Muestran habitaciones donde florece cultura

El fotógrafo Víctor Benítez ha dedicado los últimos tres años de su vida a retratar a escritores y artistas de todo el mundo de la talla de Elena Poniatowska, Margo Glantz, Gabriel  Orozco, Jan Hendrix y Ángeles Mastretta, figuras a quienes muestra como personas comunes y corrientes “que hacen café y ven Netflix”, alejándolas así del “halo de genialidad” que muchas veces hace que el público las sienta inalcanzables.

En la exposición Habitaciones / Cartografía íntima, que inaugura el próximo sábado en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana, Benítez reúne 55 de estos retratos, que concibió en blanco y negro, y con los que busca dar cuenta del lado humano y la cotidianidad de los creadores.

“Lo que pretende este proyecto es ver primero al individuo y después al artista, por lo que he generado una reflexión acerca del entorno en el que viven, la importancia de cuál es el espacio que los rodea; conocer sus lugares íntimos y comprobar que son como cualquier persona”, detalló a La Razón el fotógrafo originario de Xalapa.

Actualmente, Benítez ha capturado cerca de 150 fotografías para el proyecto, el cual comenzó cuando se cuestionó por qué a los creadores sólo se les exaltaba su parte intelectual, pero su lado más mundano quedaba fuera.

“La imagen intelectual que se ha proyectado en las fotografías que suelen tomarle a los artistas es la responsable de que se piense que son personas que solamente existen para sus creaciones y que viven rodeadas de libros y caballetes. Eso se ha creado gracias a esas enormes bibliotecas de fondo que a cualquiera apabullarían; seguramente sí hay quienes las tengan, pero quiero mostrar que son personas contemporáneas”, añadió.

Con todos los artistas que Benítez ha retratado ha intercambiado lecturas, diálogo y pensamientos. Aseguró que cada uno de ellos lo han recibido con los brazos abiertos: “es más una charla que fotos, no llego a sus casas a hacer un shooting ni un reportaje, sino una conversación y tomamos café”.

Uno de los encuentros que más aprecia es el que tuvo con Margo Glantz: “estaba en su hogar y junto al escritorio, a ras del piso, vi una máquina de escribir, una Olivetti; me la enseñó y en ese momento tuvo un flashback: me contó cómo era su vida con el aparato, me compartió una anécdota en la que mientras ella escribía, la señora que le ayudaba con la limpieza le decía que se la vivía ahí tecleando, y que su hija le reclamaba que quería más al artilugio que a ella”, contó.

Para retratar a Poniatowska, narró, tuvo que insistirle diversas veces. “A ella simplemente le mandé un mail que decía básicamente quién era yo, de qué iba el proyecto y que me encantaría que ella formara parte. Al poco tiempo me respondió diciéndome que le parecía bueno el trabajo, pero que en ese momento no se sentía bien.

“Le insistí muchas veces y me respondía lo mismo, hasta que me dijo que nos viéramos. Cuando me reuní con ella vi que era una persona muy accesible y linda. Entablamos una relación muy gentil que permitió que nos volviéramos a ver después de llevarle las fotos impresas y me hizo un texto para el proyecto, en el que reflexiona acerca de un poco de mi historia: lo que es empezar de cero, venir de una ciudad que no es tan afín a la cultura y al final hace una analogía que me parece brutal, pero repleta de cariño”, compartió.

Aunque Benítez aseguró que Cartografía íntima se ha convertido en su proyecto de vida, apuntó que la pandemia de Covid-19 ha complicado sus planes. “En Europa nadie me conocía y me abrieron las puertas más de 40 escritores, pero ahora veo complicado que me dejen entrar a sus casas”, lamentó.

Sin embargo, señaló que la reflexión que su trabajo genera se vuelve sumamente vigente en la crisis sanitaria, pues ésta ha hecho a la gente repensar el entorno en el que vive. “Al momento de ver las fotos te puedes dar cuenta de que no están alejados al de cualquier otra profesión”, finalizó.