Tres orejas discutidas para Adame en Feria Guadalupana

Tres orejas discutidas para Adame en Feria Guadalupana
Por:
  • praxedis_razo

Para cerrar la inventada feria guadalupana de la nueva administración de la Plaza México se decidió echar al ruedo la decimocuarta encerrona, y en ella a la producida figura del toreo mexicano, el otrora promesa de matador, Joselito Adame, yeso y joyería de oros, muy dispuesto, descarado, endurecido y trágico en ésta su tarde, de luto de aplausos para el ganadero Fernando Ochoa Ponce de León, fallecido a los 99 años.

Con un repertorio adornista brutal, este 12 de diciembre ni la Virgen de Guadalupe hizo el milagro de su aparición en el capote frente a seis ganaderías a las que, en general, se dio con el panadero el matador hidrocálido, pues a ojos vistas, no pudo disimular la preocupación por llegar al sexto de su diciembre, aunque gozó también en siete tandas, a lo mucho.

La suerte acordada por apoderados quiso que el entrepelado abreplaza y sus 480 kilogramos de cornivuelto, venido de San Isidro, comenzara a dar de qué hablar con su mansedumbre roma, su falta de picor, defendiendo terreno, pasándose de lidia ¡y por dos tandas! Joselito esperaba helado a que se le revelara la tarde. Malos rehiletes, mal palo y mala espada; ¿Dónde la lidia?

Para el segundo episodio, un don Teofilito de 535 de borrego hizo su aparición triunfal con el herraje 301, con el nombre de Mexicano y fuera del programa.

Luego de regalarle dos orejas el pasado domingo a Morante de la Puebla, el mismo ganadero obviamente le regaló otras dos a Joselito, quien ante su noble repetidor pastueño tuvo a bien lucirse y torear a los tendidos hasta doblar las patas de su cornudo imponiendo un estocadón innecesario.

El tercero en suerte, el entrepelado y cornivuelto Vencedor acabó siendo la estampa sintomática de la tarde adamista. En el nombre, la penitencia, pues salió invicto luego de un par de volandas que pegó con sus ligeros 440 de fuerza alada. Luego de eso todo se revolvió, aunque quisieron resarcirse todos con Ventilador, que acabó enfriando la gélida encerrona, pues ni enteró al respetable que había muerto.

Ya para esas horas, la Plaza, con 16 mil almas, ardía y aun así, o quizá por eso, Joselito se decidió recibir al cuarto banderilleando. Mala decisión. Fallando dos de tres, él mismo lamentándose, el de Villa Carmela con su pasado medio tonelaje acabó por imponer la mala presentación de las ganaderías muy por encima de la poética de un hidrocálido que no sabía por dónde le caían los burdeles.

Perlito, cárdeno lucero, buen quinto y probablemente único toro de valor de los chiqueros, de Cieneguilla, fue recibido de hinojos, y a doblones fue tratado en un juego de aliño, pero con mucho sentimiento, de tal forma que hizo caer la tercera peluda, ya de noche. Se hubiera pensado que con la fijeza de este astado pudo haber buen fin, pues hasta el ¡torero, torero! Resonó en las gradas.

El cierraplaza, meano nevadito de 557 de cornivuelto, fue lo peor y lo trajo Barralva de Querétaro. Suelto, con la cara siempre arriba, como muchos de la tarde, mareó a todos y acabó por dejar caer la dura jornada de Joselito, quien lejos de cosechar simpatías, luego de picotearlo ya para coronar su frustrado triunfete, el gesto de aceptar de buena gana la salida en hombros derramó a un público de rechifla que abandonaba La México alentando con sus asientos al único y triste espada.

La dinastía pierde

a Manolo Armillita

Con una ganadería a todo y la sombra imponente del padre sobre él, el viernes 9 de diciembre falleció a la edad de 77 años Manuel Espinosa Armillita, en Aguascalientes.

El matador y arquitecto debutó como novillero en la desaparecida plaza de Barcelona el 13 de marzo de 1965, alternando con Andrés Jiménez Torres y Paco Pallares.

Tomó la alternativa el 20 de noviembre de 1965, en San Luis Potosí, encaminado por Joselito Huerta y el testimonio de Raúl García, y en La México confirmó el 19 de diciembre de 1965, de manos de Manuel Capetillo y Jaime Ostos.

Caracterizado por una gran trayectoria, parte del legado de su padre, Fermín Espinosa Armillita, Manuel era un emperador de una edad dorada del toreo mexicano.

Con la fe en el capote, y en el ruedo

Joselito Adame estrenó un original capote de paseo. Se trata de una obra del artista Bernardo Rodríguez, que obsequió el empresario gastronómico Javier Romo. El capote simboliza la leyenda de la Virgen de Guadalupe, en el momento de su aparición a Juan Diego.