John Mayer

La canción #6

John Mayer
John MayerFuente: crazyminds.es
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Apareció Sob Rock, el esperado disco del polémico John Mayer. Pop con exceso de azúcares y calorías, producido con el maestro chocolatero Don Was en vinilo y digital. Lo que se dice, no hay forma de que algo le salga mal a Mayer. Logró un disco de rock suave, casi ambiental, sumergido en los ochenta y con cereza en el centro, que ni de broma le llega a Continuum. Pero el compositor, guitarrista, cantante, productor y columnista musical que la caga en las entrevistas carga con el estigma de tener cara de niño Gerber y ser artista fresa.

¿Ustedes creen que los ex-Grateful Dead iban a poner a cualquier pendejo en el lugar de Jerry Garcia cuando salieron de gira en 2015 como Dead & Company? Por eso empecé a seguirlo. Fundamentalistas como son, los deadheads lo crucificaron sin piedad. Lo mismo le sucedió al guitarrista Trey Anastasio de Phish cuando aplicó para ese puesto. Mayer podía irse o resucitar y conquistar a los fanáticos sicodélicos... y sigue de gira con ellos porque, con todo respeto para el gran Cherry, se puso a la altura de High Times. También ha tocado con B. B. King, Buddy Guy, los Rolling Stones y Eric Clapton, a quien le hizo una tremenda versión de “Crossroads”.

Son un dream team de veteranos. Sólo que las canciones son más cursis que las de Chris Isaak

Tampoco es un guitarrista efectista ni espectacular, sino fino y discreto. En su forma de tocar se distingue a Mark Knopfler, David Gilmour, Pat Metheny, Jimi Hendrix y George Benson. Y la mitad de sus discos son en vivo, una buena razón para ser elegido por la madre de las jam bands. Room For Squares y Battle Studies aguantan, pero el doble Where the Light Is, Live in Los Angeles es un discazo de blues con su John Mayer Trio: Pino Palladino en el bajo y Steve Jordan en la batería. Además, no canta mal pese al granuloma que padeció en las cuerdas vocales. De una veintena de nominaciones al Grammy nada más se ha embolsado siete, con los que se cotiza bien.

Fresa pero chingón.

Sob Rock es un testimonio de nostalgia ochentera. El sonido y la imagen de portada parecen sacados de un videoclip de 1985. El grupo de soft rock que se armó y la producción de Was son un dream team de veteranos en atmósferas sintetizadas para dejarse ir flotando con la guitarra. Sólo que las canciones son más cursis que las de Chris Isaak, el maestro de la balada pachecona edulcorada.

Se le pasó la mano de autoplacer. Un coach diría que se acomodó en su zona de confort. Y, sin embargo, las canciones fluyen y forman un paisaje sonoro en tonos pastel reconfortante. ¿Será la edad? Caldo de pop para el alma.