José Adiak Montoya rememora hechos que marcaron su exilio

José Adiak Montoya (Managua, Nicaragua, 1987), ganador del III Premio Centroamericano Carátula de Cuento 2015, fue incluido en la lista de la revista Granta de 2021 como uno de los 25 mejores autores jóvenes de la lengua castellana: su carrera literaria se consolida de manera convincente avalada por las novelas El sótano del ángel (2010), Un rojo aullido en el bosque (2016) y Lennon bajo el sol (2017) y particularmente, Aunque nada Perdure (2020), que narra la vida de la escultora Edith Gron, quien estudió en la Academia de San Carlos de México.

Aparece El país de las calles sin nombre (Seix Barral, 2021) nueva novela en que Adiak Montoya narra el regreso de una mujer, Alice Miller, quien llega al país centroamericano tras la muerte de su abuela en 2018, periodo de los inicios de las manifestaciones contra el régimen del presidente Daniel Ortega que dejó un saldo de 300 jóvenes asesinados, cientos de presos políticos y obligó a 100 mil nicaragüenses al exilio.

“Es mi novela más íntima y la más imbuida en la temática política. Quería referir los encontronazos de la guerra y los exilios. Alice Miller es un pretexto para develar las pesadumbres que nos azotan como nación. Los conflictos bélicos de los 80 que derivaron en la destrucción de familias y hogares: quise ejemplificar una coincidencia con el retorno de la protagonista en abril de 2018, y el estallido de violencia causado por las protestas contra el presidente Daniel Ortega a las que respondió con una escalada represiva”, expresó José Adiak Montoya a La Razón.

¿Razones por las cuales usted se vio obligado a irse de Nicaragua? Viví una etapa de terror. Dormía con el eco de las metralletas. Helicópteros sobrevolaban la ciudad. Había manifestaciones y señales de matanzas ordenadas. Yo me vine a México en julio de 2018. Lo perdí todo. No quise esperar a que algo se puntualizara contra mí, preferí prevenir antes que lamentar. La publicación de esta novela hace más difícil mi retorno a Nicaragua.

¿Relato donde entran en juego los laberintos de la memoria? Yo diría que hay un doble cotejo con la memoria: la colectiva y la personal. Los episodios desordenan y contrastan los recuerdos individuales de Alice, quien descubre las conexiones con el pasado y pretende reconstruir su identidad. La memoria colectiva, la del país, nos lleva a zanjar las confusiones del presente.

¿Desencanto de generaciones: los que lucharon en contra de Somoza y los jóvenes que nunca creyeron en el presidente Daniel Ortega? En la protagonista Alice se percibe ese desencuentro de dos generaciones: aquellos que entregaron los mejores años de sus vidas por el sueño revolucionario, hoy decepcionados por la concentración del poder en una familia; y los jóvenes que nacieron con la oposición a esa revolución mal llamada ‘sandinista’.

¿Prosa humedecida por improntas poéticas? Soy heredero de una gran tradición poética encabezada por Darío. Escribo en los linderos de esa efusión lírica, no puedo sustraerme de ella.