Ernesto Lumbreras hace un viaje a su infancia en “Ábaco de granizo”

El poeta, ensayista y crítico de arte Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) presento este jueves en conferencia de prensa, Ábaco de granizo (Editorial Era, 2022), cuaderno que es un recorrido por Ahualulco de Mercado --su pueblo natal-- a través de relatos, crónicas y viñetas en evocaciones de paisajes, personajes, comercios, la estación del tren y calles en una búsqueda de la infancia con índices que se insertan en circunstancias del presente.

“Este volumen se centra en el final de mi infancia, la nostalgia se encarga de evocar sitios entrañables. El ayer regresa para mirarlo desde el presente. La memoria hace que los hechos vuelvan a suceder: aquí está don Panta, quien conduce un ‘manantial portátil’ para llevar agua a las casas, acompañado de su ayudante enano, que según decían se convertía en mancebo y se robaba a las muchachas más hermosas de la región. Sí, es un libro que narra la historia del pueblo donde nací y lo hace desde las cosas que están en mis recordaciones”, expresó Lumbreras en la Casa Editorial Era.

Libro que oscila entre la crónica, la narración, lo lirico y guiños con el ensayo que recuerda a La Feria, de Juan José Arreola, en la edificación de una bitácora que proyecta una luz sobre lo pretérito desde el asombro. Reminiscencias de sitios: la fábrica de hielo, la farmacia, la panadería, el cine, el rastro municipal, la gasolinera, el prostíbulo, el night club, la estatua del cura Mercado, el puesto de revistas, el banco, la antigua cárcel y el cementerio.

“Aparecen fantasmas, el otro rostro de la muerte; el erotismo como descubrimiento y los vislumbres del amor. Siempre quise homenajear a Carlos Pellicer cuando escribió: ‘El agua de los cántaros sabe a pájaros’. Estas viñetas saben a mi niñez, ese jardín perdido que he querido recobrar con una prosa bañada de un lirismo sensual y hasta espectral. Todo se sustenta en mi imaginario personal en la confirmación que fue en el pueblo natal, quizás el sitio en que pasé mis mejores años”, concluyó Ernesto Lumbrera, autor también de Espuela para demorar el viaje, Premio Poesía Aguascalientes 1992.

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