2022: año convulso para los museos

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2022: año convulso para los museos
2022: año convulso para los museosFuente: Julián Mora / unsplash.com
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Activistas irrumpieron el pasado 30 de noviembre en una función de la Filarmónica de Elba en Hamburgo, Alemania, para pegarse al atril del director y dar un discurso sobre los riesgos de la emergencia climática. Se trata de la más reciente protesta dirigida a una institución cultural. Ésta, sin embargo, culminó con risas de la audiencia; no sólo condenó el acto sino que miró cómo la manifestación fue llevada al ridículo cuando los manifestantes fueron escoltados lejos del escenario —la estructura a la que se adhirieron no estaba fija. Y así, sujetos a ella, fueron llevados tras bambalinas mientras el público aplaudía a los guardias de seguridad. Por si la burla frente a cientos de espectadores no fuera suficiente, los protagonistas han sido ridiculizados en redes sociales.

LAS PROTESTAS CLIMÁTICAS en entornos culturales y contra expresiones artísticas, notoriamente museos y obras de arte, marcaron la agenda cultural en este 2022. Me atrevería a decir que, en el ánimo decembrino de hacer recuentos del año que concluye, fueron el tema principal para el mundo del arte; han suscitado debate y preocupación entre los profesionales de museos. Más allá de los actos concretos y de nuestras opiniones al respecto, lo más interesante es cómo pusieron de relieve problemáticas y realidades que debían haber estado en el ojo público desde hace tiempo. También han ofrecido una interesante radiografía de la relación que nuestras sociedades guardan con estos recintos, que vale la pena interpretar con mayor profundidad.

Retomemos las burlas a las que fueron sometidos los activistas de Hamburgo. Su protesta quizá no ha sido la más efectiva, pero no por ello fue menos reveladora. Lo que demuestra es lo mismo que hemos visto con las múltiples protestas llevadas a cabo en salas de museos a lo largo del año: un rechazo contundente de la mayoría de los sectores de la población... a nivel global. Esta postura dice mucho sobre nuestra relación con el patrimonio cultural. Para empezar exhibe algo muy alentador: que nuestras sociedades en general otorgan una gran importancia al patrimonio, así como a las instituciones que lo resguardan. Para la causa climática resulta lo contrario: lo único que logran es el rechazo de un público que podría ser empático con ella.

La condena ha llegado ya al terreno de lo legal. En el Reino Unido, la corte falló en contra de las activistas que echaron sopa a un cuadro de Van Gogh, resaltando lo ya mencionado, es decir, que la conservación de las obras de arte debe importarnos. Neeta Minhas, jueza que las declaró culpables, aseguró que aunque se ha dicho que la pieza no sufrió daños graves, ningún daño a una obra de arte es trivial; además señaló la antigüedad del marco al que pegaron sus manos y que no podrá ser restaurado.

Por otro lado, las autoridades en la materia han sido menos contundentes en su rechazo. El Consejo Internacional de Museos (ICOM) lanzó un posicionamiento que a muchos profesionales de museos les ha resultado de una tibieza inquietante, pero que señala verdades fundamentales. Una de ellas es que las protestas subrayan el valor que otorgamos al arte y a los museos, en resumen, comprueban su importancia social. Esto es cierto, sobre todo si entendemos que más que vandalismo han sido más bien actos de iconoclasia, lo cual habla del poder de las imágenes. En otro sentido, y no menos importante, en el mismo comunicado el ICOM hizo un llamado a ver los museos como aliados para su causa. Y es cierto, así lo señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La corte falló contra las activistas que echaron sopa
a un Van Gogh... conservar las obras debe
importarnos

EN ESTAS ACCIONES SUBYACE sobre todo un tema que debemos atender quizá con la misma urgencia que el cambio climático: la seguridad en los museos. Las protestas han evidenciado la vulnerabilidad de estos recintos ante un ataque de cualquier tipo y también la de sus trabajadores, en particular de quienes están en la primera línea de fuego, por así decirlo —ante el público. Guardias, personal de taquilla y custodios de salas son los puestos más vulnerables, no sólo por ser los primeros en responder ante este tipo de activismo, sino que también han sido blanco de ataques directos. Por ejemplo, en marzo un hombre acuchilló al personal de taquilla del MoMA, en Nueva York.

En México el saldo no ha sido del todo blanco. En abril, el artista Pepx Romero realizó un performance en el Museo Nacional de Antropología: lamió algunas piezas arqueológicas, acción que fue grabada y proyectada en el Festival Ceremonia. En redes sociales surgieron cuestionamientos a las autoridades del INAH por permitir que esto sucediera. En algunos museos de nuestro país la falta de seguridad se atribuye a los embates de la austeridad. Si bien esto podría abonar a la problemática, lo que las protestas climáticas han demostrado es que en realidad se trata de una crisis global.

Ante la inminente amenaza de protestas hubo quienes sí redoblaron esfuerzos. Fue el caso del Museo Leopold, en Viena. En entrevista con el New York Times, su director, Hans-Peter Wipplinger, aseguró que desde que comenzaron a ver lo que sucedía en Inglaterra contrataron más personal de seguridad y prohibieron la entrada con abrigos y bolsas. Pero no pudieron detener lo inevitable: en noviembre, activistas arrojaron líquido negro a una obra de Gustav Klimt. Wipplinger resume muy bien el debate que esto ha suscitado: “Si empezamos con esos procedimientos, toda la idea de lo que es un museo se muere... Un museo es un lugar que siempre debería estar abierto al público”.1

Wipplinger tiene razón en que aumentar los protocolos de seguridad es contraproducente para lo que un museo aspira a ser y, más aún, que puede ahuyentar al público. La disyuntiva entre la integridad de obras y personal en recintos museales vs. criminalizar al visitante sin duda seguirá muy presente en 2023.

Nota

1 Alex Marshall, “¿Vándalo o visitante? Los museos de arte buscan establecer la diferencia” en The New York Times, 30 de noviembre, 2022, consultado en: https://www.nytimes.com/es/2022/11/30/espanol/protesta-clima-museo-arte.html