“La Inquisición hoy toma el nombre de linchamiento en redes sociales”

Santiago Roncagliolo (Lima, Perú, 1975) —Premio Alfaguara 2006 por Abril Rojo— publica El año en que nació el demonio (Seix Barral, 2023), novela ubicada en el Virreinato del Perú, 1623, convento de Santa Clara, de la Ciudad de los Reyes —hoy Lima—: noche brumosa de brisas turbulentas envuelta en designios aciagos, una joven novicia da a luz a la criatura de dos cabezas, lengua agrietada y ocho extremidades que, por su extraña fisonomía, infiere al demonio y sus calamidades.

Alonso Morales, alguacil principiante del Tribunal del Santo Oficio, es el subalterno designado para poner en claro la naturaleza del ser que ha venido a espantar a la comunidad considerado como representante del mal. Mediante misivas dirigidas al Consejo Supremo de la Santa Inquisición, Morales da fe de sus indagaciones y, asimismo, de la aparición de Santa Rosa de Lima —bruja y santa— hacedora de milagros, mujer que puede conversar con Dios y también con el diablo.

El autor de la elogiada novela La cuarta espada erige un retrato exhaustivo, a través del uso de una prodigalidad verbal que dialoga con el realismo mágico, de una Lima oscura, sombría, violenta, acechada por el crimen, la descomposición social y la irresolución derivados de una rigurosa investigación de la sociedad peruana de hace cuatro siglos.

“Ha sido un trabajo de escritura difícil, tenía el empeño de que cada capítulo fuera el testimonio de circunstancias de la primera mitad del siglo XVII peruano. Abordo la Inquisición, el virreinato, las luchas de los mineros y la aparición de la bruja-santa Rosa, entre otros asuntos de ese cosmos fascinante y maravilloso, a través de los actos del protagonista, Alonso Morales”, comentó en entrevista con La Razón el escritor Santiago Roncagliolo, ganador del Premio Británico de Ficción (2011).

¿Novela cercana al Neguijón de Fernando Iwasaki? El nacimiento del demonio fue un hecho real, ese monstruo enviado por el diablo nace de un libro de Fernando Iwasaki, recurro a las conversaciones que he sostenido con él durante muchos años y de su ensayo ¡Aplaca, Señor, tu ira! Lo maravilloso y lo imaginario en Lima colonial, fuentes de inspiración para la escritura de la novela.

¿Lo real maravillo de Carpentier o el realismo mágico garciamarquiano? Una época de realismo mágico: todo contexto enigmático manaba del espíritu celeste y los demonios, de las hechiceras y las santas. No había posibilidad de dar definiciones razonadas; todo debía estar acorde con las Sagradas Escrituras. Universo que era aceptado dentro de los cánones impuestos por la Inquisición. El discurso barroco, deuda con el narrador cubano.

¿Thriller ubicado en el siglo XVII? La narración inicia con esa tonalidad, siempre estimé que así iba a ser el arranque en la posibilidad de erigir un thriller desde la perspectiva del siglo XVII. Testimonio del alumbramiento desde la voz del alguacil del tribunal del Santo Oficio, Alonso Morales.

¿Relectura de la figuración del demonio? Me propuse suscribir y evocar los azarosos escenarios de una sociedad dominada por la Inquisición, la hechicería, el crimen, la corrupción y la incertidumbre.

¿El siglo XVII en correlaciones con circunstancias actuales? Muchos incidentes se repiten en nuestros días; por ejemplo, el diseño de la bruja fue concebido para culpar a las mujeres: la violación se justifica porque ellas se visten de manera provocativa. La Inquisición hoy toma el nombre de cancelación y linchamiento en las redes sociales. La corrupción se anida en el poder como ocurría con el linaje de los virreyes. Invoco la tenebrosidad del pasado para exteriorizarla en el presente.