que rasguea el amor que se acerquen aquí con cautelas. Buika y Chucho nos entregan un folio musical realizado en los intersticios y ecos de “Lagrimas negras” de Cigala y Bebo. Otro acierto de Casa Limón. Otra vez el corazón nos late de prisa: sabemos por supuesto, que éste no será el último trago.

World Saxophone Quartet/Rhythm And Blues

Julius Hemphill( alto, soprano, flauta), Oliver Lake (alto y soprano), Hamiet Bluiett (barítono y clarinete alto) y David Murray ( tenor y clarinete bajo): fundan en 1977 una agrupación revolucionaria, World Saxophone Quartet. Vanguardia y dotes de técnica emancipadora y lúdica: aplicación de elementos de funk libre y sonoridad afro. Traslación de un cuarteto de cuerda clásica al sax. Fogueo de muchos instrumentistas: Blythe, Person, Spaulding… Capaces de tocar blues, hip hop, funk, neoclásico, free, hard, bebop… Breña y llovizna en los solos de Murray.

Booker Little/Out front

Booker Little (1938 – 1961) grabó Out Front (Candid, 1961. Remasterizado, 1989) meses antes de su lamentable muerte a los 23 años; lo acompañan Julian Priester (trombón), Ron Carter/Art Davis (bajo), Don Friedman (piano), Max Roach (batería, vibráfono y timpani) y Eric Dolphy (saxo alto, clarinete bajo y flauta). ¡Vaya nómina! Encuentro histórico. No olvidar las famosas sesiones de Little con Dolphy en The Five Spot de Nueva York: puertas de entradas a los elementos armónicos del free. Out Front se mueve en los límites del hardbop: discordancias sorpresivas y modalidades que advierten la presencia de la vanguardia. Siete composiciones del joven trompetista con armonizaciones que los integrantes del grupo asumen con cabal oficio: ojo con l

as escapadas de Priester, atención

a las improvisaciones de Dolphy, mitigado walking bass de Carter

y Davis, acompasados golpes de Roach y digitación flemática

y elegante de Friedman. CD de agasajo para los amantes del jazz.

Susie Arioli/Night lights

Vocalista de Toronto que ha desarrollado su carrera como jazzista en Montreal, Susie Arioli acaba de visitar nuestro país invitada al Festival Cervantino. En mancuerna con el guitarrista Jordan Officer nos trajo de regalo su más reciente producción discográfica Night Lights (2009) que ya se vende en tiendas de discos de nuestro país gracias a la edición y distribución del sello Straight Songs. Con un formato de dos guitarras (Jordan Officer, vocal acompañante; y Michael Jerome Browne), bajo, sax tenor y barítono, trombón, fliscorno y percusiones (Susie Arioli Band) la canadiense consigue ajustar su fraseo de suave tesitura y crea una llovizna de apacible incitación. Trombón, fliscorno y guitarra tejen zonas donde el blues, el wester swing, los guiños country y las armonizaciones cool derraman feeling en hervores. “Blues Skies”, “Beyon The Sea” o “Lumiere De Nuit” convierten este álbum en ineludible. Presten atención a la guitarra de Officer.

fdm