EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

En vivo desde Nueva York: Saturday Night Live

En vivo desde Nueva York: Saturday Night Live
En vivo desde Nueva York: Saturday Night Live Foto: Cortesía del autor

La escuela de la comedia gringa por antonomasia cumplió cinco décadas. Para celebrarlo, lanzaron una miniserie de cuatro capítulos, SNL 50: Beyond Saturday Night (Peacock, 2025).

Si algo ha caracterizado a una de las criaturas más exitosas de la NBC ha sido el desafío. Y de qué otra manera podría abordar el festejo que contando un documental de manera no tradicional. Sin respetar la cronología, ni casi cualquier tipo de jerarquía, centraron la historia del programa en cuatro bloques. Un riesgo del que salen bastante bien librados, excepto por el capítulo tres, el que corresponde a los guionistas, el único que resulta un tanto aburrido.

Considerado una Institución, título que los gringos utilizan para todo (no tardan en nombrar a Starbucks dentro de esta lista), Saturday Night Live consiguió algo que parecía imposible: que la gente prefiriera quedarse en casa un sábado por la noche a salir de fiesta. Y cómo fue posible tal hazaña. Gracias al humor inteligente.

Contar la historia de SNL en cuatro horas es imposible. Sin embargo, para hacerse una idea de la importancia del programa, basta decir que fue el campamento de verano de estrellas como John Belushi, Dan Aykroyd, Bill Murray, Eddie Murphy, Chevy Chase o Steve Martin. Sólo por mencionar algunas. La lista es tan larga que podría fácilmente ocupar los caracteres de esta columna y más. Después vendrían figuras como Jimmy Fallon, Will Ferrell, Mike Myers, Adam Sandler o Tina Fey. Cada generación tiene un elenco de SNL en mente.

CREADO POR LORNE MICHAELS, el programa se convirtió en uno de los emblemas nacionales por excelencia. Pero uno que, a diferencia del patriotismo ciego que caracteriza a los gabachos, era crítico con el sistema que había hecho posible su existencia. Demostró que morder la mano de quien te da de comer está permitido siempre y

cuando lo hagas con elegancia. Pero, además, se convirtió en un símbolo de la ciudad de Nueva York. Su ADN mismo, como el punk, el hip hop, las películas de Woody Allen o Seinfeld.

El primer capítulo, “Cinco minutos”, ahonda en la pesadilla del casting. Parte del pretexto de las audiciones, donde sólo cuentas con cinco minutos para demostrar tu talento, para empezar a contar la historia del programa. Mientras cada uno de los entrevistados hablan de su propia experiencia, nos vamos adentrando en el lugar donde ocurre la magia: el Studio 8H. Un espacio que fue diseñado, óigalo usted, para albergar a una orquesta sinfónica, y que terminó por ser un lugar donde se burlaron de varios presidentes, de distintos conflictos internacionales y de los políticos más rancios de los Estados Unidos y del mundo.

SATURDAY NIGHT LIVE CONSIGUIÓ ALGO QUE PARECÍA IMPOSIBLE: QUE LA GENTE PREFIRIERA QUEDARSE EN CASA UN SÁBADO POR LA NOCHE A SALIR DE FIESTA.

Es en el capítulo dos donde se encuentra lo más emocionante de esta miniserie. El episodio está dedicado a un sketch que se popularizó a niveles insospechados y alcanzó el status de broma nacional en el año 2000: “More Cowbell”. Funciona en distintos niveles. Pone en juego la figura del anfitrión. Algo que se convirtió en carta de presentación del programa. Cada emisión cuenta con un invitado que actúa con el elenco. En esta ocasión fue Christopher Walken. Un grupo de músicos, una parodia demasiado bien lograda de Blue Oyster Club, se encuentra en el estudio de grabación, recibe las instrucciones del productor Bruce Dickinson. Broma que da origen a una frase que conquistó a la audiencia a lo largo del país.

Después de este sensacional capítulo, donde alcanza su mayor altura, el documental cae de manera estrepitosa en el siguiente. Con mirada ácida, “una semana en la sala de SNL”, desmenuza una queja bastante común entre los guionistas. Que nadie reconoce su trabajo y que no reciben el crédito que merecen. No existe el glamur en la escritura. Lo cual es totalmente cierto. Pero resulta de lo más anticlimático. Y aunque es interesante ver el proceso de preparación del programa, que literalmente es una chamba desgastante de una semana, es el momento en que aprovechamos para ponerle pausa e ir al baño. Sin importar que uno de los personajes sea Larry David, quien estuvo apenas un año como parte del equipo.

El capítulo final, el cuarto, habla de uno de los años más difíciles. Algo por lo que SNL es visto como un programa valiente. En lugar de regodearse en su fama, prefiere escarbar en sus tropiezos. “El año extraño” narra las circunstancias que orillaron a la NBC a casi cancelar el programa. ¿Se imaginan? Por fortuna no ocurrió. Y gracias a ello ha alcanzado los cincuenta años de vida este 2025. Con una fórmula que se repite sábado a sábado pero que se mantiene vigente: show en vivo con público presente, un presentador, números musicales y sketches por parte de un elenco joven. Porque, de entre los muchos aciertos que ha tenido SNL a lo largo de estos años, uno de los más significativos es continuar apostando por comediantes jóvenes y en muchos casos medianamente desconocidos.

DIFÍCIL DESCIFRAR QUÉ PASÓ por la cabeza de Lorne Michaels al momento de describir los temas de los capítulos de la serie. Al final, pocos reproches pueden hacérsele a su corte de caja. Sólo de pensar en cómo manejar las miles de horas de material grabado de todas las emisiones de SNL puede producirnos una migraña crónica. Si algo ha mantenido a flote al programa, además del talento, ha sido el talante de Michaels. Un tipo al que parece que nada le preocupa y que se presume que nunca ha tenido un dolor de cabeza en su vida y que cuenta con la suficiente

sangre fría para cortar sketches que no le parecen lo suficientemente chistosos o para rechazar a interesantes talentos por descubrir. Porque si bien por SNL ha pasado lo mejor de la comedia en estas cinco décadas, también hay grandes nombres que se quedaron fuera.

Algo es innegable: sin SNL nuestra vida no sería la misma. Su comedia ha acompañado a muchos de nosotros durante la vida. De entre los muchos testimonios que aparecen en la serie, sin duda el de Bob Odenkirk, Saul Goodman, es el que mejor define el espíritu del programa y las razones de su existencia: “Escribir comedia y sergracioso es admitir que estás mal o defectuoso. Y es muy importante recordarles a todos que debemos reírnos de la condición humana y las decisiones que tomamos y la forma en que cada uno de nosotros está jodido”.