Ciencia de la conciencia: un regreso al futuro

Tras casi tres décadas sin rastro del neurofisiólogo Jacobo Grinberg, su obra sigue ofreciendo claves
vanguardistas para el estudio de la conciencia humana. Un documental que ofrece nuevas
pistas de su misteriosa desaparición está por estrenarse en España, y suscita interés por el legado
del personaje. Así lo argumenta el neurocientífico Alex Gómez-Marín, quien precisa
las rutas exploradas por el mexicano, que permanecen como estímulo y enigma para la investigación actual.

Escena de El secreto del Dr. Grinberg.
Escena de El secreto del Dr. Grinberg.Fuente: cinetecamadrid.com
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Este otoño tendrá su estreno en España El secreto del Dr. Grinberg, con proyecciones virtuales y presenciales en salas de cine, bibliotecas y centros culturales. Después de dos años de recorrido, cosechando premios en festivales nacionales e internacionales, el documental del cineasta catalán Ida Cuéllar llega al gran público. La película es un thriller que trata sobre la misteriosa desaparición, el 8 de diciembre de 1994, de Jacobo Grinberg-Zylberbaum, prominente neurocientífico mexicano quien, en el clímax de su carrera científica, se esfumó sin dejar rastro.

Cuéllar nos ofrece un pintoresco abanico de hipótesis plausibles: ¿lo secuestró la CIA?, ¿se exilió voluntariamente a un retiro espiritual?, ¿lo mató su esposa? Transitando con éxito la delgada línea entre el cientificismo encorsetado y la ingenuidad bobalicona, el documental hilvana testimonios de colaboradores, investigaciones policiales y pistas relevantes para tratar de esclarecer las extrañas circunstancias del suceso. Cada respues-ta da lugar a una nueva pregunta. El enigma se torna misterio.

Aunque el documental no es una ficción, la vida de Grinberg es de película. La potencia cautivadora del filme es una oportunidad para redescubrir las revolucionarias investigaciones del fundador del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia (INPEC), quien dejó una obra de más de cuarenta libros y múltiples publicaciones científicas.

Sus ideas merecen ser contadas por fascinantes y tenidas en cuenta, por visionarias. Se hacen hoy necesarias para salir del atolladero en que nos ha metido la doctrina del materialismo reduccionista que domina las neurociencias actuales, atestadas tecnológicamente, pero incapaces de imaginar cómo hacer brotar el vino de la conciencia del agua del cerebro.

Jacobo Grinberg cultivó tanto el trabajo teórico como el experimental sin descuidar la experiencia. Construyó una teoría de la conciencia basada en una interpretación radical de la física moderna y la fisiología cerebral.

Diseñó y realizó con sus colaboradores una serie de experimentos originales para testar las bases neurofisiológicas de la comunicación directa entre cerebros. Fue además un gran meditador, y trabajó para integrar la ciencia con diferentes tradiciones místicas.

Cuéllar ofrece un abanico de hipótesis: ¿lo secuestró la CIA?, ¿se exilió a un retiro espiritual?,
¿lo mató su esposa?

LA PREGUNTA POR LA CREACIÓN de la experiencia espoleó todo su pensamiento. Tomando el holograma como metáfora, Grinberg postuló que la realidad perceptual surge de la interacción entre el campo neuronal y la organización del espacio. Su Teoría Sintérgica (de las palabras síntesis y energía) propone que cada cambio neuronal produce microdistorsiones de lo que él denominó la lattice. La organización cerebral sería capaz de producir una alteración hipercompleja de la organización sintérgica del espacio, modificando su densidad informacional. Según las excitaciones del patrón de interferencia entre ambos campos, ciertos aspectos de la realidad serían accesibles en diferentes “orbitales de la conciencia”.

Grinberg no se contentó con sus sofisticadas especulaciones. Como Alicia siguiendo al conejo blanco por la madriguera, fue a comprobarlas empíricamente allí adonde era preciso. Fue pionero en el estudio de ondas cerebrales en meditadores y chamanes cuando las flamantes ciencias contemplativas actuales aún no existían. Estudió fenómenos como la visión extraocular o las bases neurofisiológicas de la transferencia de pensamiento. Caracterizó patrones de coherencia interhemisférica. Inspirado por la famosa paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, midió correlaciones electroencefalográficas en parejas de sujetos aislados, evidenciando que dos cerebros humanos pueden imbricarse de forma análoga al entrelazamiento cuántico entre dos partículas. El Premio Nobel de Física recién otorgado este mismo año parece guiñarle un ojo al llamado “potencial transferido” de Grinberg.

Sus heterodoxas investigaciones lo convirtieron en profeta y hereje. Muchos de sus colegas no supieron qué hacer con sus ideas y descubrimientos. En el País de la Ciencia hay muchas Reinas de Corazones dispuestas a cortarle la cabeza a quien se salga del camino trillado. Su trabajo sufrió una invisibilidad desconcertante. Archivos desclasificados años más tarde por la CIA atestiguan el interés del gobierno norteamericano por las investigaciones del neurofisiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como él mismo decía, la ciencia no se define por su tema sino por su método —la diferencia entre ciencia y charlatanería no tiene que ver con el qué sino con el cómo.

PERO HAY MÁS. Las descripciones de Grinberg sobre las hazañas de la famosa curandera mexicana Bárbara Guerrero, conocida como Pachita, son un tesoro de psicología autóctona y ciencia participativa. Grinberg, quien pasó meses con ella en su consultorio, narra con todo tipo de detalles cómo Pachita, recibiendo al hermanito Cuauhtémoc (el último emperador azteca), realizaba las más inexplicables cirugías con un simple cuchillo de monte y sin anestesia. A raíz de esas experiencias con ella y con otros personajes extraordinarios escribió Los chamanes de México, una colección de siete volúmenes de un valor antropológico extraordinario. Muchos creerán que lo que presenció sólo podía ser un fraude. Él a menudo tampoco creía lo que veía y, sin embargo, no miró a otro lado.

El documental es, pues, una invitación deliciosa a mirar para poder ver. Es tiempo de releer sus libros, replicar sus experimentos y profundizar en sus ideas en el contexto actual del estudio científico de la mente. No se trata de mirar su dedo, sino adónde éste señala. Allí se encuentra, escondido a plena luz del día, el verdadero secreto del doctor Grinberg.  

ALEX GÓMEZ-MARÍN (Barcelona, España, 1981), doctor en física teórica y neurocientífico, dirige el Laboratorio de Comportamiento de Organismos en el Instituto de Neurociencias de Alicante, España, y es director del Pari Center en la Toscana italiana.