Una deidad recorre el metaverso: es el avatar de Julio Iglesias.
Estamos en el séptimo mes del año: la temporada de los memes de Julio. Aunque cada vez se adelantan más, incluso pueden empezar a circular desde enero, es durante estas fechas cuando el rostro del cantante agandalla la atención de internet.
Este año cumplen una década los memes de Julio causando furor. Aunque la prehistoria marca el 2010 como el año en que se originó la broma, es desde 2015 que se ha convertido en toda una tradición digital. Algo difícil de conquistar. En el mundo siempre caprichoso de las redes, la permanencia de algo es improbable. Por eso la supervivencia de los memes de Julio se ha convertido en un fenómeno. Han conseguido trascender las modas.
El meme es el verdadero arte del siglo XXI. Es de dominio público que existe más creatividad en algunos memes que en todas las obras de los becarios de la Fundación BBVA-Carrillo Gil. Y de entre la inmensa producción que circula en redes, varios de la serie dedicada a Julio iglesias deberían estar colgados en algunos de los museos de arte contemporáneo más importantes del planeta.
El mundo se divide en dos clases de personas. Las que aman los memes de Julio y las que los odian. Yo pertenezco a las primeras. Así como otros esperan con entusiasmo la época de los chiles en nogada o la Feria del Libro de Guadalajara, yo me emociono cuando se aproxima este mes. Desde junio empiezo a saborearlo.
NO RECUERDO CÓMO COMENZÓ MI ADICCIÓN a los memes de Julio. Pero como muchos, he abrazado la religión con fervor. Y he amasado una colección considerable. Tengo un acervo que va desde los más simples hasta los que arañan la genialidad. He visto a las mejores mentes de mi generación crear memes de Julio en sus horas más godínez. En los últimos tres años, con el acceso a la Inteligencia Artificial, han superado las barreras técnicas. Ahora el ingenio no depende de un diseñador para ubicar a Julio en cualquier situación o escenario. Por lo que el punto de finitud parece más remoto que nunca.
Mi primer encuentro con Julio Iglesias ocurrió cuando era niño. Jamás imaginé que el vinyl que sostenía en las manos, Un hombre solo, presagiaba el futuro. Y si alguien me hubiera dicho que era una máquina del tiempo no habría entendido de qué demonios estaba hablando. Si aquel cantante ya era un don de 45 años. Y era considerado el Luis Miguel de las señoras. Pero maldita fama es tan imprevisible, que nunca sabes cuándo se va a burlar de la realidad.
Qué chistosa es la existencia, que ahora nos unifica a través de un meme. Pero no a todos fascinan los de Julio.
Qué chistosa es la existencia, que ahora nos unifica a través de un meme. Pero no a todos fascinan los de Julio. Muchos de mis contactos no los soportan. Y cada vez que les envío uno nuevo me piden hastiados que deje de hacerlo. Ya basta, se quejan. Están fuera de los círculos de Dante. Pero intercambian de otro tipo. De los Ternurines, de Lalo Mora, de José José, de perritos, de gatitos, de la NFL, de Los Simpson, etc. Pero el rey indiscutible del meme es Julio Iglesias.
El meme es un sentimiento colectivo. Así como a algunos no les gustan los de Julio, otros los comparten gozosos. Cada nuevo meme es recibido con vítores. A ver qué chingadera se les ocurrió ahora. Y si está bien logrado, es festejado con su propagación. Lo mismo si no es tan bueno, la cuestión es agotar la fuente de algo que ya se sabe inagotable. Mantener encendida una llama que sabemos que nunca se va a apagar. Que cuando llegue agosto va a continuar dando coletazos y que lo que resta del año y los próximos meses del siguiente nos va a inducir a una nostalgia global. En la que nada más por incordiar circularán de manera aislada las imágenes de Julio hasta que el séptimo mes vuelva a llegar y se produzca otra vez el estallido.
PERO ENTRE LA AUDIENCIA a la que no le gusta Julio y la que sí es fan, hay un tercer tipo de usuario. Aquel que, aunque el meme no le produce nada, ni aburrimiento ni placer, guarda los memes de Julio que se topa en la red para mandárselos a sus amigos, conocidos y seres queridos a los que sí les interesan. Pura generosidad digital. El meme es una industria para la que trabajamos todos. Lo que no deja de resultar curioso es que la popularidad de Julio no haya conquistado el medio ambiente de los stickers. Ahí su influencia no ha corrido con el mismo éxito.
Algo raro ocurre con la repetición en el caso de los memes de Julio. En tiempos donde siempre anhelamos nuevas sensaciones, donde exigimos variantes a cualquier costo, que los memes de Julio continúen vigentes resulta insólito. Esto se debe al llamado “efecto de mera exposición”, en el que la repetición del estímulo garantiza el éxito. Sin embargo, cuánto se puede estirar la liga del efecto de mera exposición. No existe actividad que termine por cansarnos. Hasta el sexo termina por perder significado. ¿Algún día nos hartaremos de los memes de Julio? Seguramente, la pregunta es cuándo.
Por estos días circula una biografía del cantante español en librerías: El español que enamoró al mundo (Libros del Asteroide, 2025). Confieso que la única razón por la cual quiero leerla es por los memes. Y que si ésta no incluye un capítulo dedicado a los memes, me voy a sentir defraudado y la voy a considerar fallida. Tiene que existir una teoría de por qué Julio se convirtió en meme. Al margen de que todos somos susceptibles de ello. O al menos que aventure en qué momento sucedió. Yo tengo mi hipótesis.
Para mí, el momento en que Julio se convirtió en materia de meme fue cuando circuló en redes su foto dentro de un jet privado con lentes oscuros, una botella de vino y una cubeta de Kentucky Fried Chicken. Esta imagen lanzó a Julio a la esfera digital y aceleró nuestros cerebros para tratar de igualarla en tono humorístico. De ahí la conexión con el mes de julio. Es tan seductora la foto que incluso ya fue parodiada por el reguetonero Maluma. Julio ya era parte de la cultura pop, pero esta fotografía lo consolidó con un público que no creció con su música. Y que tal vez ignore su pasado como sex symbol y sus conquistas románticas.
El próximo septiembre Julio Iglesias cumplirá 82 años. Y quizá su arte le asegure un lugar en la historia de la música. Pero lo que en definitiva le garantizará la inmortalidad, tan inalcanzable para la mayoría, será su desdoblamiento en meme estacional.
