REGRESÁBAMOS de un fin de semana en Tepoztlán y en la carretera metí un CD (sí, todavía), el Power Trip de Monster Magnet, una joya stoner. Al llegar al departamento vacié la mochila junto a la cama, saqué una bolsa de plástico en la que guardé los tenis y al sacarlos, trakas, sentí una espina caliente en el dedo anular derecho. Sacudí los tenis y nada. Me asomé al interior de la bolsa y ahí estaba: un alacrán importado de Tepoz. El dedo se adormeció, rojo e inflamado, y empecé a sentir comezón en toda la mano. Otra vez, a Liz le tocó la carrera contra la intoxicación. Y en domingo…
No voy a contar la odisea contrarreloj para conseguir el Alacramyn y aplicarlo, ya está la crónica. Aquí me interesa aquel disco que Dave Wyndorf compuso en un cuartucho de hotel a las afueras de Las Vegas en 1997, con la intención de superar Dopes To Infinity. Casi lo consigue, pero según yo, ese Power Trip fue el causante de la picadura. Es el cuarto en la discografía de Monster Magnet, su despunte comercial con “Space Lord” y un potaje cósmico de heavy metal y psicodelia que contiene todos los ingredientes de su receta maligna y un sonido que le destapa el escape a una Harley Davidson con su máquina Panhead, a la que le erigieron una escultura allá en Dopes to Infinity. Son canciones potentes que se expanden sin perder la tensión que a Wyndorf le gusta mantener, tan intensas que le sacan flamas a las bocinas.
AL SALIR DE URGENCIAS en la noche nos trepamos al carro, saqué del estéreo el Power Trip para poner El Mesías de Handel (sí, ya sé, la bipolaridad musical, pero así es el aliviane), y entonces vi las ilustraciones de los círculos en las cosechas de Monster Magnet, por la canción “Crop Circles”. Uno de esos círculos es un escorpión que me tatué en el pecho el siglo pasado. Se lo mostré a Liz: mira, de aquí salió el escorpión que traigo. Imaginé que el disco en la carretera había sido un mensaje premonitorio de la picadura. Vi el viaje del alacrán con las vibraciones de Monster Magnet que seguramente le dieron la orden de picar, hasta llegar al depa y el momento de clavarme el aguijón. Por andar de roquerillo se me hizo realidad su canción “Kiss of the Scorpion” en God Says No.
Me salvé de amanecer como Gregorio Samsa. Pero Monster Magnet está herido de muerte. El año pasado tuvieron que cancelar una gira por los problemas de salud que tenían a Wyndorf cantando en un banco. Al dejar las drogas engordó como elefante marino. Luego se cayó de la Harley y se averió la cadera y la espalda. Después le dio covid e influenza. Por los dolores dejó de tocar la guitarra y sólo puede cantar sentado. Desapareció del mapa. Se esperaba un disco, pero los miembros activos de MM ya están ocupados en otros grupos. Un idolazo que se desplomó en cámara lenta. Espero que si aparece el disco esté libre de su fauna nociva: serpientes, escorpiones, escarabajos, dinosaurios, zombis nazis, toros poseídos y perros en sacrificio. Mejor que siga cantando sobre novelas como The Right Stuff de Tom Wolfe y dioses que te permiten vivir sin trabajar.


