Como muchos otros clínicos que trabajan en el campo de la psiquiatría y la salud mental, reconozco los enormes desafíos que enfrentamos en la práctica cotidiana. Existen muchas historias de éxito que brindan una esperanza razonable, pero también hay resultados desafortunados que nos obligan a examinar estas cuestiones con el mayor cuidado. Los padecimientos mentales provocan sentimientos de incertidumbre en todos aquellos que sufren estas condiciones, pero también en sus familiares y, plantean preguntas fundamentales a los profesionales que brindan atención. Los investigadores comprometidos con una búsqueda honesta del conocimiento son conscientes de la incertidumbre y de la brecha que hay entre la brusca realidad de los hechos clínicos, por una parte, y la naturaleza preliminar de nuestros modelos científicos. Superar esta brecha requiere de la investigación clínica y básica, pero también de un debate que refleje la diversidad de pensamientos y valores en la salud mental. Lamentablemente, esta discusión suele estar polarizada por académicos que se encuentran en extremos opuestos del campo académico: algunos rechazan por completo la psiquiatría, y la consideran inútil, o francamente inmoral y nociva, mientras que otros descartan todas las críticas hacia la práctica psiquiátrica.
EN EL ECOSISTEMA DE LA SALUD MENTAL, cada miembro podría aportar una parte del conocimiento necesario para comprender el campo en su totalidad. Por ejemplo, los pacientes que han sufrido daños como efecto adverso de algún medicamento tienen una historia muy importante que contar. Sin embargo, las historias de éxito son igualmente importantes dentro del debate público, porque sin esas historias no se explica el uso extendido de los medicamentos, y en tales condiciones, las teorías de conspiración resultan muy seductoras. Los científicos que ofrecen críticas meticulosas a la investigación psiquiátrica aportan observaciones extremadamente valiosas para el campo. Pero también merecen nuestra atención las contribuciones de los científicos que avanzan las terapéuticas en psiquiatría. En tales circunstancias, surge una pregunta: ¿Son inevitables las tensiones? ¿Es imposible imaginar una integración de las mejores tendencias críticas en la teoría y la práctica clínica de la salud mental? Escuchar los puntos de vista divergentes es indispensable, ya que los psiquiatras, como otros profesionales de la salud mental, y al igual que los críticos de la psiquiatría, pueden caer en un círculo vicioso típico de la era informática: me refiero a las cámaras de eco –con sus sesgos de confirmación y su disposición a los reforzamientos recursivos.
¿Es imposible imaginar una integración de las mejores tendencias críticas en la teoría y la práctica clínica de la salud mental?
En este contexto, el año pasado apareció el libro Conversations in Critical Psychiatry (Oxford University Press) que reúne una serie de entrevistas realizadas por el psiquiatra y pensador Awais Aftab. Los textos incluidos en el libro hacen una contribución equilibrada al debate en medio de esta polarización. En el libro, Aftab incluye perspectivas de expertos por experiencia, y de profesionales de diversas disciplinas de la salud mental, incluyendo psicoterapeutas, filósofos y críticos de la psiquiatría, algunos de los cuales también desarrollan un trabajo clínico. Los temas que se abordan en el libro giran en torno a varios ejes, entre ellos, la validez de las categorías psiquiátricas, de la psicofarmacologíay de las intervenciones psiquiátricas, en general.
UNA PARTE CENTRAL DEL LIBRO está dedicada al análisis crítico de la psiquiatría contemporánea, mediante los trabajos de la red de psiquiatría crítica inglesa. Un ejemplo de esta orientación crítica que rechaza la medicalización se encuentra en la entrevista de Timimi, quien se refiere al campo de la psiquiatría infantil como un territorio donde se lleva a cabo una “McDonaldización” del desarrollo infantil. Esto concierne “a la forma en que los desafíos y las incertidumbres asociados con el crecimiento se colocan en categorías ordenadas de cosas que están mal con los niños individualmente, las cuales luego pueden ‘arreglarse’ con intervenciones simples y uniformes. La economía y la cultura de mercadose aprovechan de nuestro deseo de satisfacción inmediata”.
Algunos entrevistados son defensores del modelo médico de la psiquiatría, lo que aporta un equilibrio necesario a la discusión. Los profesores Ronald D. Pies, Paul Summergrad y el psiquiatra Ahmed Samei Huda hacen una clarificación muy importante de la naturaleza del modelo médico, que va más allá de la caricatura ofrecida por muchos clínicos, según los cuales la psiquiatría es una disciplina biomédica sin interés por los factores psicosociales o por el espíritu de la psicoterapia. Estos autores nos muestran la historia y la filosofía de una disciplina en constante evolución, que busca la integración de las neurociencias, la psicoterapia y el razonamiento clínico, dentro de un marco racional organizado por la epidemiología clínica.
Según el doctor Aftab, una parte importante de las críticas hacia la psiquiatría se concentra alrededor de dicotomías que polarizan la discusión, por ejemplo: ¿Los trastornos mentales son enfermedades en el sentido médico de la palabra, o son meramente problemas de vida medicalizados y patologizados de manera injustificada? ¿Estos trastornos tienen una causa biológica, o debemos entenderlos como el resultado de la causalidad psicológica? La respuesta a estas preguntas tiene implicaciones importantes, ya que justifica la atención médica, o sugiere que estos problemas deben quedar fuera del dominio de la medicina. El libro de Aftab me dejó claro que la psiquiatría necesita participar activamente en una discusión pluralista sobre la salud mental, el bienestar psicológico y su relación con la medicina y los contextos sociales.
Cuenta Aftab que las entrevistas se realizaron como un intercambio de preguntas y respuestas por medios digitales, a lo largo de varias semanas: “No me interesaba lo que los entrevistados pudieran decir de inmediato sobre cuestiones complejas, sino lo que pudieran decir tras una reflexión cuidadosa.” Con frecuencia el autor actúa como si fuera el abogado del lector, tratando de garantizar la claridad conceptual. Esto es esencial porque el proyecto del libro es profundamente interdisciplinario. Algunos lectores pueden tener conocimientos en psiquiatría y psicoterapia, pero no en filosofía, y viceversa. A veces las intervenciones de Aftab son objeciones a las tesis del entrevistado, quien suele responder mediante una argumentación convincente. De esta interacción emerge un texto dialógico con áreas de acuerdo y desacuerdo; por lo general, hay una armonización que no está del todo exenta de tensiones, pero en conjunto –si leemos varias entrevistas– podemos apreciar la formación de un pensamiento racional y plural. Conversations in Critical Psychiatry no sólo es una fuente confiable de información sobre los debates científicos actuales, sino también un modelo del pluralismo necesario para mejorar las intervenciones psiquiátricas y un debate social más amplio sobre la salud mental.
