Frida Kahlo: breve celebración

Frida Kahlo: breve celebración
Por:
  • miguel_angel_munoz

“Frida con el mono araña; Frida con el doctor Farill; Frida en forma de venado herido; una Frida 1890 transfundiendo su sangre a una Frida con su columna vertebral rota —una columna clásica con capitel corintio— y mil clavos que le atormentan la carne”.

Gutierre Tibón

Frida Kahlo (1907-1954), tuvo la fortuna de vivir un tiempo y un medio siglo  XX de gloria,  no sólo para el arte Europeo, sino también para la pintura mural en México.. Es sin duda la pintora mexicana de mayor prestigio en el siglo XX y su contribución  al arte de nuestro país es rotunda desde cualquier punto de vista tanto formal como imaginativo, narrativo y experimental. Además es la artista esencialmente mexicana, sin ataduras ni ansiedad de estilo y escuela, ajena a la tradición moralista y europea, que descubrió muy tarde y con sorpresa, sobre todo a Pablo Picasso y al cubismo en general. Paul Leduc le hizo una película;  Le Clézio  escribió una novela: Diego y Frida; el ensayo  de Carlos Fuentes dedicado a sus breves  textos, escritos  a manera de diario es muy bueno…

Sus numerosos autorretratos son  un amplísimo abanico de sensaciones y sentimientos, desde la seducción fascinadora que ella ejerció con explosivos resultados, hasta el dolor más atormentado; en su aspecto físico, en su aspecto intelectual y moral. Frida no se retrata por narcisismo. Dice: 'cómo no voy a pintar (me) si es con quien más estoy, en una cama y con un espejo encima todo el día me veo. Me pinto porque soy la persona a la que mejor conozco'". Son cuadros  que grita su amor, su odio y su desesperación. Anverso y reverso de un sufrimiento constante. El sacrificio se transformo  en arte.  “Incluso – dice John Berger-  en los días en los que el dolor o la  enfermedad la obligaban a guardar cama, se pasaba varias horas de la mañana aseándose, arreglándose. Todas las mañanas, decía, me visto para el Paraíso. Es  fácil imaginarse su cara en el espejo, con esas cajas que se juntaban naturalmente y que ella acentuaba con el lápiz…”.

 

Sus autorretratos han marcado época, visualizan la  búsqueda de un yo interior sin pretensiones psicológicas. Autorretrato (1938);  Árbol de la esperanza, mantente firme (1948); Autorretrato con Bonito (1941) o Autorretrato con pelo suelto (1947). Un desafío estético en el tratamiento, no sólo de la pintura, sino en su resultado.  Todo un espejo constante lleno de vida y de dolor. Ese dolor que Frida volvió arte, poesía, Un mundo lleno de vivencias, que refleja su sensible visión del mundo. El espacio pictórico se transforma, se deja transformar por el color, por cada objeto que la artista va agregando en su composición. El cuadro vibra, existe. Frida entendió  que hay que alcanzar un momento neutro en el que lo importante es sentir las emociones que difunden las formas. A partir de  la experiencia, Frida había explorado en sus naturalezas muertas,  las  posibilidades del arte por su misma exigencia de intensidad.  Son obras, pues, que visualizan un profundo dolor,  pero también  un   gusto único por la pintura. Ese es quizá el mayor aporte de Kahlo  al arte mexicano.