EN SU EXHAUSTIVA Historia Natural, Plinio el Viejo da cuenta de una supuesta competencia entre dos pintores de la antigua Grecia, Zeuxis y Parrasio. Según el relato, el primero logró pintar con tal naturalismo un racimo de uvas que, tras develar su obra, unos pájaros se avalanzaron sobre ellas. Orgulloso del resultado, exigió a Parrasio que él también corriera la cortina que cubría su pintura para comparar si era tan bueno, sólo para darse cuenta de que ahora el engañado era él: la cortina era la pintura.
Desde entonces, la mímesis, entendida como la imitación o representación de la realidad, ha sido problematizada, y también codiciada, en la historia del arte. Hubo momentos en los que la marca de un buen artista era aquel engaño —o trampa al ojo, como se le acabó nombrando— al que alude el enciclopedista romano, mientras que desde Platón y Aristóteles su efecto tanto para el arte mismo como para la sociedad que lo consume ha sido teorizado.
EN TEMPORAL VENTAJA MAURO GIACONI nos sumerge en un trampantojo monumental que evoca aquella famosa anécdota griega. De pronto, emergimos de una plaza comercial —Artz Pedregal— en pleno Periférico para enfrentarnos a un enorme barco encallado en el gran galerón de Arte Abierto. La incertidumbre sobre cómo pudo haber terminado ahí se vuelve mayor al recordar que nos encontramos en una ciudad lacustre que carece ya de cualquier huella de sus antiguas aguas. A medida que nos acercamos, percibimos que estamos ante una enorme estructura de papel con grafito. Más allá de la imitación, lo que experimentamos es una simulación. Giaconi nos convierte en los pájaros de Zeuxis.

Lisboa o la posibilidad de ser otro
En una época de fake news, posverdad e inteligencia artificial, la provocación que nos hace Giaconi es más que pertinente; nos obliga a cuestionarnos la veracidad de lo que damos por cierto —la vieja noción de ver para creer pierde toda validez. Aquí nada es lo que parece. La propuesta es igualmente una apuesta por reflexionar sobre la multiplicidad de formas que puede tomar la realidad. Argentino de origen, el artista parte de la experiencia de la dictadura para plantear la simulación como resistencia, la ilusión como estrategia de ventaja —temporal, como alude el título de la instalación— frente a un otro que amenaza tu existencia; en otras palabras, mentir para sobrevivir.
El efecto no sólo es sorprendente en tanto reflexión crítica sobre las luchas sociales, e incluso respecto a la degradación actual de la verdad, sino ante todo desde la excepcional hechura de la obra. Giaconi expande el dibujo más allá de sus límites bidimensionales, con lo cual la instalación incluso termina igualmente por cuestionar nuestra percepción sobre los alcances de este medio y su lugar en la plástica —usualmente percibido como menor.
En el extraordinario resultado de esta colaboración debe destacarse la propia naturaleza de Arte Abierto, un lugar sui generis en el panorama del arte contemporáneo en México; en el intersticio entre museo y galería, ofrece un espacio de experimentación libre para los artistas y siempre novedoso para el público.
La exposición se puede ver hasta febrero de 2026. 12:00-19:00 hrs. Entrada libre.

