EL MISTERIO DEL SUEÑO
[…] De todas las felicidades que lentamente me abandonan, el sueño es una de las más preciosas y también de las más comunes. Un hombre que duerme poco y mal, apoyado en una pila de almohadones, tiene tiempo para meditar sobre esta voluptuosidad particular. Concedo que el sueño más perfecto sigue siendo casi por necesidad un anexo del amor: reposo reflejo, reflejado en dos cuerpos. Pero lo que aquí me interesa es el misterio específico del sueño por el sueño mismo, la inevitable sumersión que noche a noche cumple osadamente el hombre desnudo, solo y desarmado, en un océano donde todo cambia, los colores y las densidades, hasta el ritmo del aliento, y donde nos encontramos con los muertos. Lo que nos tranquiliza en el sueño es que volvemos a salir de él, y que salimos inmutables, pues una interdicción extraña nos impide traer con nosotros el residuo exacto de nuestros ensueños. También nos tranquiliza el que nos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria se cumple por el más radical de los procedimientos, el de dejar de ser. Allí, como en otras cosas, el placer y el arte consisten en abandonarse conscientemente a esa bienhechora inconsciencia, en aceptar ser, sutilmente, más débil, más pesado, más liviano y más confuso que uno mismo.
Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano, trad. Julio Cortázar, Edhasa, 2011.
UNA PINTORA HERIDA
Ante la evidencia de la capacidad de su hija para el arte, Orazio Lomi [llamado Gentileschi] decide contratar a su amigo Agostino Tassi, pintor de “quadratturas”, para que instruya a Artemisia en los secretos de la perspectiva. Tassi, un rufián inescrupuloso y charlatán, se gana la confianza de la joven... Acosa sexualmente a Artemisia y un día la viola. Ella tiene diecisiete años. […] Al cabo de un año Orazio, enterado de la situación, denuncia la afrenta a la Justicia. […] [Agostino] consiguió testigos falsos entre enemigos, discípulos y colaboradores del taller de Orazio, los que acusaron a Artemisia de provocadora, mentirosa y promiscua. Se le sometió entonces al tormento conocido como “sibilli”, método que consistía en atar las coyunturas de los dedos con finas cuerdas firmes e ir apretando durante el interrogatorio. […] Tassi recibió una pena leve que ni siquiera cumplió en su totalidad.
Durante los años en que se produjeron estos acontecimientos, Artemisia no dejó de pintar. Tuvo plena conciencia de que en ello estaría su salvación. Es de este período su adhesión al caravaggismo y a los juegos violentos de claroscuro… Sus preferencias temáticas se vuelcan a las heroínas bíblicas y mitológicas, mujeres fuertes, sabias y enteras que, como ella, hicieron frente y le pusieron voz cromática al infortunio que les tocó vivir.
Judith, la viuda joven, bella y virtuosa que decide salvar a su pueblo del invasor asirio. Susana, doncella pura, inocente, que se baña despreocupada ignorando las miradas lascivas de los viejos escondidos. Magdalena, defendida y perdonada por Jesús. La reina Ester, aterrada frente a Asuero cuando declara pertenecer al pueblo que el rey quiere exterminar. Lucrecia, la matrona romana, violada, quien prefiere el suicidio por la afrenta sufrida. […]
Mercedes López Suárez, “Artemisia Gentileschi, pintora. Del abismo a la superación”, Revista Melibea, vol. 6, Universidad Nacional de Cuyo-Universidad del Aconcagua, 2012.
EL CHAMÁN: UN PUENTE
Un chamán es un sanador o líder espiritual que puede controlar los espíritus, hacer viajes extracorpóreos y realizar curas mediante la magia, así como adivinar el futuro a través del sacrificio o de otros métodos que implican el uso de símbolos. Dentro de su comunidad, el chamán es un poderoso puente entre el mundo natural y el espiritual; su función es a menudo hereditaria, y suele vestir ropas distintivas. Aunque el chamanismo es de origen ártico o siberiano, existen intermediarios similares en todos los continentes. Muchos chamanes tienen espíritus ayudantes que les guían y protegen durante sus viajes al mundo espiritual. Estos espíritus puede ser animales, plantas o ancestros tribales. Uno de los espíritus ayudantes más comunes es el oso, probablemente por ser un símbolo de poder y fuerza.
Kathryn Wilkinson (ed.), Símbolos y signos, trad. Deleatur, S.L., Dorling Kindersley Ltd., 2018.
OBSERVAR
[…] Cuando estamos demasiado cerca de los otros, en la vida íntima, en la vida de familia, nos comprometemos, nos enfadamos, nos amamos, pero no nos observamos. Para comprender hace falta una cierta distancia, y los animales nos ofrecen esta distancia que permite plantear de un modo más objetivo los problemas de lo vivo y de lo humano.
Boris Cyrulnik, Me acuerdo... El exilio de la infancia, trad. Rosa Salleras, Gedisa, 2010.
ORWELL: LA PROSA COMO UN CRISTAL
Rebelión en la granja fue el primer libro en el que intenté, a conciencia, fusionar los fines políticos con los artísticos. No he escrito novelas en siete años, espero hacerlo pronto. El fracaso es inevitable, todo librolo es; pero sé con claridad qué tipo de libro quiero escribir.
Al revisar las últimas páginas, noto haber demostrado que mis motivaciones para escribir tenían un espíritu público. No quisiera dejar eso como una última impresión. Todos los escritores son vanidosos, egoístas y haraganes, y lo que subyace tras sus motivaciones es un misterio. Escribir un libro es una lucha horrible y desgastante, como el largo sufrimiento de una enfermedad dolorosa. No debemos asumir una tarea semejante sin el impulso de algún demonio ante el cual no podamos resistirnos o al que no podamos entender. Hasta donde sabemos, ese demonio es, simplemente, ese mismo instinto que hace llorar a un niño para llamar la atención. Y, aún así, también es cierto que sólo podemos escribir algo digno de leerse si luchamos constantemente contra nuestra propia personalidad. La buena prosa es como un cristal. No puedo afirmar cuáles son mis más grandes motivaciones, pero sí sé cuáles merecen seguirse. Al revisar mi obra, percibo que cuando no tuve un fin político escribí historias sin vida, con párrafos floridos, oraciones sin sentido, adjetivos ornamentales y, por lo general, falsos.
George Orwell, Por qué escribo y otros ensayos sobre libros, trad. Katherine Pajuelo Lara, J.M. Marthans, 2025.
VEROSIMILITUD: ¿CUENTO O ENSAYO?
¿Cuál es entonces la diferencia entre cuento y ensayo? Digamos que el cuento trata de reproducir las conductas, siempre misteriosas, de la gente, y su habla, y las situaciones en que se ve envuelta, mientras que el ensayo trata sólo de reproducir el discurrir de nuestra inteligencia o comprensión de las cosas. El criterio más sano para distinguir cuento de ensayo es que el cuento precisa verosimilitud y el ensayo no. Verosímil es la acción o situación humana creíble. Si en un cuento realista un personaje salta limpiamente una barda de cuatro metros de alto, cae en inverosimilitud porque, simplemente, nadie puede dar este salto. Es decir, porque la acción no es coherente con el personaje. Verosímil no quiere decir real, sino coherente. Volar es un caballo alado hasta la Luna es, en un cuento fantástico, perfectamente verosímil […]
En el ensayo, donde no se narran acciones humanas, no hay nada en qué creer, y, por lo tanto, no tiene sentido pedirle ninguna verosimilitud. Al ensayo se le puede pedir perspicacia, lógica, ingenio, pero no hay espacio en él para la delicada coherencia de lo creíble.
Hugo Hiriart, El arte de perdurar, Almadía, 2010.