El Fandi salva la tarde; corta oreja

El Fandi salva la tarde; corta oreja
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  • notimex

Por Guillermo Rodríguez

El granadino David Fandila el Fandi fue el único triunfador de la sexta corrida de la Plaza México tras cortar una oreja. Y pudo llevarse otra, pero el juez Miguel Ángel Cardona la negó, pero el público con sus aplausos le reconoció la artística faena. También se dieron las reapariciones de Rafael Ortega y Manolo Martínez, ambos sin trofeos.

Al segundo de la tarde, de la ganadería de San Isidro, el Fandi le realizó una inolvidable brega en los tres tiempos reglamentarios, pues lo mismo lució con el capote que con los caballos, banderillas en sus dos enemigos; muleta y un estoconazo a volapié hasta la empuñadura. Derechazos de fino bordado, forzados de pecho con arte, largos templados que enloquecieron al respetable por la pureza de sus movimientos. Haber medido los alcances del toro, para darle variedad, valor y temple a la faena, sin menospreciar la elegancia, le fue bien reconocido. El español mostró ganas de justificar su reaparición en esta temporada, sin embargo con Payasito, con el que cerró plaza, nada pudo hacer.

Por su parte al tlaxcalteca Rafael Ortega, quien hizo su 36 presentación en este coso, le resultaron sus toros difíciles para la lidia y terminó golpeado al entrar a matar al primero de su lote. Se mostró como matador de otros años, con tandas bien dibujadas de molinetes, tafalleras y chicuelinas, a pesar de sus años en la legua, no ha perdido categoría; sin embargo, no fueron suficientes sus esfuerzos para cosechar trofeos.

La genética del inolvidable Manolo Martínez padre no fue suficiente para demostrar la herencia en su vástago. Mientras su primero, Tres Luceros, acusaba problemas de visión, apuró con la toledana, ante la impaciencia del público, que esperaba más del regiomontano. Combinación de mala suerte, peores toros y notorio desgano le acarrearon más pitos que palmas. Para justificar su mala actuación, al primero del lote lo definió como “un toro que no valia un peso”, pero fue su desdén para buscar el mejor lado de la lidia.

agp