UN MOMENTO FELIZ

UN MOMENTO FELIZ
UN MOMENTO FELIZ
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Insertó el plug de interfaz en el indistinguible puerto detrás de su oreja izquierda, y casi instantáneamente la sedosa voz de la asistente virtual le dio la bienvenida a la red de su casa, no había mucho por hacer, sus wearables mandaban datos constantemente y la casa había ajustado la temperatura ambiente con la de su cuerpo para generar un ambiente de comodidad, sin frío, sin calor, justo la que necesitaba, la cafetera había preparado una infusión de mezcla de granos oaxaqueños que invadía agradablemente sus fosas nasales mientras las bocinas tocaban la selección musical acorde al ánimo que identificaba el asistente con la serie de datos a su alcance, presión sanguínea, frecuencia cardiaca y respiratoria, contracción muscular y ángulo y altura que se traducía en micro gestos que permitían tener una certeza absoluta acerca del estado anímico presentado por el portador y actuar en armonía con ello.

Hoy era una fecha complicada, la ausencia física le pesaba más en el aniversario de su muerte, tantos malditos avances en mil cosas absurdas e inútiles y no habían podido curarle una gripa a la que ni el pediatra ni ellos le habían dado mayor importancia pues, era una simple gripa, nunca pensaron que se agravaría a tal velocidad y que sus pequeños pulmones colapsarían. No hay peor dolor que la pérdida de un hijo, eso era una verdad grabada en piedra, ni siquiera el fracaso de su matrimonio por la culpa transformada en venenosa y flamígera acusación en un perverso y estéril toma y daca pudo competir con el dolor, al contrario, este se mantenía vivo, consciente, hiriente, cual fuego salvaje cuya llama consumía la poca cordura que le quedaba.

Se repetía hasta el cansancio que la capacidad creativa se había desperdiciado en cosas tan inútiles como hablar con una bocina, él era uno de los responsables, toda su vida se había dedicado generar esta serie de gadgets inútiles, incluso recordaba el festival de fin de año del Colegio de su hijo en que en lugar de observarlo y apreciarlo, de atesorarlo como algo que nunca se repetiría y ver el brillo en los ojos de su niño, lo vio a través de una pantalla mientras tomaba un bamboleante video que según él, sería su recuerdo.

Dejamos de lado lo importante por la trivialidad de lo que está de moda y esos momentos que dejamos de vivir para capturarlos en un aparato nunca volverán. sin embargo, desde que había perdido a su único hijo y el dolor le consumía las entrañas y los pensamientos y los sueños y la vida entera, a lo único a lo que se aferraba era esas fotografías de baja calidad y a esos vídeos que mareaban en poco tiempo. en ellos estaba la imagen eterna de su bello vástago, su rebelde pelo que nunca podía peinar, su pronta sonrisa y su blanca, casi lechosa tez.

solamente le podía dar vuelta a una idea y el plug neuronal detrás de su oreja era el inicio que lo llevaría a tener a su hijo de vuelta, o al menos a vivir ese momento feliz. Qué sucedería si pudiera recrear ese vídeo, esa fotografía, ese momento dentro de sus sinapsis, quitar esa mala calidad de 2 dimensiones y poder crear una inmersión completa como si fuera real.

cada prueba, cada error, cada frustración, lo ayudaba al menos a no pensar en su sempiterno dolor, y cada vez, estaba más cerca de lograrlo.

Si todo salía como lo tenía pensado, cuándo iniciará la simulación su cerebro no podría distinguirla de la realidad y usaría los recuerdos almacenados para darle realismo y veracidad a la simulación, lo que para todo efecto práctico apagaría este mundo de dolor y sólo quedaría ese momento feliz. Tomó aire en una última inspiración que ayudará a calmar el desboque de su corazón y sin más le dijo a su asistente que lo iniciará.

La música navideña sonaba demasiado alto para el pequeño teatro dónde sería el festival, su hijo, vestido de copo de nieve, le jalaba la camisa para quejarse de que la tela del traje picaba mucho y que ya quería irse a su casa.

sólo ver el rostro de su niño lo quebró, se agachó y lo abrazó fuerte mientras el llanto lo sacudía.

-¿Qué te pasa papá? no llores, prometo no volver a quejarme de esta tela que pica.-

sólo pudo abrazarlo, esto era mejor de lo que esperaba, era exactamente como si lo estuviera viviendo, las texturas, los olores, la iluminación y los colores le daban una profundidad que era imposible distinguir la simulación de la realidad.

Por un instante pensó en las repercusiones de su invento, de las aplicaciones mercadológicas, de entretenimiento e incluso de perversidad, en las que su inmersión podría aplicarse. No obstante, no lo había creado para eso, lo había hecho con un solo fin, la había creado para poder estar nuevamente con su hijo hasta que el hambre terminará con su cuerpo físico, en otras palabras lo había creado para ser un paliativo emocional y a su vez, una herramienta de suicidio.

La verdad es que no le importaba lo que pasara fuera de la simulación, así fuera un día o dos, o una semana entera lo que durará su cuerpo antes de colapsar le era indistinto pues la simulación utilizaba su cerebro lo que hacía que fuera como un sueño y todos sabemos que se puede vivir una vida en un instante soñado, que el tiempo es relativo y por lo visto, para su satisfacción, también la realidad.

-¿No me vas a ver bailar?-

-¿Quieres bailar?-

-La verdad es que no-

-Pues vámonos-

-¿En serio?-

-Lo único que quiero es pasar tiempo contigo. vamos por un helado o a ver una película, hagamos lo que tú quieras, al fin y al cabo, sólo estoy aquí por ti.-

El niño sonriente brincó mientras le extendía los brazos y él lo atrapó al vuelo, y mientras le hacía caballito salieron del teatro de un video bamboleante hacia un mundo que se creaba utilizando cada recuerdo que tenía y adicionándole uno nuevo que iba sobre sus hombros y que era, el único recuerdo que quería tener.