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Porto Alegre es la ciudad más “argentinizada” de todo Brasil. Su cercanía con Argentina y Uruguay provoca que su población tenga ciertas costumbres de estos países como el gusto por la carne y la infusión de mate, aunque, eso si, con nombres muy brasileños.
El plato típico de los gaúchos —como se les conoce a los portoalegrenses— es el churrasco (carne asada) y la bebida tradicional se denomina chimarrão (mate). La capital del estadio Río Grande Do Sul está a 712 kilómetros de Montevideo y a 843 kilómetros de Buenos Aires, situación que provocará una “invasión” de charrúas y pamperos durante la copa, sobre todo de los hinchas albicelestes, que el 25 de junio podrán ver a su selección en el estadio Beira Río contra Nigeria en la ronda de grupos. Esta proximidad con los países vecinos, convierte a esta ciudad en una zona estratégica para el Mercosur.
Ser la cuarta urbe más poblada del país (1.4 millones de habitantes) no ha impedido a Porto Alegre ser un paraíso verde y natural: tiene más de un millón de árboles en sus espacios públicos y también ocho importantes parques, entre los que destacan el Farroupilha, el Moinhos de Vento y el Marinha do Brasil. Además está situada en la ribera oriental del río Guaíba en el que convergen otros cinco ríos, formando la enorme Laguna de los patos, uno de las mayores atracciones naturales de esta ciudad.
Porto Alegre es fruto de la creación de la Freguesia (nombre que se le da al antiguo imperio portugués) de São Francisco do Porto dos Casais, el 26 de marzo de 1772. Ése mismo año cambió su nombre a Nossa Senhora da Madre de Deus de Porto Alegre, y ahí nació la urbe, que se desarrolló rápidamente, siempre a partir de su centro.
La metrópoli más importante del sur brasileño, que se caracteriza por una intensa vida cultural y una altísima calidad de vida, vio nacer, el 21 de marzo de 1980, a uno de sus magos de balón, el hombre de la eterna sonrisa, el que lleva en el alma el segundo nombre de su ciudad: Ronaldo de Assis Moreira, mejor conocido como Ronaldinho.
