Cuestionario k-punk · 2

Foto: larazondemexico

1. ¿Cuántos libros hay en tu biblioteca? No sé, pero un chingo. Muchas veces me da vergüenza darme cuenta de que he leído un porcentaje muy pequeño. Como buena parte de mis lecturas son por mi trabajo como editor, y no tengo casi libros de Sexto Piso en mi casa, buena parte de los libros que he leído en los últimos diecisiete años no forman parte de ella. Sin embargo, cada tanto agarro un libro que lleva ahí años empolvándose y, al leerlo, casi siempre agradezco haberme hecho de él y dejarlo reposar.

2. ¿Cuál es el último libro que compraste? Una selección de ensayos de la escritora norteamericana Renata Adler, titulado After the Tall Timber. Las dos novelas que he leído de ella, Lancha rápida y Oscuridad total, no sólo me encantaron literariamente, también me deslumbró la lucidez y mordacidad de su pensamiento. Hay una frase que cada tanto recuerdo un poco de la nada: “I remember the first time I used the word ‘they’” ["Recuerdo la primera vez que usé la palabra 'ellos'"], referida a un contexto político, creo, para aludir a esos seres (“they”) a los que siempre aludimos para culpar al estado de cosas. Por eso tengo la impresión de que debe ser una gran ensayista, y en cuanto vi el libro hace poco en una librería, no dudé un instante en llevármelo.

3. ¿Cuál es el último libro que leíste? No voy a incluir libros que leo por razones laborales, así que sería Rastros de carmín, de Greil Marcus. Hace años me lo había recomendado Luis Felipe Fabre y cuando me regalaron la edición publicada en su veinte aniversario, comencé a leerlo y no pude parar. La historia cuenta el impacto cultural e ideológico del punk, particularmente los Sex Pistols (nunca pensé que Johnny Rotten fuera tan inteligente), y las conexiones que traza con un movimiento anterior como el dadaísmo, y uno más o menos contemporáneo, como el situacionismo francés, cambiaron muchas nociones que yo tenía sobre la creación artística, sus alcances y la forma de abordarla. Es impresionante el énfasis sobre el gesto en sí, al margen del éxito, los alcances y demás temas que, al menos en la actualidad, condicionan buena parte de la propia producción artística.

4. Cinco libros que significan mucho para ti. Otro mar, de Claudio Magris. Sin duda uno de mis libros favoritos. Una novela breve que rinde homenaje al filósofo italiano Carlo Michelstaedter, suicidado con veintipocos años, a quien Magris ha llamado la estrella polar de su obra, por su libro La persuasión y la retórica. El amigo de Carlo, Enrico Mreule, se ve obligado (por sí mismo) a vivir según los preceptos de Carlo, para quien la vía de la persuasión implica aceptar la dimensión trágica y efímera de la vida, contenida en cada instante, en oposición a la retórica, compuesta por todas esas instituciones y prácticas que los hombres construimos para que la vida transcurra como si ya hubiera pasado y pudiéramos retirarnos a morir en comodidad. El libro de Magris transmite una belleza trágica y existencial que envuelve de inmediato a quien lo lee, o eso creo yo.

"Renata Salecl demuestra cómo aceptamos participar en dinámicas que luego se vuelven en nuestra contra".

Angustia, de Renata Salecl. Un gran tratado de esta filósofa eslovena sobre un estado mental y del alma que no sólo es de los más preponderantes bajo el sistema actual sino que, como argumenta perfectamente, es una parte esencial para que dicho sistema funcione. Salecl demuestra cómo no sólo los gobiernos y corporaciones inducen el estado de angustia, a través de asuntos como el terrorismo o el consumo permanente, sino que nosotros mismos, gustosos, aceptamos participar en las dinámicas que luego se vuelven en nuestra contra para hacernos pasar momentos miserables.

La cámara sangrienta, de Angela Carter. Reescritura gótica de cuentos clásicos como “Caperucita roja”, donde Carter trae a primera fila el inmenso trasfondo erótico y en ocasiones sádico de historias aparentemente inocuas. La libertad con la que retuerce los cuentos clásicos y se los apropia en clave feminista pone de cabeza la idea misma del canon y las prácticas que a través de generaciones se han heredado como si fueran algo natural. La escritura de Carter recuerda poderosamente que esto no es de ninguna manera así.

k-punk, de Mark Fisher. No he terminado sus casi 800 páginas, pero casi diría que por el espíritu mismo del libro, esto se vuelve un tanto irrelevante. Fisher leyendo a Ballard, co-mentando a Joy Division o The Cure, destacando las implicaciones fascistas de la saga de Star Wars, y horadando agujero tras agujero para descubrir la violencia opresora del orden simbólico bajo el cual vivimos es de lo que más me ha impactado recientemente. Si algún día, en efecto, se produce algún cambio de orden sociopolítico, los habitantes de esa época leerán a Mark Fisher como hoy leemos a Nietzsche, para entender en retrospectiva cómo y por qué habría de desmoronarse el sistema que tan magistralmente desmenuzó hasta dejarlo en los meros huesos.

El único y su propiedad, de Max Stirner. No sé si haya leído frase más demoledora que la de Stirner: “Dios es un ególatra”. Este tratado fundamental del anarquismo reduce a un asunto ridículo cualquier pretensión de trascendencia y vanagloria del ser humano, pues la religión, el derecho, la moral y demás no son sino narrativas impuestas que en última instancia nos dictan cómo habremos de vivir la vida: “Toda ley que rige acciones humanas (ley moral, ley del Estado, etcétera) es la expresión de una voluntad y, por consiguiente, una orden”.

5. Nomina a cinco personas. Gabriela Jáuregui, Luis Felipe Fabre, Rodrigo Márquez Tizano, Carlos Manuel Álvarez, Mariana H.