LA TÉCNICA ARTÍSTICA DEL SUMI-E
El pintor se identifica con la naturaleza de las cosas. […] En el sumi-e no nos es permitido, ninguna reflexión, ningún riesgo, ninguna repetición, ningún retoque, ninguna reconstrucción. Una vez ejecutados los trazos, no son susceptibles de ninguna adaptación de un hecho anterior. Dada la naturaleza del papel, de la seda y de la cerámica, todo lo que es pincelado es obvio y dolorosamente visible. El artista debe seguir su inspiración espontánea, absoluta e instantáneamente, si la lógica y la razón se manifiesta en la ejecución entre pincel y papel se desvanece la energía Chí.
El espíritu del artista ahí se encuentra, sus paisajes, sus pájaros, sus flores son de propia creación. El espíritu creador muévese por todas partes, la creación es en la vida y en el arte. Es el esfuerzo para apoderarse del espíritu en movimiento, el esfuerzo en obtener cosas vivas, dar vida.
El sumi-e no tiene por meta reproducir ni perfecta ni imperfectamente. De composición asimétrica, los poemas sugeridos, los tonos de un solo color (el negro) son elementos simbólicamente colocados en los espacios vacíos, buscando el equilibrio vacío-lleno, cielo-tierra. Cierta unidad del mundo visible con el invisible (Bashō).

Tres bajistas que ya no están / III
Lourdes Parente, Sumi-e. El arte de la pintura japonesa, Las Cuatro Fuentes Editorial, 1996.

BIOY CASARES NO VENDE NADA
En la reunión con los escritores de la Partisan Review [Nueva York, 1949], uno de ellos me preguntó qué vendía (What do you sell?). Me acordé de William Faulkner y el sur, de Ernest Hemingway y sus bravuconadas, de Erskine Caldwell y la miseria de los años treinta, y no sin orgullo contesté que no vendía nada. Me previno entonces que yo no iba a interesar a nadie; peor aún, que iba a despertar sospechas. Cuando volví al hotel, mentalmente corregí el diálogo con el pelafustán y llegué a decirle que se cuidara bien de formular su pregunta fuera de Norteamérica, porque iban a despreciarlo. En la escena que yo imaginaba, el hombre se entristecía y para levantarle el ánimo le aseguré que en Europa preguntaban lo mismo, pero con estas palabras: ¿Es usted un escritor comprometido?
Adolfo Bioy Casares, Memorias. Infancia, adolescencia y cómo se hace un escritor, Tusquets, 1994.
PASAJERO
Nuestras rutinas de pasajeros, entre muchos otros modos de conducta y organización, son miméticas: imitan el comportamiento de formas de vida no humanas y sus respectivas relaciones con el espacio. El origen francés de la palabra pasajero es indicativo de esta imitación. Según el diccionario Le Littré, el sustantivo y adjetivo passager están ligados a los oiseaux passagers, aves de paso o aves migratorias. Significa fugacidad, impermanencia, breve duración, “estar en un lugar meramente de paso” (Un passager, un homme qui n’est dans un lieu qu’en passant: un pasajero, un hombre que no está en un lugar más que de paso. Un pasajero hace lo contrario de morar o habitar un lugar y se parece a las aves migratorias, que se mueven entre hábitats y entre climas con la llegada de un clima más fresco.
Michael Marder, Filosofía del pasajero, trad. Héctor Andrés Peña, Ned ediciones, 2022.

DIOSAS Y SERPIENTES
Entre los destellos que la civilización minoica nos ha legado se encuentran unas enigmáticas figuras femeninas con los brazos levantados sosteniendo una serpiente en cada mano. Las más famosas son dos estatuillas halladas en una cámara del palacio de Cnosos que datan del año 1600 a.C. y que fueron denominadas “diosas de las serpientes”.
Cuando sir Arthur Evans encontró en 1903 las dos famosas diosas de las serpientes (hoy conservadas en el Museo Arqueológico de Heraclión) rápidamente buscó paralelismos con la cultura egipcia y las definió como divinidades de la tierra, espíritus del inframundo con un sentido propiciatorio. Estas figuras, denominadas potnia (“señoras” o “soberanas”), están entre los primeros objetos de veneración que reflejan el arte minoico y ya presentan sus características dominantes: naturalismo y gracilidad.
A pesar del nombre con el que las conocemos, las “diosas”, que están representadas como doncellas de palacio, podrían ser en realidad sacerdotisas de un culto desconocido.
Historia. Los orígenes de Grecia, vol. 6, National Geographic, 2019.

MARK TWAIN Y UN MENTIROSO
[…] Otra de las paradas es Rusia, que por aquella época acababa de pasar por la guerra de Crimea. Twain relata que no había nada que visitar, que llegando a Sebastopol les dicen algo como: “Les diríamos qué monumentos visitar, pero la guerra no dejó ninguno”. Cuenta que entonces todos los pasajeros se bajaron y se pusieron a buscar vestigios de lo que antes había habido allí. “No teníamos otra cosa que hacer, todo el mundo se lanzó a la caza de reliquias. Han llenado el buque de reliquias.” Twain habla entonces de un personaje —una vez más, no sabemos qué tan real sea, pero sirve muy bien para perfilar el momento— que se dedica a juntar piedras y que, una vez a bordo del barco, las empieza a etiquetar. “Ésta era del Partenón”, dice. Y le replican: “Pero tú no fuiste al Partenón”. Y él responde: “Sí, pero mi tía no se va a enterar; yo le voy a regalar esta piedra y le voy a decir que se la traje del Partenón”.
Vicente Alfonso, Mark Twain: un viaje a contracorriente, Grano de Sal / f,l,m., 2024.

LA RELIGIÓN Y EL HUMANISMO
Hasta en su modalidad más sumisa la religión tiene que reconocer que lo que está proponiendo es una solución “total”, según la cual la fe debe ser hasta cierto punto ciega y en la que todas las facetas de la vida pública y privada deben estar sometidas a la supervisión permanente de una instancia superior. Esta vigilancia y sometimiento continuos, reforzados por lo general por el miedo bajo la forma de venganza infinita, no hace aflorar nunca las mejores cualidades de los mamíferos. No cabe duda de que la emancipación de la religión tampoco produce siempre los mejores mamíferos. Tomemos dos ejemplos destacados: uno de los científicos más grandes e inteligentes del siglo XX, J. D. Bernal, fue un abyecto incondicional de Stalin y desperdició gran parte de su vida defendiendo los crímenes de su líder. H. L. Mencken, uno de los mejores escritores satíricos sobre religión, era demasiado entusiasta de Nietzsche y defendió una forma de “darwinismo social” que incluía la eugenesia y el desprecio de los débiles y los enfermos. También sentía cierta debilidad por Adolf Hitler y escribió una crítica imperdonablemente indulgente de Mi lucha. El humanismo ha cometido muchos delitos por los que debe disculparse. Pero puede disculparse por ellos y enmendarlos dentro de sus propios márgenes y sin tener que sacudir ni poder en cuestión los fundamentos de ningún sistema de creencias inalterable. Los sistemas totalitarios, cualquiera que sea la forma exterior que puedan adoptar, son fundamentalistas y están “basados en la fe”.
Christopher Hitchens, Dios no es bueno. Alegato contra la religión, trad. Ricardo García Pérez, Debate, 2017.
