Revisando a Gorges Duby

Revisando a Gorges Duby
Por:
  • miguel_angel_munoz

La historia no esta escrita…

Mario Vargas Llosa

La historia social y cultural del medievo es, junto a la divulgación de las costumbres de la época, un tema editorial accesible, para transmitir a amplios sectores de la sociedad qué es la historia del siglo medieval, cuáles fueron son sus contenidos y protagonistas. Es cierto que al tratarse de historia aquello que se transmite será normalmente menos “actual”, y quizá expresado de forma más erudita que en la mayor parte de las obras de divulgación histórica, pero al ser la historia una ciencia, donde los conocimientos obtenidos del pasado constituyen un documento irrenuncianle; es decir, todo daro del pasado nos sirve para comprender mejor, hoy nuestro presente. La historia, se escribe siempre desde un aquí y ahora, decía Jacques Le Goff, que junto con Duby le dieron voz al individuo del siglo XI y XII. “Ante la historia – afirma Duby- seca, fría, impasible, yo prefiero la historia apasionada. Me parece que es más verdadera”. Eso fue lo que nos descubrió y enseñó en cada uno de sus libros Georges Duby; y sobre todo, fue clave su recuperación de lo antropológico, lo político y la narración, para reescribir la historia.

La editorial española Alianza acaba de reeditar tres volúmenes magistrales de historiador francés Georges Duby (París, 1919- Aix-en- Provence, 1996): Eloisa, Leonor, Iseo y algunas más; El recuerdo de las abuelas y Eva y los sacerdotes, tomos que nos evocan a reconstruir la vida del siglo XII y sus protagonistas, que nadie conoció tan a fondo como Duby. Esto se une a la celebración de que Duby acaba de ser publicado en la colección clásica La Pléiade, de la editorial francesa Gallimard; y es sin duda, el primer historiador contemporáneo en ser editado. Euvres, un volumen de más de 2000 mil páginas, y con un prólogo de Pierre Nora, es el libro celebración del ingreso del historiador para convertirse ya en un clásico eterno. Vargas Llosa ha dicho que ingresar a esta colección es más importante que recibir el Premio Nobel. El gran medievalista, que tanto se dedicó en sus últimos años a estudios de la vida cotidiana y, muy en especial a rastrear y recordar el poso histórico dejado en los textos por las siluetas denominadas de esa época “enorme y deicada” – él que alentó como director dos historias espléndidas, la e la vida privada y de la mujer, de tan admirable documentación y actual análisis – fue no sólo un investigador de talla indiscutible, sino un excelente narrador, un iluminador de cada rincón de la edad media, en evocador entre el pasado y el presente. “Me obligó - dice Duby- a observar el juego de la memoria y el olvido, a tratar el discurso que ha analizado un acontecimiento a lo largo de los siglos como si fuese el acontecimiento en sí…”.

Especialista en historia medieval, Duby profundizó en temas de historia agraria y artístico-cultural, siempre enfocados desde un ángulo sociológico. Cursó la enseñanza media en Mâcon, en la región a la que después consagró, durante los primeros años de su carrera académica, una importante investigación sobre la sociedad medieval. Licenciado en Letras, enseñó Historia medieval en la Universidad de Besançon y, desde 1953 hasta 1970, en la de Aix-en-Provence. Desde 1971 fue docente de Historia Social de la Edad Media en el Collège de France. Junto con Emmanuel Le Roy, Pierre Chaunu, Jean Delumeau, Pierre Nora y Francois Furet, revolucionaron la historiografía contemporánea.

A propósito de estos tres libros, me gustaría recordar brevemente al Duby como gran historiador del medievo - junto a Jacques le Goff y Régine Pernoud- que nos han guiado por un mundo medieval inédito, oculto en un pasado muy lejano para los investigadores actuales, pero que los pensadores franceses han reconstruido de múltiples formas. Georges Duby tenía una magia fosforescente en el uso de la narración, su modo ágil de evocar ambientes y personajes, dde comentar y revivir textos antiguos que nos animan a descubrir los siglos XI y XII. Esto es, reinterpretar a Leonor de Aquitaria y Eloisa, la amante de Abelardo, o novelas, como la bella Iseo, Fenice y Soresamor. Es precisamente en el estudio de las ideologías de la sociedad medieval, donde Duby consiguió sus resultados más penetrantes, dominando materiales tan amplios y heterogéneos como biografías, cartas, crónicas, anales, epitafios, sermones, objetos figurativos o figuras retóricas recurrentes, con una perspectiva de historia "serial" no indiferente a los "silencios" del pasado.

En una entrevista a Goeorges Duby realizada por André Burgiére, sobre su libro El Caballero, la mujer y el sacerdote, Duby responde: “Estoy convencido, después de haber realizado esta investigación, que las estructuras matrimoniales que vemos desintegrarse ante nuestros ojos, todo ese edificio de costumbres, de preceptos; de ritos que se disgrega, se organizó en el periodo comprendido entre el año mil y fines del siglo XII. En ese momento, se consolidaron realmente las.formas del matrimonio europeo y se establecieron costumbres que apenas si se han modificado desde entonces. Evidentemente se llenaron de cosas nuevas debido al movimiento de la historia, pero todas aguantaron, y sólo ahora las vemos desintegrarse. Así, pues, para comprender por qué se desintegran me parece necesario mostrar cómo se integraron. Una tradición, cuyo primer desarrollo valdrá la pena observar algún día con mayor cuidado, una tradición que proviene del fondo de los siglos, de esa oscuridad que precede al periodo en el que trabajo, conducía a los hombres de la aristocracia a elegir a su mujer para permitir que la clase dominante se perpetuara en sus estructuras”.1

Al lado de estos personajes ya conocidos, que el historiador francés perfila con toques maestros – y alguna nota escéptica respecto a las cartas de Eloisa- , hallamos un rápido esbozo de figuras menores o poco significativas para un siglo combativo en la inteligencia, que son resucitados a partir de algunas notas de un manuscrito antiguo. Dice Duby: “Gregorio esperó y al cabo de 14 años obtuvo el puesto (de abad). La crónica de Ardres lo describe como raza noble, pero poco iluminado, gallardo de cuerpo, condescendiente con todos, atrapado en los lazos de sus parientes carnales y de la ufaría militar. Gregorio se dedicó principalmente a la orferería. Cuatro años más tarde fue cesado, debido a su tontería, su inercia, su inanidad…”. Cada línea imaginada por Duby es una espléndida muestra de literatura histórica, una exposición llena de erudición extraída de la experiencia, del conocimiento de un periodo clave en la historia de la humanidad y del pensamiento. La historia de las mentalidades y de las costumbres adquiere en la prosa de Duby un ágil ritmo y un fuerte too dramático, sin renegar del rigor y la hondura crítica.

En otro de sus libros, Duby hace de las crónicas de las familias nobles del alto medievo, un reflejo vivo de un mundo lleno de pasiones intensas y trágicas presiones. Las mujeres, sometidas y usadas como medio de ascenso social, eslabones silenciados y sufrientes de la malla feudal, son recordadas y recreadas en sus destinos de esposas concubinas, madres, asaltadas por los clásicos caballeros medievales, ensalzadas por los poetas y controladas por los eclesiásticos.

Todo el mundo mágico del medievo es llevado a los límites de la imaginación, que Duby ya había interpretado en dos libros anteriores: La mujer, el caballero y el cura (Taurus,1982) y El amor en la Edad media (Alienza, 1990), donde ya había tocado el tema inquisito del papel de la mujer en la sociedad. No cabe duda que el genial Gorges Diby es un clásico, propuesta histórica es indispensable, no sólo para entender el medievo, sino para interpretar “nuestro pasado, presente y futuro”, como a él mismo le gustaba afirmar.