Estelas en el mar

Ojos de perra azul

Estelas en el mar
Estelas en el marCortesía de la autora
Por:

Era un cuerpo mutilado, sin una pierna, lo estaban sacando del mar. Yo iba caminando y, al acercarme, pude verlo mejor entre la gente curiosa que se empezaba a juntar alrededor. Un pescador dijo que alguien en paracaídas lo vio desde las alturas, cerca de un islote al que nadie llega por los peligrosos arrecifes que lo rodean. Lo fueron a buscar en lancha, aseguraron que un tiburón se había comido la extremidad de un bocado. Tenía la piel morada, estaba hinchado como un pez globo. Sentí más calor que nunca, mi cabeza era un incendio bajo el sol. Después fui a nadar.

El paso del tiempo se parece al movimiento del oleaje, escenas del pasado y del ahora van y vienen, se propagan las reminiscencias, oscilan las emociones, lo real se confunde en el recuerdo de lo recordado. Me desconozco en la existencia. Los sucesos anteriores fluyen, corrientes sin sentido, unos duran más, otros menos, son maleables. Las travesías se imprimen como huellas que se desvanecen, a los deseos se los lleva el viento y con el soplo de la vida se diluyen para siempre. La superficie del agua salada en movimiento retorna en imágenes intensas, marejadas bravas, mar de fondo. Jadeo entre burbujas, es un tsunami de experiencias superpuestas, me ahogo en el instante que se va, en el futuro que no llega. Más evocaciones de lo visto y fantaseado se asoman entre remolinos, inquietan mi precipitada inestabilidad. Todo se repite de otras formas, naufrago en ciclos, no encuentro tierra firme.

Hoy me acordé del amputado. Vi de nuevo al muerto, sentí aquella arena entre los pies .

HOY ME ACORDÉ del amputado. Vi de nuevo al muerto, sentí aquella arena entre los pies, aspiré igual la brisa fresca, mi propia humedad, distinguí las gaviotas volando más allá del horizonte. Una gran ola rompió frente a mí, el estruendo me hizo pensar en las historias que me invento. Últimamente desconfío de mis memorias, ya no creo en lo que creía que pasó.

Empiezo el año otra vez a la orilla de esa misma playa, bajo el cielo azul rojizo próximo a oscurecer, me ilumina la luna blanca casi llena, el único sonido es mi respiración agitada como la marea del ayer. Cuento las olas, las horas y los días, los ocasos, las estrellas, los acasos contigo que nunca fueron ni serán. Vendrás del océano de cuerpo entero, caminando entre las rocas y la espuma. Crearemos nuevas vivencias que más tarde olvidaré para reinventarlas de otros modos, en otras latitudes, otros puertos.

* Soy tu lugar infeliz.