El 11 de octubre de 1990 la Academia Sueca otorgó a Octavio Paz el Premio Nobel, reconociendo su escritura “apasionada, de amplios horizontes y caracterizada por una inteligencia sensual e integridad humanística”. Paz se involucró durante los años 30 en círculos literarios y políticos: publicó sus primeros poemas en la revista Barandal (1931), estudió en la UNAM y viajó a Mérida en 1937 a colaborar con las campañas de alfabetización de Lázaro Cárdenas. Inició su carrera literaria-diplomática; se casó con Elena Garro (1937), fundó la revista Taller (1938) y tuvo a su hija Helena en 1939.
Biografías detalladas como las de Guillermo Sheridan y Enrique Krauze no confirman evidencia histórica de estancias de Paz en Morelia. “Por la calle de Galeana”, un poema temprano incluido en Raíz del hombre (1937), cuando tenía apenas 23 años, refleja su estilo inicial: un lirismo introspectivo, un fuerte vínculo con la realidad mexicana e imágenes de paisajes urbanos que evocan soledad, memoria y emociones humanas.
Dedicado al poeta y filósofo catalán Ramón Xirau quien llegó a México en 1939 tras la Guerra Civil, sugiere una conexión personal entre ambos. El poema lo recoge Héctor Carreto en su antología sobre la Ciudad de México, La región menos transparente. Paz describe una calle desolada, baldíos y charcos; imagen que podría encajar en la descripción de Morelia en los años 30: zonas suburbanas con calles empedradas, solares vacíos y paisajes melancólicos.
La calle Galeana en el centro de Morelia es parte del casco histórico de la ciudad y coincide con esa descripción: de carácter provinciano, desciende desde la loma de Catedral hasta la zona lacustre al pie del Cerro de Santa María. Sin embargo, Galeana es un apelativo común que bautiza muchas calles en honor del insurgente Hermenegildo Galeana, en Acapulco, Oaxaca y muchas ciudades más. Existe la posibilidad de que Paz no se refiriera a Morelia sino a otra calle Galeana o a una imagen poética no ligada a un lugar concreto.
La dedicatoria sugiere que el poema podría reflejar una experiencia compartida con Xirau: que Paz visitó Morelia con frecuencia, o que Galeana no es literal ni se refiere a Morelia, sino a otra calle con el mismo nombre; una imagen poética creada por Paz para capturar la atmósfera de desolación común en ciudades mexicanas de la época.
Los niños de Morelia y la presencia de María Zambrano en esta ciudad, a finales de los años 30, representan un capítulo fascinante del exilio español en México. Impulsado por la solidaridad de Cárdenas, el 7 de junio de 1937 un grupo de 456 niños huérfanos o separados por la Guerra Civil Española llegó a Veracruz a bordo del vapor Cantabria; acogidos humanitariamente fueron instalados en la Escuela Industrial México-España de Morelia. Ubicada en el ex Convento de Santa Clara, en pleno Centro Histórico, a sólo unas cuadras de la calle Galeana, es un área colonial con calles empedradas y zonas semivacías que podrían evocar la desolación que el poema refiere. El internado funcionó hasta 1941, cuando muchos niños se unificaron con sus familias o mudaron a la Ciudad de México.
A los 23 años Paz participaba en círculos antifascistas y literarios; asistió al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en Valencia y su compromiso con la causa republicana era tan fuerte que escribió poemas y ensayos contra el franquismo. Por su parte, María Zambrano, la filósofa española, se exilió a México en 1939 al huir de la Guerra Civil y se radicó en Morelia entre 1939 y 1941. Impartió clases de filosofía en la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y escribió sobre el exilio y la razón poética.
Paz mantuvo una relación intelectual y personal con María; en 1937 se conocieron en Valencia; ambos defendían la República Española. Cultivaron una amistad duradera y colaboraron en publicaciones mutuas: Paz la editó en México y Francia e intercambiaron correspondencia en temas de poesía, ensayo y soledad; Zambrano escribió un ensayo sobre El laberinto de la soledad; y, a su vez, admirador de su obra, Paz la citó en El arco y la lira al explorar su filosofía.
En cuanto al poema dedicado a Ramón Xirau (quien llegó a México en 1939), la descripción de la calle desolada podría ser un eco simbólico de esa época receptora
de exiliados: calles como Galeana, cerca de ese internado, evocaban la melancolía del destierro, los baldíos de la posguerra y la solidaridad cardenista. La amistad entre Xirau y Paz duró toda la vida, y aunque la dedicatoria es posterior a su primera publicación (pues entonces el filósofo barcelonés apenas contaba con 14 años), estrechó sus lazos y, al tiempo, convirtió a Ramón en su más completo estudioso. No hay que olvidar que su padre, el también filósofo y pedagogo Joaquín Xirau Palau, encabezó la Comisión Técnica Pedagógica del Patronato Pro Niños Españoles que acompañó a los nuevos morelianos con propuestas de protección jurídica y moral.
Aún sin evidencias de que “Por la calle de Galeana” se inspire en Morelia, el poema está impregnado de una atmósfera antifascista mexicana, y su vínculo con el exilio (a través de Zambrano, Xirau y León Felipe) hace plausible una inspiración remota: tal vez se trata de un homenaje o, sencillamente, es un símbolo universal de soledad y solidaridad.



