El hombre en el castillote

El corrido del eterno retorno

El hombre en el castillo
El hombre en el castilloFuente: elcierredigital.com
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Basada en la novela de Philip K. Dick del mismo nombre, The Man in the High Castle (El hombre en el castillo) es una serie de Amazon Prime que le ha legado al mundo al villano más memorable de los últimos tiempos: John Smith.

La primicia de la serie es la misma de la novela: narra cómo habría sido el mundo si la Segunda Guerra Mundial la hubieran perdido los aliados. Estados Unidos es repartido entre Alemania, que ocupa el este y Japón, que ocupa el oeste, con una zona neutral, en la que transitan judíos, exiliados, cazarrecompensas y miembros de la resistencia.

La novela de K. Dick sólo es el punto de partida. Conforme se suceden los episodios la pantalla se va poblando de personajes memorables: Kido-ai, el inspector en jefe de la Kempitai, aquí la policía secreta japonesa, Joe Blake, Frank Frink, el funcionario de comercio Tagomi, Juliana Crain, la heroína y John Smith, un norteamericano que comanda el nazismo en el este desde Nueva York.

El arranque es lento. Pero hacia el cuarto capítulo se despliegan los mecanismos de la historia. Existen unas cintas, que pertenecen al Hombre en el castillo (un personaje difuso que conforme avanza la trama revela su importancia), en ellas se muestra la historia tal y como la conocemos: la caída del Reich. Adolf Hitler aún vive y reclama la posesión de esas cintas. Su mera existencia es una falta de respeto y pone en peligro al imperio.

Los motivos van cambiando a lo largo de los capítulos, al grado de que en un principio es imposible definir sobre qué personaje gira todo el entramado narrativo. Por el título se esperaría que El hombre en el castillo, pero no es así. Tampoco es Juliana Crain, quien es la encarnación del imperio, de ambos imperios, tanto del nazi como el nipón. Pero su papel es decisivo para el desarrollo y la conclusión de la historia.

La estrella de la serie es John Smith. Un ser impuro bajo observación permanente por parte de la pureza: los ideales del Reich. Es un hombre dividido, se encuentra en medio de dos familias: la suya, conformada por su esposa Helen, su hijo Thomas y dos niñas, y el servicio al Reich. Frío y despiadado, no se concede un instante de debilidad. Es hasta el final de la serie que se permite quebrarse.

De manera paralela se suman conflictos y los protagonistas comienzan a caer como moscas. Surgen nuevos personajes y a pesar de las subtramas, el centro de la historia sigue ocupado por John Smith, quien pronto se ve enfrentado contra los miembros del mismo Reich, su lealtad es puesta a prueba una y otra y otra vez, sin jamás atreverse a traicionar los lineamientos a los que se ciñó cuando decidió convertirse al nazismo.

Conforme se suceden los episodios la pantalla se va poblando de personajes memorables

La muerte de Hitler, un supuesto atentado japonés que luego se descubre que fue planeado por altos mandos cercanos al Führer, acelera la historia. Lo que se traduce como más poder, pero también más peligro, para John Smith. Su hijo, Thomas, tiene una enfermedad congénita reprobable a ojos del Reich, por lo que se entrega a las autoridades sanitarias para ser sacrificado. Un acto que John Smith buscó evitar a toda costa.

Aunque El hombre en el castillo evidencia momentos de flaqueza, en general la trama se sostiene. La introducción de la máquina que permite a los nazis viajar de una dimensión a otra hace tambalear la historia por momentos. Cuando Japón decide abandonar por la vía pacífica los estados que domina, con epicentro en San Francisco, los nazis sacan a John Smith de la jugada y se preparan para atacar y por fin someter a todo Estados Unidos bajo el movimiento nazi. Pero en un giro inesperado John Smith asesina al sucesor del Führer y por un acuerdo con Berlín consigue quedarse con el control total del Reich Norteamericano.

Pero el placer le durará poco, la traición vendrá por parte de su esposa y el tiro que le quitará la vida a cargo de Juliana Crain. El final deja un mal sabor de boca, quizá no era la muerte el destino que merecía John Smith. Pese a ello, el personaje se te queda tatuado en la memoria, imposible no quererlo, sobresaliente la actuación de Rufus Sewell como uno de los villanos más crudos de la ficción de todos los tiempos. Esto es una aportación actual, ya que no figura de esta forma en la novela.

Mención aparte merece el vestuario. Por los atributos mencionados, El hombre en el castillo es sin duda la mejor serie de los últimos cinco años.