Abordar la extensa obra de Mario Vargas Llosa en un par de páginas es imposible. Aquí repasaré algunas de sus novelas. En 1963 publicó La ciudad y los perros, a la edad de 27 años. El trepidante boom latinoamericano se iniciaba con autores como él, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y, desde luego, Carlos Fuentes. Fueron aún más y todos ellos atrajeron la atención del mundo occidental. Los universos que conforman América Latina se convirtieron en la literatura del momento. La política, la cultura, las clases medias y las historias vernáculas eran los temas, a partir de una escritura experimental e innovadora.
Todos ellos se sentían vinculados a la Revolución Cubana. Vargas Llosa, después de obtener el doctorado en la Universidad Complutense, se mudó a París. Adoptó como figura tutelar a Jean Paul Sartre. Corría el año 1962. El escritor peruano, que se formaba como un intelectual en toda la extensión de la palabra, leía filosofía y seguramente a Marx y a pensadores marxistas. Trabajaba como periodista en la agencia France Press y como profesor de español. Sus inquietudes políticas en esos años son parte esencial de su novela Conversación en La Catedral (1969). Zavalita, el protagonista, estudia en la Universidad de San Marcos, uno de los focos que se oponían a la dictadura en Perú del general Manuel A. Odría, a su represión política y a la inmensa corrupción de su gobierno. Santiago Zavala, Zavalita, se une a sus compañeros comunistas y acaba en la comisaría. Luego opta por el periodismo.

LA CIUDAD Y LOS PERROS había ganado el Premio Biblioteca Breve en 1962. La novela se desarrolla en Lima, en el colegio militar Leoncio Prado adonde Vargas Llosa asistió obligado por su padre, que estaba en contra de la aspiración de su hijo a ser escritor. Necesitaba el látigo de la dureza. En la novela se exhibe el carácter autoritario de los maestros y la férrea disciplina a la que deben someterse los alumnos y cadetes. El sistema humilla a los jóvenes y Vargas Llosa realiza una fuerte crítica al respecto, lo mismo que a la cultura castrense y patriarcal, cuyos valores residen en la hombría, la sexualidad, la agresión y, desde luego, la bravura. El meollo de la historia es el robo del cuestionario para un examen. Un cadete, El Esclavo, delata el hurto y, supuestamente, lo mata otro estudiante, El Jaguar, pero aunque el crimen nunca se aclara del todo, el propio Jaguar se lo atribuye quizá para mantener el liderazgo entre sus compañeros. Las autoridades del Colegio y los jóvenes experimentan enfrentamientos. Apenas cursan la secundaria y la agresión y las amenazas resultan el tema central de la novela. El personaje de El poeta, Alberto Fernández, remite al propio Vargas Llosa, quien retrata la situación económica y política de Perú en aquellos años y se ensaña con el militarismo. El lenguaje se aviene a los hechos dentro de la escuela. Algunas situaciones ocurren en distintos tiempos y lugares. A los 27 años, Vargas Llosa era ya un escritor que experimentaba con el espacio y con diferentes periodos dentro de una misma historia. Era la suya una escritura revolucionaria.
En el prólogo de ediciones Lumen a Los cachorros, el escritor y crítico peruano, José Miguel Oviedo, escribe:
[Vargas Llosa] después de terminar La Casa Verde (1966) se tomaba un respiro antes de empezar su tercera novela, Conversación en la Catedral, ydecidió escribir una historia que lo ve-nía rondando hacía tiempo: otra vez sobre realidad e imaginación, otra vez sobre colegiales de la clase media.
A los 27 años, era ya un escritor que experimentaba con el espacio y con diferentes periodos dentro de una misma historia. Era la suya una escritura revolucionaria
El subtítulo de la novela es Pichula Cuéllar. Apunta Oviedo que era un “título brutal y provocador para el lector peruano” (la palabra pichula, que designa el sexo masculino, es impronunciable y, por cierto, impublicable, pero finalmente se llamó, con mayor cordialidad, Los cachorros). El libro trata de un muchacho emasculado por un perro. Sucedió en verdad, Vargas Llosa lo había leído en una nota periodística. En las correrías adolescentes, el machismo y las pruebas de virilidad, en especial éstas últimas, el pobre Pichula sufre, así que resulta —dice Oviedo— un héroe imposible, a pesar de haber sido muy bien recibido por el grupo escolar de adolescentes. Cuéllar interpreta el papel del macho y oculta su castración. Se enamora de una chica, Teresita, pero por “la falta” en su hombría, Pichula se aísla y lo cómico se vuelve tragedia.

LA CASA VERDE (1966) es la historia de varias familias en Piura, norte de Perú. Las vidas de los personajes se entrelazan y La Casa Verde es un prostíbulo en el que rezuman la decadencia y la corrupción. Hay tres personajes principales: Don Anselmo, que regentea el burdel, el cura García quien, junto con otros defensores de la moral, atenta contra la Casa. Los moralistas queman la Casa Verde, don Anselmo cae en desgracia y años después aparece su hija, la Chunga, que abre otra casa de citas con el mismo nombre que la de su padre. Otra vez lo adverso y lo cómico se mezclan y el lenguaje ylos vericuetos forman una narrativa muy interesante. Hay diálogos que ocurren en momentos y espacios diferentes que se presentan simultáneamente.
Regreso a Conversación en La Catedral (1969) que comienza con la célebre pregunta de Santiago Zavala, el protagonista: ¿en qué momento se había jodido el Perú? Zavalita, como el Perú, se había jodido también en algún momento. ¿En cuál?, piensa. Frente al Hotel Crillón un perro llega a lamerle los pies: no vayas a estar con rabia, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, jodidos todos. Piensa: no hay solución.
La historia se desarrolla bajo la represión política del dictador Manuel Odría cuando Vargas Llosa era muy joven. La conversación se desenvuelve entre dos personajes, Zavalita, hijo de familia acomodada, y Ambrosio, el chofer negro de su papá. El padre es un empresario que se beneficia de la corrupción gubernamental y que guarda un secreto sobre su persona: es homosexual.

Zavalita se une a los estudiantes comunistas de su universidad, donde vive en carne propia la represión del régimen. La Catedral es un bar de barrio pobre, con un techo muy alto y por eso se llama así. La novela está sostenida por una estructura complicada y original. Zavalita se desencanta de su padre, del país, de todo.
Vale la pena decir que Vargas Llosa, que tuvo aspiraciones presidenciales, siempre se interesó por asuntos políticos. Hay quienes saben que se trata de un extraordinario escritor y lo reconocen, pero le achacan ideas políticas de ultraderecha. En su vida actuó como liberal. En su juventud simpatizó con el socialismo y después se inclinó hacia elconservadurismo.
Se desencantó del “socialismo cubano”, cuando surgió el “caso Padilla”. En 1971, el encarcelamiento y la tortura a la que sometieron al poeta Heberto Padilla, quien al principio era un entusiasta de la Revolución Cubana y representó a Cuba en el bloque soviético, horrorizaron al escritor peruano. Padilla, que había regresado a la isla en 1966, se decepcionó del camino que tomaba Fidel Castro. Luego de leer Provocaciones en un recital de la Unión de Escritores, lo arrestaron junto a su esposa Belkis Cuza Malé y los acusaron de “actividades subversivas”. Su encarcelamiento levantó ámpula entre los escritores del mundo. Protestaron Julio Cortázar, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Susan Sontag y muchos más. Al cabo de varios días en prisión, Padilla se autocriticó ferozmente y elogió a la Revolución. Para Vargas Llosa eso significó un punto de quiebre. No así para Cortázar y quizá tampoco para Juan Goytisolo.

PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS (Premio Latinoamericano de Literatura) llegó en 1973. Es una novela cómica, vena que siempre aprovechó Vargas Llosa. El humor es necesario. La historia va así: el capitán Pantaleón Pantoja, del ejército peruano, un hombre decente a carta cabal, debe procurar las necesidades sexuales de un grupo de soldados destinados a la Amazonia y evitar que la soldadesca viole a mujeres de la zona. No le gusta nada la idea, pero debe acatar la orden de sus superiores y llevar a las “visitadoras”, es decir, prostitutas, a los cuarteles de Iquito. El capitán se involucra con una, la muy seductora, Brasileña, y le es infiel a su esposa. El final es casi un happy ending, Pantaleón regresa con su esposa, pero han asesinado a la Brasileña.
En 1979 Mario Vargas Llosa sabía que el sandinismo había fracasado y su desilusión con Nicaragua era evidente para 1985. Se adelantó a muchos que no sabían qué ocurría en aquel país. En ese momento algunos lectores dejan de entender a Vargas Llosa, quien desde hacía tiempo se había volcado en las ideas de Albert Camus. Entrada la década de los ochenta, el escritor peruano se interesó por el neoliberalismo. Margaret Thatcher y sus políticas económicas le atraían mucho. Entiendo que se había escaldado con el presidente peruano Alan García, que expropió los bancos en Perú. En 1990 se lanzó a la carrera presidencial de su país. “El recorrido que me fue llevando desde mi juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano al liberalismo de mi madurez” lo transformó, como escribió en su libro de memorias El pez en el agua (1993), donde cuenta su experiencia en las elecciones que perdiera ante Alberto Fujimori.

LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO (1981) retoma un asunto brasileño, un acontecimiento histórico de 1897, durante la recién creada República de Brasil. Los yagunzos, campesinos guiados por Antonio Conselheiro, quien quiere restaurar los principios del Buen Jesús se enfrenta a los militares surgidos en el nuevo Brasil, a los que se unen los terratenientes de aquella zona. A Vargas Llosa le interesaba todo acontecimiento histórico que pudiera explicar el comportamiento humano. Cerca del 1900, acaso el final de los tiempos, un grupo de devotos en la región de Canudos se niega a pagar impuestos, ya que están seguros de que la República era contraria a Cristo. Los personajes son extraños, como de pueblo medieval. Sin embargo, se enfrentan a los nuevos tiempos.
Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura en 2010, escribió profusamente y delineó la realidad de América Latina, y la de Sudamérica en específico. Cuando en 1990 participó en un programa de televisión en Televisa, con Octavio Paz y Enrique Krauze, para hablar sobre el tema, “El siglo XX: la experiencia de la libertad”, en que se esperaba abrir la conversación hacia la caída del comunismo en Europa del Este, un momento crucial, el escritor peruano, que había vivido la experiencia de una dictadura militar en Perú, introdujo otro tópico y dijo que a México no se le podía exonerar de esa experiencia ya que era la “dictadura perfecta” bajo el gobierno priísta. “La dictadura perfecta no es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México.” “Yo no creo” —siguió, en referencia al PRI— “que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándolo de una manera muy sutil”. Vargas Llosa había eludido una prohibición implícita en México, la de que los extranjeros no deben opinar sobre el sistema político mexicano. José Saramago interpretó el suceso como el de dos bloques de intelectuales enfrentados: Paz-Vargas Llosa, Fuentes-García Márquez.
El escritor español Juan Marsé, que no tomó partido, señaló cierta disposición conservadora en Octavio Paz. El encuentro resultó divertido para algunos y escandaloso para otros. Paz explicó que en México hacía tiempo que no había gobiernos militares y que el PRI era un partido hegemónico y no una dictadura, lo cual, desde mi perspectiva era cierto, pero también lo expresado por Vargas Llosa.

HISTORIA DE MAYTA se publicó en 1983. Es una indagación, a través de quienes lo conocieron, sobre Alejandro Mayta, un trotskista que lideró una intentona revolucionaria en 1958 en Perú, a quien luego encarcelaron varias veces por diversas circunstancias. Resulta un informe novelado bastante amargo de los arrestos revolucionarios, de las siniestras cárceles en Lima.
Vargas Llosa nunca abandonó la necesidad de investigar los territorios que escogen el enfrentamiento al statu quo. En Lituma en los Andes, premio Planeta 1993, el cabo Lituma y su adjunto Tomás soportan un atmósfera hostil y peligrosa en los Andes, bajo la amenaza de la guerrilla de Sendero Luminoso, organización armada marxista-leninista-maoísta. El narrador inquiere sobre misteriosas desapariciones y a la vez revela la intimidad amistosa entre Lituma y Tomás.
El recorrido que me fue llevando desde mi juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano al liberalismo de mi madurez’ lo transformó
La última novela del escritor peruano fue Le dedico mi silencio (2023) en donde cuenta la vida de Toño Azpilcueta y cómo su pasión por la música criolla y afroperuana lo lleva a seguir los pasos del virtuoso guitarrista Lalo Molfino. Con este libro anunció su retiro de la narrativa y que planeaba escribir un último ensayo sobre su admirado Sartre.
La muerte de Vargas Llosa nos tomó a muchos por sorpresa. Tal vez pensábamos que estaría perennemente en París, en Madrid, en Santo Domingo o en Lima, batiéndose contra el mandato de los gobiernos populistas y pensando en historias novelables y en nuevos ensayos literarios.


