Horacio Uribe, (1970-2025)

En este obituario, el investigador, dramaturgo y especialista en música Eduardo Contreras Soto, nos habla de la intempestiva noticia de la muerte de su amigo el pianista y compositor Horacio Uribe, ocurrida hace unos cuantos días. Esta pérdida lo llevó a hacer un breve recorrido por su brillante y versátil carrera. Contreras conoció al músico joven cuando ya demostraba su talento en Bellas Artes y después compartieron algunas experiencias y descubrimientos tecnológicos para registrar sonidos musicales

Horacio Uribe al piano durante una presentación en la Fonoteca Nacional,
donde interpretó algunas de sus composiciones.
Horacio Uribe al piano durante una presentación en la Fonoteca Nacional, donde interpretó algunas de sus composiciones. Foto: Fuente > Lalo Soto

El jueves 26 de junio, se fue para siempre Horacio Uribe, y dejó sorprendidos y desconcertados a todos los que lo quisimos y admiramos por su obra musical. Lo recuerdo desde sus inicios en que, con aire de muchachito inocente y moño de palo-mita al cuello, subiera al escenario del Palacio de Bellas Artes a agradecer los aplausos por una pieza en náhuatl para tenor y cuarteto de cuerdas que le estrenara Ramón Vargas. Luego nos conocimos gracias a Eugenia León, pues él fue uno de los arreglistas de su disco La Suave Patria, que ella realizara con el Cuarteto Latinoamericano, y en el cual yo colaboré, y entonces tuve la especial oportunidad de ver cómo se conocían y saludaban Horacio y el gran trovador veracruzano Armando Chacha, ya que el primero había realizado el arreglo para voz y cuarteto de cuerdas de la hermosa canción Santiago, del se-gundo. Este hecho ya vuelve manifiesta la vocación abierta y libre de prejuicios de Horacio, quien se movía con la misma soltura en el ámbito de concierto, como el muy completo egresado que era del Conservatorio Chaikovski de Moscú (el de verdad), que en los ambientes de la farándula: no era raro verlo tocar el piano en algún cabaret de Coyoacán para acompañar canciones de parodia y sátira política, así como también le puso música a varios montajes teatrales célebres, entre ellos, Como te guste, una versión libre de José Ramón Enríquez al As You Like It de Shakespeare dirigida por Mauricio García Lozano y actuada por grandes talentos como Marisa Rubio, Miguel Ángel Barrera, Humberto Busto y Héctor Kotsifakis. En este montaje, Horacio creó una serie de melodías en perfecto estilo renacentista que, al mismo tiempo, revelaban varias sutilezas de su personalidad de compositor: una personalidad segura, con pleno control y conocimiento de lo que hacía, con una apariencia de sonido tradicional pero con muchos manejos subterráneos de disonancias, acordes sustituidos o ampliados y exposiciones en notas pedales para crear atmósferas densas y expresivas.

Para Horacio, la creación artística se podía expresar con el concepto latino Ludus, que en varios idiomas también se mantiene en un solo término (jouer, spiel, play). 

EN SUS MEJORES COMPOSICIONES se manifiesta esta compleja personalidad de equilibrista sonoro: sus dos Tríos con cuerda, su Preludio y Toccata para clavecín o piano, sus Aproximaciones al Son Huasteco para flauta y piano, sus varias piezas para arpa y, en las dotaciones orquestales, Horizontes, Canto a Nezahualcóyotl y el magnífico Concierto para flauta y orquesta. Le están agradecidos intérpretes tan diversos y destacados como Águeda González, Miguel Ángel Villanueva, Mercedes Gómez, el Cuarteto de Guitarras Manuel M. Ponce, el Trío Coghlan y Ónix Ensamble, entre varios otros. También sé que hay agradecimiento en los alumnos de análisis musical que Horacio tuvo en distintas escuelas profesionales de México y Morelia. Todos podíamos aprender mucho a su lado: yo recuerdo haber sabido con él por primera vez qué eran los archivos MIDI [Musical Instrument Digital Interface], cuando apenas empezaban a ser familiares; y esto me recuerda cómo tuvo, en una primera etapa de su carrera, un gran interés por todas las tecnologías de creación y de registro del sonido y, con el paso de los años, renunció a este mundo técnico y regresó a los medios más sencillos y elementales de componer con lápiz y papel, eso sí, sin renunciar a su inseparable piano. Para Horacio, la creación artística se podía expresar con el concepto latino Ludus, que en varios idiomas también se mantiene en un solo término (jouer, spiel, play), aunque en español se ha desdoblado en dos significados: jugar e interpretar. Y es que él tenía un niño interior tan enorme que nunca dejó de divertirse (y divertirnos) con sus creaciones musicales de todo tipo, carácter y género. Por todo lo que he expuesto, aún no me recupero del desconcierto y de la sorpresa. Voy a extrañar mucho a mi amigo Horacio Uribe. Y todavía no ha empezado el duelo, hasta que asimile de verdad que se nos ha ido. Pero su música nunca se irá ya. Y de eso nos encargaremos todos los que lo quisimos y admiramos.

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