A 25 AÑOS DEL SEÑOR GOL

Foto Especial

La tarde que Hugo hizo el gol más bonito del mundo

Esa chilena lo volvió inmortal

Dortmund y Madrid sufren, pero avanzan

Hugo Sánchez encontró la forma de suspender el tiempo. Los pañuelos blancos se agitaron en las tribunas del Santiago Bernabéu acompañados de una carretada de aplausos que se extendió por casi cinco minutos. Hugo Sánchez agradecía cual torero laureado en la Plaza de Toros México, levantaba los brazos y aplaudía al público como un actor después de haber culminado un soberbio papel sobre los imponentes escenarios de los teatros de Milán.

El 10 de abril de 1988, cerca de las 13 horas con 10 minutos de Madrid, Hugo se olvidaba por unos minutos de lo que sucedía en la cancha para observar el espectáculo que acontecía en las gradas con la atención de quien se sabía inmortal; su nombre se pronunciaría para la eternidad como el del responsable de un gol de belleza arrebatadora, una chilena perfecta en estética y técnica que encontró en el ángulo derecho el refugio a una jugada de deleite.

Era el gol que siempre había imaginado, el que siempre había soñado y el que le abriría las puertas del Olimpo madridista. Su magistral ejecución fue bautizada como el Señor Gol, lo hizo contra el recién ascendido Logroñés, que visitaba por primera vez el campo de Chamartín, y que leído al revés se pronuncia Señorgol.

A ese encuentro Real Madrid llegaba lastimado anímicamente tras empatar en casa 1-1 con el PSV Eindhoven en la ida de las semifinales de la Copa de Europa, lo que lo obligaba a ganar en Holanda semanas después; pero el mexicano, un acróbata por excelencia, hizo olvidar ese amargo sabor de boca, en esa tarde soleada.

A los nueve minutos, Rafael Martín Vázquez mandó un centro al corazón del área grande. El momento en el que la esférica dejó de tocar el césped fue el mismo instante en el que Hugo Sánchez dejó de mirar el arco defendido por Juan Antonio Pérez. El ídolo mexicano nunca le quitó la mirada a la bola.

De espaldas a la portería, el amo del área se elevó en el aire y su prodigiosa pierna izquierda buscaba la pelota a 1.80 metros de altura. También se suspendían los latidos de los casi 70 mil aficionados en el inmueble y la respiración del resto de los jugadores.

La hermosa estampa futbolística tenía una extraña propiedad que incitó a aficionados merengues y logroñeses a ponerse de pie, Hugo no sólo había realizado una acrobacia perfecta, sino que puso el balón en la escuadra derecha, lugar al que no pudo llegar Juan Antonio Pérez. Se consumó el gol eterno, el gol que sucede todo el tiempo en la mente de los aficionados merengues. “Fue el mejor gol de mi vida, me gustó mucho; fue como lo había imaginado y soñado. Mi padre fue el que me inspiró en estos remates y desde pequeño me entrené en las chilenas para hacerle honor a él”, dijo Hugo años después.

Hace 25 años, aquella tarde del 10 de abril, Hugo Sánchez Márquez hizo el gol más bonito del mundo, como lo describió el diario ABC, y convirtió el Santiago Bernabéu en el museo que exhibió su obra de arte. Provocó que el resto del partido fuese una simple anécdota.

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