"La reina" un monólogo teatral

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Foto: larazondemexico

PRESENTACIÓN DE EDGARDO BERMEJO

La versión teatral de “La reina” no fue incluida junto con otros rescates de su obra narrativa publicada entre 1956 y 1984, que el propio José Emilio Pacheco reunió muchos años después en La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (Era, 1990). En 1958 publicó los relatos “La sangre de Medusa” y “La noche inmortal” dentro de la colección Cuadernos del Unicornio, dirigida por Juan José Arreola.

En el prólogo a La sangre de Medusa... Pacheco recuerda que en aquellos años de su iniciación en las letras, publicar “sin nadie que me corrigiera y bajo la noción entonces vigente de la ‘espontaneidad’ (difundir lo que saliera al primer intento, sin reescritura ni versiones sucesivas)” formaba parte de sus afanes como joven escritor. También apunta: “Corrijo, suprimo, añado, aclaro, cambio títulos con la certeza de que [...] si es una falsificación se trata de falsificar un cheque caducado hace bastantes años. Prefiero ver en los textos iniciales la colaboración entre un escritor precoz y otro tardío que aún está aprendiendo su oficio. Al joven que fui le digo en desagravio que las modificaciones a los textos de años más próximos no han sido menos severas”. En otro lugar del mismo prólogo abunda: “Su primitiva estructura sigue intacta. Podemos cambiar todo menos nuestra visión del mundo y nuestra sintaxis”.

En efecto, el relato atroz y despiadado de una joven veracruzana marginada, ofendida y traumatizada por su extrema obesidad, el mismo que aparece en el cuento “La reina” de 1963, quedó dibujado en este primer ejercicio desde la dramaturgia. El narrador, poeta, traductor y ensayista mexicano señaló más de una vez que los textos nunca están acabados y uno tiene el deber “de mitigar su imperfección”. En ese sentido resulta interesante asomarse a esta pieza teatral suya, que cinco años después apareció, mucho más robusta, en forma de un relato cuya prosa y estilo prefiguraban al narrador dueño de un universo propio en el que se convirtió.

El carnaval quemaba en sus mejillas

el último arrebol de mi deseo.

Gilberto Owen

Escenografía

Habitación en el segundo piso de una casa de puerto. Al centro, una cama; a la derecha, una cómoda; a izquierda, un tocador con grandes lunas. Al lado de la cama, un buró y encima de éste, un radio. Sobre la cómoda, algunos periódicos y revistas de muñequitos. Atrás, una ventana amplia que da al patio de la casa; a los lados de ésta, retratos.

La acción, a las ocho de la noche en el puerto de Veracruz, durante un carnaval.

Personaje único: Adelina. Una muchacha excesivamente gorda, de cara agradable pero hundida en la grasa. Trae un vestido sencillo y fresco, pero con un cinturón apretadísimo que le da un aspecto grotesco.

Acto único

Al levantarse el telón entra Adelina con un vaso gigantesco de batido de crema. Viene canturreando y asienta el vaso sobre la cómoda.

Adelina: “Hay en tus ojos el verde esmeralda que brota del mar, y en tu boquita la sangre marchita que tiene el coral”. (De la cómoda toma un recorte y lee).

Adelina: Leche imperial: una copita de rompope, ¾ de leche, dos cucharaditas de azúcar, canela, helado de vainilla al gusto. Suficiente para tres personas. (Deja el recorte y toma el batido). Hummm... está rico. (Prende el radio y mientras llega el sonido, vuelve a beber).

Radio: Y ahora nuestros micrófonos se trasladan a los elegantes salones del Club Rotario para asistir al gran baile del Carnaval en honor de su graciosa majestad Graciela I.

Adelina: (Que al oír lo anterior ha apagado violentamente el radio). ¡Estúpida! ¡Por todos lados! ¡Ni que estuviera tan bonita! (Toma un periódico). Tiene nariz de camote. Buen cuerpo y nada más. De cara estoy mejor yo. (Deja el periódico y va a mirarse al gran espejo). Tengo bonitos ojos... Ya los quisiera... y me porto mejor... ¡No, no ando con muchachos!... Ojalá la expulsen de verdad las madres (Caminando alrededor del cuarto). El carnaval es pura perdición. ¡Qué habría hecho para ser reina!... ¡Odiosa! Quisiera ir al baile nomás para criticarla, como hizo ella cuando mi fiesta. ¿Qué le importaba que tuviera diecisiete y me festejaron los quince? (Se sienta en el borde de la cama. Saca un bombón y se lo come). No soy la única que ha hecho eso. Y lo que andaba diciendo: (Con voz falsa, remedando a Graciela) “¿Vieron el primer vals? Yo estaba atacada de risa. Parecía una ballena flotando en las olas”... ¡Envidiosa! Ahora toda la escuela me dice “Cantoya”, claro, ella empezó... Me tiene envidia porque soy más bonita y aplicada.

Adelina: (Después de una pausa larga) Si quisiera yo podría ser reina. Si mi papá quisiera daría dinero. ¡Todo es dinero, pero en eso nada de belleza, ni de nada!... Pero no me quieren, desde que nació el niño (Parándose). Hace ya siete años. ¡Pinche Óscar!... ¡Ay, prometí no volver a decir esa palabra! Un bombón para que se me quite. (Lo toma). Y ni en la casa, donde más debían quererme, me respetan... A cada rato, Gorda por aquí, Gorda por allá... Me da mucho coraje... Me llamo Adelina y ya... ¡Cómo friegan!

Adelina: (Mientras pasea a lo largo de la  habitación). Mi mamá no me quiere nada. Papá sí, pero ella lo domina. (Toma un retrato. Besa el marco) ¡Tan chulo mi papacito! ¡Qué bien se ve de marino! (Súbitamente). ¡Estúpida Graciela! Tú eres hija de un tendero y yo, del Comodoro Solís. (Vuelve el cuadro a su sitio). Mi papá no fue a la guerra porque no hubo, pero es muy valiente: salvó a unos náufragos. ¡Cómo se fue a casar con mi mamá! ¡Es mala, ignorante, no me quiere!

"Y Sergio va a ser mi chambelán... La Güera se va a morir de la rabia y dejará de ser su novia... Aprenderé a nadar y ahora sí voy a ir los domingos a Mocambo para que vean mi cuerpo los turistas... A lo mejor pesco un millonario gringo...".

Adelina: (Mientras vuelve a sentarse en la cama). Y yo, qué pena en el baile de coronación. ¿Para qué habré ido con ella?... Metió una de patas... ¡Como siempre!... Y nadie me sacó a bailar. Al contrario, hasta se estaban riendo de mí... Por mi mamá, claro... Y ahí voy de imbécil con Graciela. (Nuevamente con voz falsa) “Felicidades, reina. Me da mucho gusto, chula”... ¡Pero qué ojos me echaban los cadetes! ¡Me comían con la mirada!... No bailaron conmigo porque eran de la corte y tenían que estar con las princesas. Si no, ¡hubieran visto! (Pausa breve). Y ahora en la mañana, ¡qué asco! en el desfile, ahí aplastadota en el calor y el sol y ella trepada en el carro con su coronota de cartón, y toda la broza aplaudiendo. Broza, sí, gente mal educada y más en Carnaval... El tipo disfrazado de Diablo. ¡Qué odioso, bestia, pinche máscara! (Imitando voz gruesa) “Ábrete, ballenato, que ahí va el arpón”. Ha de ser chilango el desgraciado... Lástima que no estaba ahí mi papá para que le diera en toditita... Y mi madre riéndose. (Imitando a la madre). “¿Ya ves? ¿Ya ves? Te digo que no comas tanto”.

Del patio se oyen gritos, es la voz de la madre.

Madre: (Desde abajo). ¡Gorda! ¡Gorda! ¡Baja! Dice la Güera que si no vas con ella al Zócalo.

Adelina: (Asomándose. Grita). No voy. Que no suba. Me siento mal. (Se sienta en el filo de la cama). ¿A qué voy? ¿A que me tiren cuetes y me apretujen? Ni lo mande Dios. Yo no le veo el chiste a eso de andar vueltas y vueltas alrededor de los muchachos. Además, el domingo iba pasando Sergio y hasta me saludó, cuando las Ramírez (Voz falsa) “¡Quihúbole, Cantoya!” Brutas hijas de su... Además, Hortensia no es tan delgadita que digamos... Y es prieta como el chapopote... Su mamá trabaja en el Rincón del Brujo y no les da pena. (Hace una pausa con la mirada fija en las duelas del piso). Bueno, ya me cansé de que me digan gorda... Voy a ponerme a dieta... No, porque me debilito. Mejor hago ejercicio. No lo he hecho porque hace mucho calor... en las mañanas me da pereza y además me levanto a la carrera... Pero hoy comienzo... Ahorita... El año que entra yo soy la reina, ¡verán si no!

Adelina: (Va hacia el centro de la habitación. Levanta los brazos y se inclina). Uno... Dos... Es fácil... No llego, pero con la práctica... Ni modo que a la primera vez toque las puntas... Y hay otro... (Va hacia el borde de la cama y hace una sentadilla). Esto es mejor. (Hace otra. Trastabilla). ¡Uh, por poco me caigo! Me falta práctica, mucha práctica. Ya me dio sed (Va hacia la cómoda, toma un trago de batido). Si hago esto todos los días, el año que entra estaré delgada. Voy a poner al Óscar de bufón y a mi mamá de bruja... Está más gorda que yo. ¡Come como cerdo! Bueno, otra vez. (Repite dos veces los ejercicios). Ya me cansé. Al rato sigo. Voy a ver que hay en el radio. (Lo prende).

Radio: Damas y caballeros: estamos en el gran baile. (Cambia de estación)... Club Rotario ofrece a (Cambia)... Majestad Gracie-la Primera.

[caption id="attachment_984720" align="alignnone" width="696"] Fuente: noveltyradio.com[/caption]

Adelina: ¡Chin! En todas las estaciones. (Toma el batido y se sienta en la cama).

Radio: (Mientras se inician los danzones de Agustín Lara que durarán todo el parlamento) Y ahora su graciosa majestad cimbra su cuerpo de palmera arrancada a una canción de nuestro gran Agustín, a ritmo de sus inmortales danzones... La reina, amigos radioescuchas, es realmente bellísima... Lástima que no haya televisión, para que vuestros ojos puedan disfrutar de su figura. Ahora se desliza en gráciles movimientos en brazos de su apuesto chambelán. (Siguen los danzones. Ahora es “Palmera”). Y, amigos míos, la noche es digna ofrenda del trópico a su soberana... Es una auténtica noche jarocha, embalsamada de brisas y cocuyos que iluminan el rumor de las...

Adelina: (Se incorpora con violencia y apaga el radio). ¡Ya! ¡Ya! ¡Ni que fuera la Venus de Milo!... Pero van a ver que el año que entra (Con redoblado rencor) ella va a ser la que oiga por radio... Se les van a caer las babas a las de la escuela... Será una sorpresa para todos: Su Majestad Adelina Primera. (Hace una gran caravana). Y no voy a invitar a ninguna de las que me molestan... Vendrán muchos artistas de México y a lo mejor hasta trabajo en el cine... Mi papá va a estar orgulloso y entonces sí se fijará en mí. Y Sergio va a ser mi chambelán... La Güera se va a morir de la rabia y dejará de ser su novia... Aprenderé a nadar y ahora sí voy a ir los domingos a Mocambo para que vean mi cuerpo los turistas... A lo mejor pesco un millonario gringo... Haré que internen al Óscar para que no me moleste... Hay que pensar en mi vestido de reina... De una vez porque si no se echa el tiempo... Que sea de organdí, como de novia, y con crinolina para que se vea mejor mi cintura. (Da una vuelta como de danza ciñéndose el abdomen con ambas manos). Un año no es mucho. Y voy a ser la mejor reina de todos los carnavales veracruzanos... Pobre Graciela, me verá desde la calle, como cualquiera, para que la empujen los chilangos y los jotos.

Voz de la Madre: (Desde el patio). ¡Gorda! ¡Gorda! ¿Ya recortaste las fotos de la coronación? Están en el Excélsior... Para que vea Graciela que te ocupas de ella. Gorda, contesta. ¿Estás en el baño, o estás comiendo? Ya me dijo Óscar que te hiciste un batido, ahora no cenas de castigo.

Adelina: (Que ha escuchado el anterior parlamento en una actitud inmóvil, casi hierática, grita cuando termina de oírse la voz de su madre y después se arroja llorando sobre la cama). No estoy en ningún lado... no me sigan molestando. (Mientras hunde sus lágrimas en la almohada). ¡Pinche vida! ¡Pinche vida! ¡Pero van a ver el año que entra!

Mientras, cae rápido el telón.

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Steven Brown reside en México desde hace más de treinta años. En entrevista con David Cortés confesó: “Después de México, ¿a dónde puedes ir?”