El meme is gone

Hace un tiempo acudí a una exposición de artistas jóvenes. Salí tan desconcertado que la experiencia me llevó a proferir no la muerte del arte sino el triunfo del meme. Los genios actuales no esculpen, ni pintan ni hacen video, inventan memes. Las paredes de los museos deberían estar adornadas por memes, proclamé.

Entonces ocurrió lo inimaginable: una caída en la bolsa de valores del meme.

La producción del meme se parece cada vez más al arte contemporáneo. Se ha vuelto predecible, simplista y pobremente conceptual. Si bien es cierto que todavía quedan por ahí uno o dos maestros del género, en general el carácter de los memes es cada vez más estúpido. Eugenio Derbez se apoderó del humor de las redes sociales. ¿Recuerdan cómo nos burlábamos de su triste figura? Pues su venganza ha comenzado. Duele aceptarlo, pero la psique del mexicano sigue dominada por Televisa. Una muestra: la imagen de una señora en la farmacia. Pregunta: “¿Tiene pastillas para el cansancio?” Y la dependienta le responde: “Están agotadas”.

El ejemplo anterior no es un caso aislado. Si revisamos la gran enciclopedia del meme observaremos que tal fenómeno se repite en un noventa por ciento. La superioridad moral de los cómicos más pendejos en la historia de este país controla el mercado del meme. No somos tan posmodernos como nos creíamos. El meme, antes un sofisticado instrumento para ejercer la ironía, hoy es un aparatejo aburrido y monótono. Es triste, pero el humor contemporáneo es chafa. Así como dicen que una mentira repetida cien veces se convierte en verdad, un chiste mal contado se transforma en meme. Es el caso del meme del Viernes Santo. Causó furor una temporada, pero que cada año lo repitan habla de un empobrecimiento intelectual. Los ideólogos del meme están tirando mucha güeva.

Las redes sociales, Facebook, Twi-tter, Whatsapp, Instragram, se han convertido en una sucursal de La familia peluche. He visto mentes brillantes de mi generación ufanarse de jamás haber visto televisión y caer en el chistorete fácil al estilo Derbez. “Si Sudáfrica, ¿se pone desodorante?” Tales son los “chispazos” de Armando Hoyos, un personaje creado por Derbez. Tal ingenio se ha enquistado en el organismo del meme. Y su renacimiento se antoja imposible. Jamás nos imaginamos que las redes sociales se convertirían en la segunda casa de Televisa.

“Ando muy simple” es la excusa favorita para postear cuanto meme pendejo se atraviese. El reblandecimiento del cerebro. El humor mexicano cada vez se parece más al gringo. La risa fácil. Vivimos la aycarambasión de la era.

Recuerdo que cuando era niño lo más aburrido de la televisión eran los programas de cámara oculta. Esos shows netamente gringos. El mexicano posee algo que el gringo no: imaginación. Y si es cierto que se burla de todo, hasta de su propia desgracia, lo hace con ingenio. Y esa fue la función del meme cuando se creó. Poner a funcionar la mente. Pero esa capacidad chingativa que nos ha hecho tan célebres como pueblo está cambiando por otra más perjudicial: la estupidización del humor.

Una nueva raza ha nacido: el zombie del meme. Aquel que comparte todo meme sólo por el hecho de serlo. Sin evaluar su contenido. Y lo que se ha conseguido han sido megabytes de basura virtual. Cuando no hace mucho lo que circulaba eran verdaderas gemas del intelecto. Hemos reducido la virulencia de las redes a la derbezación de nuestro sentido del humor. La inteligencia para el escarnio ha desaparecido en aras de la tecnocracia.

Un meme, como las golondrinas, no hace verano. La buena salud de la que gozamos un tiempo parece que ocurrió hace siglos. Cada vez que alguien me manda un meme chaqueto le exijo que no me mande mamadas. “Ay déjame”, es la respuesta que esgrimen. Es decir: no te metas con mi pereza mental.

Cada quien la administra como quiere, pero pareciera que no pensar es la consigna. La captura de Duarte trajo consigo toneladas de memes. Pero sólo como el dos por ciento es rescatable. La cuestión es que el meme otorga una falsa sensación de democracia. Todos quieren subirse al tren del meme del día. No les quito el derecho, pero el buen meme es una elevada forma de arte para el que no todos estamos dotados.

El meme ha muerto. Lo mató Derbez.

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