Tres bajistas que ya no están / I

LA CANCIÓN #6

"Live and Dangerous" Foto: Cortesía del autor

Tres músicos que cambiaron la forma de tocar el bajo eléctrico y crearon universos con cuatro (o menos) cuerdas. Los tres formaron grupos a su medida e hicieron música fuera de serie: Phil Lynott, Lemmy Kilmister y el genial Mark Sandman.

Phil Lynott fue una estrella de rock muy particular desde sus raíces: padre francoguayanés y madre irlandesa, él nació negro afro y lo adoptaron sus abuelos en Dublín. La sombra del abandono lo persiguió a lo largo de su discografía hasta la tumba. Su segundo disco se tituló justo Shades of a Blue Orphanage, en el que ya confluían todas las vertientes musicales que golpeaban sus venas: los ritmos africanos, el blues, la música tradicional irlandesa y el rock, géneros con los que creó a Thin Lizzy, un grupo muy popular en Europa en los 70 y los 80. Lynott era el compositor, bajista y cantante, delantero espectacular que le puso un sello al rock pesado con su influencia celta y su forma agresiva de atacar el bajo, la voz negra de blues furioso y su presencia salvaje. Siempre usó el Fender Precision con espejo para lanzar reflejos de luz a los espectadores, lo tocaba como si fuera una guitarra con plumilla y jamás se perdía entre las dos guitarras que incorporó, ritmo y requinto, para mantener un diálogo entre ellas y el bajo. Esos diálogos se convertían en duelos musicales de riffs y requintos, lo que mantenía la tensión en sus canciones. Un formato innovador que más tarde usaron la mayoría de los grupos del hard y el heavy de la época. De hecho, en Thunder and Lightning de 1983, Lynott se afanó de polizonte al tren del metal para despedirse. Siempre se rodeó de magníficos guitarristas: Eric Bell, Gary Moore, Scott Gorgham, Brian Robertson, Snowy White y el recién fallecido John Sykes. Pero sólo un baterista, Brian Downey, su mancuerna rítmica desde la secundaria.

EN SUS DISCOS CAMPEABAN caballeros medievales, vaqueros, roqueros, soldados, fugitivos, gays, bajos fondos, amor / desamor y oleadas de muerte. En “Angel of Death” incluso narra la agonía de su padre —el que se fue por cigarros— a pie de cama. Llevaba la tradición irlandesa al rock, como su versión de “Whisky in the Jar” o el disco Black Rose, algo que después hicieron Shane MacGowan y los Pouges con sus trazas políticas. Todo eso se puede escuchar en Jailbreak, Johnny the Fox, Bad Reputation y en el doble Live & Dangerous de 1978, siempre entre los cinco mejores discos de rock en vivo.

Lynott era tan buen compositor que también publicó dos libros de poesía: Songs For While I’m Away y Philip. Su final se precipitó por una depresión al quedar fuera del cartel del festival Live Aid, organizado por sus cuates irlandeses Bob Geldof y Midge Ure. Murió en 1986, a los 36 años, de septicemia y neumonía después de una sobredosis. Le han hecho una estatua, tres documentales, un timbre postal, una moneda y el festival anual Vibes for Philo. Le tocó la peor época racista y antiinmigrante inglesa: “No irish, no blacks, no dogs” y, sin embargo, cuando le preguntaban qué se sentía ser negro e irlandés, respondía con una sonrisa: “Como una buena pinta de Guiness”.