Descollante mano a mano de forcados opaca tarde de rejoneo

Descollante mano a mano de forcados opaca tarde de rejoneo
Por:
  • praxedis_razo

Don Leo, cárdeno meano y listón, saludó este 2018 con su media tonelada y ocho kilos. Fue para Emiliano Gamero, casaca guinda y patilla antigua, un paredón contra el que porfió. El rejoneador abrió con el palomino Bendito, con el que aplicó dos rejones de castigo que le hicieron sangre de lomos al burel de San Marcos, dejándolo ya muy dolido para las siguientes suertes, las siguientes jacas, y por supuesto, para los forcados de Alcochete.

Sobresaliente, le entró al quite por tafalleras Jorge López, sobrino del Zotoluco, y ya con el toro estatutario los portugueses también navegaron contracorriente con la pega, pues tuvieron que colocarse dos veces, aunque consumaron el encuentro al primer intento. El primero de la tarde fue concluido por Fernando Ríos y su puntilla.

Paliaperto bragado, Don Quico y sus 487 kilos de negro ojito de perdiz, fue para el caballista huamantleco Luis Pimentel, casaca tinta en su presentación en La México; un motorcito que desaprovechó. Con su tordillo Armillita, el de rejón inicial, ya se encontró con otro rajado, pero con Zapata, con el que el rejoneador puso una banderilla al violín, alegró a los tendidos, que vivieron momentos de mucha emoción con la pega al segundo intento de los forcados Mazatlecos.

El tercer tercio del tlaxcalteca fue del todo desacertado, con pases en falso y errando en el lomo; se fue con un aviso y un sanmarqueño bien mermado que acabó en estoque. El público le silbó su final, pero pidió vuelta al ruedo de René Tirado, cabo de cara de los Mazatlecos, quien con su barrete y jeta mancillados, como pudo, sonrió.

Cárdeno altísimo, Don Lalo, con 485 de puro montado de arboladura, fue para Sebastián Torre, marino y gris, el lucimiento cuarteando con habilidad la poca fuerza, pero gran fijeza del sanmarqueño. Con el tordo Pilla entregó el pecho en una suerte muy celebrada, y con un prietazo consiguió un buen violín, pero el último rejón fue también lástima de faena. Los de Alcochete consiguieron una dolorosa pega hasta un segundo intento.

El Dato: La última ocasión en la que hubo forcados dentro de  la Plaza México fue en el año de 1990.

Las segundas suertes no fueron mejores. Don Octavio, bragado que pesó 482 kilos, aunque era de relumbrón para Gamero, sólo brindó reconocimiento a Alejandro Sequeira, que con vuelta compartida con el de jacas había puesto un pegadón como cara en turno de los de Mazatlán.

Don Javier, enmorrillado cárdeno de 502 de incertidumbre y desparrame, aunque tuvo capítulos de celo, fue otro rajado que los forcados lusitanos pegaron al segundo intento. A pesar del mal final que Pimentel le propinó, el respetable permitió dar una vuelta al ruedo al cabo de cara portugués y al de Huamantla.

El cierraplaza, bizco de cuernos y bragado de estampa, Don Chuy, 525 kilos, aunque tuvo bravura, fue angustioso para Torre, que cayó en tierra después del segundo rejón de castigo. El de San Marcos se entregó franco al final, no obstante Sebastián se fue con un aviso y a los de Mazatlán no les fue mejor, porque pasaron tres veces y se acomodaron otras tantas, antes de ver la pega con Anuar Nahara de cara.